pamplona - La política navarra estaba pendiente de cómo habría sentado el parón sanferminero a PSN, Geroa Bai, Podemos e I-E, los cuatro grupos que aspiran a alumbrar el próximo Gobierno de Navarra. Las negociaciones hasta entonces habían transcurrido mejor de lo previsto: los cuatro grupos, decididos a construir una alternativa a la derecha, mostraban una clara voluntad de acuerdo, materializada el mismo 5 de julio con la presentación de un documento conjunto con cerca de 500 medidas para un Gobierno de progreso. Quedaba por ver cómo se iban a reanudar las conversaciones para afrontar la siguiente etapa: configurar ese Gobierno, montarlo, darle forma y nombre y apellidos.

Y, a tenor de los resultados de esta semana, la vuelta de las fiestas constata que la negociación avanza. Quizá no al ritmo de las semanas anteriores -el documento se perfiló en apenas cuatro días-, pero sí que en la misma dirección y con el mismo talante, ajeno a las presiones de la derecha, los editoriales desde Madrid y las injerencias de otros escenarios, como la negociación del propio Estado o La Rioja.

Sirvan dos ejemplos. La vuelta de los Sanfermines ha despejado dos incógnitas bien importantes. La primera, que el futuro Gobierno será más amplio y contará con más carteras. El actual Ejecutivo de Barkos cuenta con nueve, además de la presidencia. El futuro organigrama podría tener hasta once, con un tratamiento específico para la cohesión territorial y la administración local -que se desgajaría de Desarrollo Rural- y la innovación, que podría formar una cartera única con universidades y transformación digital, un poco en la línea de lo que ha hecho Sánchez en España.

La segunda incógnita despejada ha sido la de la forma del Gobierno. A falta de perfilarlo la semana que viene, lo que está claro hoy es que será de coalición, de participación, de integración, o como se le quiera llamar. Compartido, en cualquier caso, después de las peticiones públicas por parte de los socios. Geroa Bai lo dijo desde el primer momento, pero esta semana ha repetido que es importante que estén dentro, tanto para continuar con las políticas de cambio iniciadas en 2015 como para dar estabilidad a la exigua mayoría de 23 de Chivite. Y la ejecutiva de Podemos, también esta semana, aprobó por unanimidad su presencia “imprescindible” en el Ejecutivo.

dentro de los plazos Ahora queda encajar las piezas. Habrá que ceder, cambiar de ideas. Negociar. El PSN mantenía a principios de semana que quería un Gobierno monocolor, por lo que la integración final de los socios -dónde, con qué protagonismo- será objeto de debate, y quien sabe si enfrentamiento. Para analizar eso se han dado unos días: el martes, el PSN trasladó una propuesta a sus socios que recogió cumplimentada el jueves, cuando estaba prevista una reunión que fue aplazada para poder trabajar el documento conjunto con más calma. La cancelación del encuentro, apenas una hora antes de su celebración, dio alas a las especulaciones: se dijo que todo había saltado por los aires tras las peticiones de los socios de estar en el Gobierno. Pero fuentes de los grupos aseguran que nada más lejos de la realidad: el PSN quiere tiempo para realizar un análisis conjunto, y perfilar todo con el resto de sus socios. “Lo importante es hacer bien las cosas”, concedía Ramón Alzórriz (PSN), mano derecha de Chivite, tras saberse de la cancelación del encuentro. Sin fecha para la próxima reunión y con la investidura de Sánchez el lunes, la negociación navarra podría caminar más lenta. Pero Alzórriz, el jueves, estaba tranquilo porque a pesar del aplazamiento de la reunión los plazos están dentro de lo previsto. La idea era poder llegar a finales de mes con una fecha de investidura. Algo todavía posible si se mantienen los avances.