En las últimas semanas Ernai, la organización juvenil de Sortu, ha recuperado protagonismo tras meses de escasa y silenciosa presencia en el espacio público y en los medios de comunicación. Su resurrección ha venido de la mano de una concatenación de sabotajes contra símbolos fascistas y españoles en diversos puntos de Euskal Herria y con actos y pintadas en favor de la independencia. En su retorno a la calle se han encontrado con un competidor que le disputa su espacio político y que le ha movido el suelo, Gazte Koordinadora Sozialista (GKS), un grupo juvenil de raíz marxista-leninista que supone una seria amenaza en la lucha por la hegemonía entre las juventudes políticas. 

El pulso está servido y parece que ha venido para quedarse, con una juventud que en su conjunto está más movilizada que nunca, acuciada por los problemas para acceder a la vivienda y la consiguiente emancipación, la frustración derivada de la precariedad salarial o cuestiones más ideológicas como el auge de la extrema derecha o el aumento del gasto militar en los países europeos.

Está siendo un final de año de mucha intensidad para Ernai tras un tiempo en el que no se hacía notar más allá de sus demarcaciones locales y sus feudos que le son connaturales. En los últimos meses, incluso años, desde la pandemia de la Covid en 2020, GKS le ha ido ganando terreno a la terminal juvenil de la izquierda abertzale tradicional ahora compactada en torno a Sortu (partido principal de la coalición EH Bildu) y ha tomado la iniciativa en esa franja de la adolescencia, cautivando adeptos entre la juventud, ganando protagonismo con sus actos y manifestaciones y reforzando su capacidad de influencia social a través de los medios.

Ernai y GKS se han lanzado a una suerte de competencia en las calles con iniciativas y manifestaciones a veces similares y otras veces contraprogramándose en las que miden sus fuerzas. Los dos grupos son contrarios a la moderación posibilista que ahora lleva a gala la izquierda abertzale tradicional, lo cual genera fricciones y contradicciones, especialmente entre Ernai y Sortu/EH Bildu, pero en cualquier caso batallan por lograr seguidores.

La emergente GKS se nutre en gran medida de jóvenes disidentes de EH Bildu que no ven con buenos ojos el abandono de su radicalidad de izquierdas y su deriva pragmática, ni tampoco su traje institucional que le ha llevado a integrarse en el establisment político oficial y su incorporación a las instituciones españolas. Se trata de un movimiento de corte comunista y con un sentimiento nacionalista menos intenso que ha ganado visibilidad los últimos meses con la multitudinaria manifestación en Bilbao en la movilización del Primero de Mayo. 

El toro de Osborne

Fue un primer toque de atención a Ernai y, ya más recientemente, el colectivo juvenil disidente de la izquierda abertzale fue noticia por los disturbios protagonizados en Gasteiz el pasado 12 de octubre contra una manifestación de la Falange. Y la última, el puente de la Constitución en el que lograron reunir a miles de manifestantes en Durango en contra del “fascismo”.

Las acciones de sabotaje de las últimas semanas reivindicadas por Ernai le han devuelto a la primera línea de la actualidad y han revivido el debate público sobre los límites de los actos de protesta, con el uso de la violencia, los actos vandálicos y las amenazas como frontera entre lo inadmisible y la convivencia. 

Sus ekintzak (el término es literal y retrotrae la memoria a tiempos de violencia ya superados con el fin de ETA) en estas últimas semanas han impactado en la vida pública, especialmente las pintadas en la sede del PP en Bilbao, sobre la imagen del líder del partido en la CAV, Javier de Andrés, y con la firma de Ernai bajo un cartel en el que se leía Gazteon independentzia. 

También fue llamativo el acto de sabotaje en la Casa de Juntas de Gernika-Lumo, de donde retiraron las banderas oficiales de España y la Unión Europea y a continuación la quemaron allí mismo, en una acción que fue grabada por sus autores y luego divulgada en redes sociales. 

En el vídeo, Ernai asegura que “el Árbol de Gernika es un símbolo del nacionalismo y del antifascismo y los símbolos españolistas no tienen cabida” en Euskadl Herria. Asimismo, ha reivindicado otras acciones realizadas el fin de semana del puente de la Constitución, retirando varios “símbolos españolistas”, entre ellas el último toro de Osborne que quedaba en la CAV, que lo derribaron al cortarle los anclajes metálicos que lo sostenían en Rivabellosa (Araba). 

