Mánchester - En el Partido Conservador británico hay una facción de unos treinta diputados que se han comenzado a autodenominar los espartanos. Su batalla es presionar al primer ministro, Boris Johnson, hacia el brexit más duro posible.

En el congreso de la formación que se celebra en Mánchester, ese grupo ha dejado claro que están dispuestos a tumbar cualquier acuerdo al que pueda llegar Johnson con la Unión Europea si no satisface sus exigencias, como ya hicieron con el pacto al que llegó la anterior jefa de Gobierno, Theresa May. “No quiero nada más que ver levantarse el sol el 1 de noviembre en un país libre”, declaró en uno de los eventos paralelos al congreso tory (conservador) Mark Francois, vicepresidente del Grupo de Investigaciones Europeas (ERG), un laboratorio de ideas que, a pesar de su nombre, congrega a los conservadores más euroesépticos.

La necesidad de abandonar la UE cuanto antes domina la mayoría de los discursos que se pronuncian en el complejo de convenciones Manchester Central, decorado para la ocasión con grandes pancartas con el lema: “Vamos a ejecutar el brexit”.

Pasa desapercibido, en cambio, el modesto cartel en uno de los muros del edificio que recuerda que el centro se construyó con ayuda del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder). También pasan inadvertidas estos días las voces de los 21 diputados tories que fueron expulsados del grupo parlamentario en septiembre por oponerse a un brexit duro. Los principales dirigentes del partido respaldan en sus intervenciones la línea oficial marcada por Johnson y aseguran que el Reino Unido va a abandonar la UE con o sin acuerdo el próximo 31 de octubre.

Johnson continúa tratando de negociar un nuevo acuerdo con Bruselas, pero si el diálogo no fructifica antes del 19 de octubre se activará una ley para obligarle a pedir una nueva prórroga a la salida de la UE.

Mientras siguen los contactos entre ambos lados del canal de la Mancha, la televisión pública irlandesa ha filtrado un documento que detalla una supuesta propuesta de Londres para sortear la controvertida salvaguarda para el Úlster, el principal escollo en el diálogo. Según ese documento, el Gobierno británico quiere establecer controles aduaneros a diez millas de la frontera entre Irlanda y la región británica de Irlanda del Norte. Dublín ha rechazado de plano esa propuesta, mientras que Johnson se apresuró a aclarar que el documento aireado es antiguo y no refleja la postura actual de su Gobierno.

nueva oferta El primer ministro avanzó que planea enviar proposiciones actualizadas a Bruselas en los próximos días para tratar de desencallar las negociaciones. “Vamos a hacer una muy buena oferta y la vamos a poner sobre la mesa muy pronto”, avanzó Johnson. Advirtió, sin embargo, de que su plan puede estar aún alejado de las pretensiones de la UE, que quiere que el Úlster siga en el mercado único tras el brexit de manera indefinida para evitar una aduana mientras no se encuentre una solución alternativa, como un acuerdo de libre comercio entre el Reino Unido y la UE. “Hay dificultades para intentar mantener a Irlanda del Norte en la unión aduanera (de la UE) porque una de las cuestiones básicas que implica ser un país es que tienes un solo perímetro fronterizo”, comentó Johnson en una entrevista. Para el primer ministro, la “realidad” obliga a que haya algún tipo de controles en Irlanda.

Desde la oposición, el líder en la Cámara de los Comunes del Partido Nacionalista Escocés (SNP), Ian Blackford, considera que el tipo de propuestas que está enviando Londres a Bruselas demuestran que Johnson “no habla en serio cuando dice que quiere un acuerdo”.

Pérdidas millonarias en Dover

Comercio marítimo. El director del puerto de Dover, Doug Bannister, advierte de que una salida sin acuerdo rebajaría el tráfico comercial en sus instalaciones en unos 1.000 millones de libras (1.120 millones de euros) a la semana. “Así de crítica es la situación. Si no hay acuerdo, no va a estar todo bien, aunque la gente está haciendo todo lo que puede para asegurar que el Reino Unido continúe comerciando”, señaló el responsable del puerto más cercano a Francia en las islas británicas. El secretario de Estado de Transporte, George Freeman, confirma que el Gobierno calcula que un brexit “duro” recortaría a la mitad el tráfico en Dover durante tres meses.