pamplona - La opción de una gran coalición al estilo alemán entre el PSOE y el PP ha sobrevolado la política española desde el comienzo de la descomposición del bipartidismo hace un lustro, cuando la irrupción de nuevas formaciones políticas comenzó a dificultar la gobernabilidad en el Estado. Ahora, tras una crisis institucional que ha llevado a las cuartas elecciones generales en cuatro años, la hipótesis de un acuerdo entre socialistas y populares vuelve a cobrar fuerza de cara al escenario que arrojen las urnas el 10-N.

En Unidas Podemos temen que Pedro Sánchez mire al PP en caso de que tras los comicios vuelva a tener difícil la reelección, y descarte definitivamente un Ejecutivo de perfil de izquierdas. En esa tesitura, el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, reclamó ayer al líder socialista un compromiso previo de que no pactará con la derecha. Los morados quieren así que Sánchez rechace públicamente un acuerdo de legislatura o investidura con los de Pablo Casado.

Iglesias reconoció en un acto de precampaña en Oviedo que teme que el plan de los socialistas sea “sacar de la ecuación” de un pacto a Unidas Podemos, y apostar por el contrario por un acuerdo con los populares. A su juicio, Sánchez da muestras de avanzar en esa línea, como evidencia la propuesta económica a la UE que incluye medidas escoradas a la derecha.

Iglesias sospecha que la estrategia del PSOE es intentar “hundir” a Podemos y reforzar su victoria, para después pedirle el apoyo a Pablo Casado para evitar unas terceras elecciones. Según el líder Podemos, ese es el motivo por el que durante la precampaña los socialistas han optado por relegar asuntos como los desahucios, el derecho a la vivienda o la incipiente crisis económica, para centrar el discurso en Catalunya o “la momia”, en referencia a la exhumación de Franco.

En el PSOE dan largas y no quieren cerrar ninguna puerta, sabedores de que no lo tendrán fácil tras los comicios. En este contexto, la hipótesis de un pacto con el PP gana enteros ya que, a tenor de las últimas encuestas, los socialistas se quedarían lejos de sumar mayoría con Ciudadanos, mientras que con Unidas Podemos las relaciones siguen bajo mínimos y volverían a depender de los independentistas catalanes, más reacios ahora a facilitar la gobernabilidad en el Estado tras lo ocurrido en Catalunya en las últimas semanas. Por tanto, para Sánchez acercarse al PP podría ser la única alternativa a unas terceras elecciones si la distribución de los bloques en el Congreso vuelve a ser similar a la de abril. Voces socialistas ya han apuntado en esta dirección, como Felipe González en un encuentro con Mariano Rajoy o, más recientemente, Patxi López, que agradeció a Antonio Basagoiti su apoyo para ser lehendakari en 2009 y lamentó que Casado no tenga una predisposición similar con Sánchez.El líder socialista recuperó ayer el discurso de la pinza y acusó al resto de formaciones, tanto a las de su derecha como a las de su izquierda, de aunar esfuerzos para impedirle gobernar. Así, en el acto de presentación de la campaña del PSOE para el 10-N -que lleva como lema Ahora sí-, urgió a la movilización del electorado para derribar el “muro” que representa el actual bloqueo político y mediante el cual los demás partidos “impiden avanzar” en la senda de las reformas que a su juicio necesita el país.

El líder socialista argumentó que para superar los desafíos a los que se enfrenta el Estado, los votantes deben derruir el bloqueo en el que asegura que participan partidos de muy diverso color político (entre ellos nombró a las tres derechas, a los independentistas y a Unidas Podemos), pero que tienen un objetivo común: “que no gobiernen los socialistas”.

Por ello, reclamó al electorado que aglutine el voto en torno al PSOE en los comicios del próximo mes, para que el 11 de noviembre “España amanezca con un Gobierno estable” que pueda arrancar la legislatura. “El momento es ahora”, dijo en un breve acto en un hotel de Madrid, haciendo referencia al lema de campaña. En esa línea, Sánchez defendió que es la hora de un Ejecutivo “fuerte” que dure cuatro años y que sea capaz de convertir España en un país “más moderno”, lo que a su entender no quieren ni las tres derechas ni las formaciones soberanistas.

En términos similares, el presidente del Gobierno en funciones se presentó como el único candidato que cuenta con un proyecto con la vista puesta en el largo plazo, frente al resto de fuerzas políticas cuyo plan “no va más allá de las dos semanas”. - D.N.