Dublín - Los irlandeses elegían ayer a sus trece diputados al Parlamento Europeo y a casi un millar de representantes locales, tras una campaña de marcado carácter europeísta frente al vecino Reino Unido, que sufre las consecuencias de un brexit caótico.

Algo más de tres millones de personas estaban llamadas a las urnas para participar en unos comicios que servirán, además, para medir la popularidad del Ejecutivo de Dublín, dirigido por el partido democristiano Fine Gael, en un momento delicado para este país por la ruptura de Londres con la Unión Europea (UE).

El brexit, en cierta manera, ha mantenido en el poder al primer ministro irlandés, Leo Varadkar, quien gobierna desde 2016 en minoría gracias al apoyo de un grupo de independientes y el respaldo puntual del principal partido de la oposición, el republicano centrista Fianna Fáil.

Ambos partidos se han repartido el poder en este país desde su creación hace casi un siglo y, aunque son rivales desde la Guerra Civil irlandesa, los republicanos se han comprometido a no derribar al Ejecutivo hasta 2020, a fin de que pueda lidiar con las incertidumbres que presenta el brexit.

A diferencia de otros socios comunitarios, en Irlanda no hay, de momento, líderes populistas de extrema derecha, por lo que estas elecciones ofrecen a la ciudadanía una oportunidad para poner nota al día a día del Fine Gael y evaluar también la actuación del Fianna Fáil en la difícil tarea de equilibrar sus deberes como oposición con su apoyo al Gobierno, un acomodo que no es del agrado de todos sus votantes.

otras opciones Cualquier descontento con esta “nueva política” podría ser aprovechado por el nacionalista de izquierdas Sinn Féin -tercera fuerza nacional y antiguo brazo político del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA)- o los Verdes, que han ganado impulso gracias al protagonismo que ha cobrado la cuestión del cambio climático. En caso de que los resultados de estos dos comicios le sugiriesen al Fianna Fáil un camino diferente, Varadkar lanzó ayer un contundente mensaje después de que su colega británica, Theresa May, anunciara que dimitirá el próximo 7 de junio, cuando empezará el proceso para elegir a su sucesor como líder del Partido Conservador y jefe del Gobierno.

Según Varadkar, la decisión de May abre en el Reino Unido una “nueva fase” política que podría ser “muy peligrosa” para Irlanda, pues su recambio podría ser un euroescéptico decidido a “repudiar” el acuerdo del brexit pactado en diciembre por Londres y Bruselas y a proceder con un divorcio a las bravas.

Como consecuencia de esta ruptura, Irlanda tendrá en la próxima Eurocámara trece escaños, dos más que hasta ahora, si bien los nuevos parlamentarios no podrán ocupar sus asientos hasta que concluya el brexit, previsto ahora para el 31 de octubre.

El Fine Gael aspira a aumentar los cuatro eurodiputados que logró en 2014, mientras que el Fianna Fáil confía en mejorar los pobres resultados cosechados hace cinco años, cuando ganó solo un escaño.

De la caída del Fianna Fáil, la formación que más veces ha gobernado este país, se benefició el Sinn Féin que, dirigido entonces por el histórico líder norirlandés Gerry Adams, metió tres diputados en el Parlamento comunitario.

El resto de asientos de la Eurocámara fue a parar a políticos independientes, aunque en estas nuevas elecciones podrían repartirse entre los tres grandes partidos y, quizá, los Verdes, más populares ahora por su agenda ecologista.

Respecto a los comicios locales, el electorado irlandés designará a los 949 miembros que componen los 31 consejos municipales de este país, divididos, a su vez, en 166 áreas electorales.

Las últimas encuestas indican que el partido de Varadkar tiene un apoyo para ambas elecciones de un 28%, mientras que el del opositor Fianna Fáil se sitúa en el 25%, si bien otros sondeos apuntan a un empate entre ambos. Les siguen el Sinn Féin, con un apoyo de entre el 13 y el 19%, y el Partido Verde, que recibiría entre el 5 y el 7% de votos.