El sabotaje fue grabado en vídeo y reivindicado por los autores y después emitido en redes sociales, donde tuvo un seguimiento muy amplio, al igual que la ekintza de Gernika. También reivindicó la autoría de otros actos como el señalamiento con dianas a representantes públicos o el derribo de cruces en Igeldo o Elgoibar.

Con estos golpes, Ernai ha retomado la iniciativa que hasta ahora la manejaba GKS gracias al efecto mediático y propagandístico de estos últimos actos vandálicos. Tras la polémica generada, esta semana, en un nuevo mensaje difundido en la red social X, Ernai se justificó alegando que en Euskal Herria se vive una “situación límite” y enmarcó su proceder en la necesidad de “desnormalizar la situación y situarla en el centro del debate”.

Días después, un centenar de jóvenes convocados por las juventudes de Sortu comparecieron en Deustu para aclarar que lo que pretenden es “denunciar la negación de Euskal Herria y situar la reivindicación de la independencia en el debate público”. Tras denunciar el intento de criminalización de su organización, hicieron un llamamiento a “toda la juventud vasca a sumarse a su lucha para responder a la ofensiva de la extrema derecha y el fascismo” y advirtieron de que seguirán “trabajando por los mismos principios” porque, lo contrario sería “vender a este pueblo”.

Ernai ha logrado sacar la cabeza en la pugna que mantiene sobre todo con GKS por copar el espacio político de la izquierda, de la crítica al sistema capitalista y del independentismo. La hiperactividad de los últimos días le devuelve a la actualidad, pero pone la presión sobre EH Bildu. La formación que lidera Arnaldo Otegi ha capitalizado en las últimas décadas la mayor parte del espacio político de la izquierda –salvo en los primeros momentos de Podemos en los que llegó a ser la fuerza más votada en la CAV–. Bildu ha dejado la bandera revolucionaria para días contados y señalados y en la mayoría de los días se viste el traje institucional y posibilista

Los actos vandálicos de los últimos días reivindicados por las juventudes de Sortu ponen a los dirigentes de la izquierda abertzale ante sus contradicciones en lo relativo al uso de métodos vandálicos contra la convivencia, aun cuando nada tiene que ver con la violencia armada y las amenazas de la ya extinguida ETA.

La mayoría de los partidos han pedido a EH Bildu una condena y un desmarque de los sabotajes de Ernai, que no ha llegado salvo en el caso de la pintada contra el PP en Bilbao, que contó con el “rechazo” de la formación en un comunicado en el que afirmaba que “la izquierda soberanista considera que la crítica política se tiene que dirimir en términos exclusivamente políticos y dialécticos”. 

Días después, Pello Otxandiano fue preguntado por las acciones de Ernai y el portavoz parlamentario de EH Bildu echó balones fuera y se desvinculó de las juventudes de Sortu señalando que “Ernai no forma parte de EH Bildu” y que su formación no tiene “ningún tipo de responsabilidad en aquellas cuestiones que involucran” a esta organización. Insistió en que, “por los actos de Ernai, responde Ernai”, y denunció un intento de “interpelar a EH Bildu por cuestiones que no son responsabilidad de EH Bildu”.

Movilización en Bilbao

El presidente del PNV, Aitor Esteban, tildó de “ridiculez” que Bildu sostenga que “no sabe nada” de Ernai y que son organizaciones “independientes”. “Es como si yo digo que no tiene nada que ver EGI (las juventudes jeltzales) con el PNV”, señaló. La formación jeltzale considera “inaceptable” la normalidad con la que se están produciendo ataques y señalamientos: “Hechos, todos ellos, propios de otra época”.

La profusión de actos y vandalizaciones le sirve a Ernai como reclamo y movilización para la marcha del próximo 20 de diciembre en Bilbao, en la que las juventudes de Sortu se han conjurado para exhibir músculo en pleno pulso radical frente a GKS por la hegemonía en las calles y en las redes sociales.