Pamplona - El próximo jueves por la tarde arrancará la campaña electoral para el 10 de noviembre. Será la tercera en apenas ocho meses tras dos citas con las urnas que han servido para renovar todas las instituciones. Generales, autonómicas, municipales, europeas y nuevamente generales se han sucedido en un intenso año electoral que sin embargo no ha servido para desbloquear la situación política en Madrid, donde impera una campaña permanente en la que resulta difícil discernir entre el periodo propiamente electoral del debate político ordinario.

Será en cualquier caso una campaña más breve que las anteriores, limitada por la nueva legislación que pretende reducir el coste económico de una repetición electoral, y en la que los partidos tratarán de movilizar a un electorado cansado de la disputa política estéril. Por lo que difícilmente se repetirá la participación que dejó la llamada a las urnas de abril, superior al 75%, y que va a obligar a los partidos a hacer un esfuerzo de movilización adicional con una campaña que previsiblemente girará en torno a tres ejes principales.

La participación Es seguramente la clave de las próximas elecciones. Sobre todo en el electorado de izquierdas, que hace ocho meses acudió a votar en masa para evitar que la ultraderecha pudiera condicionar el Gobierno de España, pero que ha visto cómo la mayoría parlamentaria lograda el 28 de abril no se ha traducido en la formación de Gobierno progresista. La frustración que la legislatura fallida ha provocado en una parte de la población puede reducir el número de votantes, lo que se puede traducir también en una menor representación parlamentaria. Por lo que las apelaciones a la importancia del voto se van a repetir en los próximos días.

A ello hay que unir la complejidad del mapa territorial, donde en la práctica se suceden 52 elecciones diferentes -una por circunscripción- con diferentes partidos en liza en cada una. El tradicional bipartidismo ha dado paso a un multipartidismo con hasta seis fuerzas políticas con opciones de lograr representación en el caso de Navarra, lo que hace de la composición final del Congreso una gran incógnita. Cualquier variación aunque sea mínima en el porcentaje final de voto, o incluso en el orden en el que quede finalmente cada partido en cada una de las circunscripciones puede condicionar el resultado final.

El voto estratégico Será por lo tanto una campaña atípica, tanto en duración como en mensaje. Los electores no van a tener que valorar una acción de gobierno concreta puesto que no ha pasado ni un año desde las últimas elecciones, por lo que el posible cambio de voto en un espacio de tiempo tan reducido va a estar más ligado a la responsabilidad del bloqueo y a las posibles salidas a medio plazo que a cualquier otra cosa. Y eso hará que los partidos apelen más a un voto estratégico que al fondo ideológico.

El debate estará centrado así en las razones por las que una sigla es más efectiva que otra de cara a cumplir los objetivos previamente fijados. Así se está dejando ver ya en los mensajes que desde hace algunas semanas vienen emitiendo los principales partidos políticos. Ya sea para garantizar un Gobierno de izquierdas (Podemos); salir del bloqueo y lograr estabilidad institucional (PSOE); cambiar al presidente (PP); condicionar la política territorial (Ciudadanos) o propiciar un giro a la derecha (Vox).

Todo en un escenario en el que después de 10-N van a ser imprescindibles las alianzas electorales. Un elemento clave que ha quedado sin resolver en la última legislatura motivando la repetición electoral, y que volverá a ser determinante para decidir la conformación del próximo Gobierno. Ya sea en coalición o con apoyos parlamentarios.

En clave navarra Con el Gobierno de España en juego y los principales medios volcados en los partidos de ámbito nacional, el debate local quedará previsiblemente en un segundo plano. Sin embargo, Navarra también celebrará sus propias elecciones a las Cortes Generales como circunscripción única, en las que tiene que elegir cinco diputados y cuatro senadores por los que diputarán seis fuerzas políticas: Navarra Suma, PSN, Unidas Podemos, EH Bildu, Geroa Bai y Vox.

Las elecciones llegan además sin que el nuevo Gobierno foral haya cumplido sus cien días de gracia, obligado a afrontar una nueva campaña electoral que no solo va a poner a prueba su cohesión interna. También su capacidad para resistir los ataques que van a llegar desde Madrid por parte de la derecha con el ánimo de desgastar las opciones de Pedro Sánchez. Porque Navarra, una vez más, volverá a ser arma arrojadiza en el debate partidario en Madrid, con el riesgo de acabar convertida en un mero objeto de negociación en la posterior política de alianzas.