Hace poco menos de un año el debate político estuvo entretenido en interpretar la fotografía de la secretaria general del PSE, Idoia Mendia, brindando con Arnaldo Otegi en una sociedad gastronómica con motivo de la Navidad. El encuentro lo había producido, literalmente, El Diario Vasco, que utilizó la imagen para una de sus portadas con el titular “La mejor receta de la política”. Esa foto llegó a ser mentada en debates parlamentarios en el Congreso, concretamente en las dos investiduras fallidas de Sánchez que vieron este 2019 ya agonizante. Elevar a categoría el hecho y espetar una rotunda conclusión política de la imagen resultaba muy fácil para algunos: el PSE, partido con amplio victimario, colegueaba con un condenado por pertenencia a banda terrorista. Víctimas y verdugos pillados en promiscuidad. Y como Mendía era jefa, descartado estaba el error por ingenuidad. En lo que nadie reparó es en el promotor del encuentro y la foto, en el medio que juntó a ambos políticos. En efecto, El Diario Vasco es la cabecera guipuzcoana del grupo Vocento, cuyo estandarte más relevante sigue siendo el diario ABC. Justo este periódico madrileño -que a mi juicio es de lo más deplorable, ejemplos podría poner en primera y tercera persona- es el que representa más que nadie la idea de que los de Otegi han de pagar eternamente el haber constituido el entramado político que tiempo atrás daba sustento y extendía socialmente la acción de ETA. De manera que la opinión publicada en el ámbito referencial de la derecha, donde opera el ABC, exige el repudio del socialismo de Mendía por sometimiento a indeseables, mientras el negocio periodístico que sustenta esa opinión es quien le pone una copa de txakolí en la mano para que la comparta con el repudiado. Ninguno de los opinadores que aún quedan en el medio quiso mentar al sponsor de la francachela, ni en las páginas del rotativo ni en las aguerridas tertulias que menudean.

Viene a cuento resucitar la fotografía y a su ilustre promotor porque ha sido mentada de nuevo en relación con las dos imágenes que esta semana más impacto han tenido, la de Chivite sentando en su mesa presidencial a Ruiz Jaso y Araiz, y la de Lastra y Ábalos atendiendo en despacho oficial a Rufián et al. Se teje el presupuesto de Navarra y la investidura de Sánchez. En ambos espacios es el Partido Socialista el que tienen que atraer la voluntad de estos socios necesarios. Si en Navarra no hubiera presupuesto es obligado creer que tendríamos que ir a unas nuevas elecciones, porque no parece que a estas alturas haya cuajo como el que tuvo Barcina (juro que había pensado no citarla más veces, pero en esto se me hace inevitable) para mantenerse en el despacho tras tres prórrogas. Si Sánchez no consigue la abstención de ERC, es forzoso creer que habrá terceras elecciones, estas en primavera, ya hemos votado en verano, otoño e invierno. En ambos escenarios, además, el PSOE y su hijuela local el PSN están optando por una determinada fórmula, han hecho una elección. No creo que demonizar a EH Bildu o a ERC sea muy congruente con reconocer la obviedad de que son partidos legales y alcanzan una representación legítima usando las mismas reglas que los demás, como bien sabe El Diario Vasco de Vocento. Pero sí es valioso señalar la voluntad de quien elige, y recordar a la vez que elegir consiste en rechazar lo que no se elige. Decía el portavoz Remírez, en una de sus frases de ocasión, que “para nosotros lo importante no es el con quién sino el para qué”, cosa que obviamente no diría si Vox estuviera en el Parlamento foral. La realidad es menos pueril: sabe el PSN que tiene dos caminos alternativos y decide deambular por uno de ellos. Será que lo consideran más sencillo o más congruente con su esencia política. En Madrid, tres cuartos de lo mismo. Amamantado Podemos con los ministerios, ahora queda completar la mayoría, y sólo ERC puede ofrecer lo necesario para recorrer el último kilómetro hasta la investidura. El PSOE repudia a un PP que, en análisis estricto de la realidad, cuando gobernó tuvo a un ministro de Hacienda propio del Partido Comunista y no derribó las leyes más canónicas del zapaterismo, memoria histórica, aborto o violencia de género. Escuché hace tiempo una frase que me acompaña a menudo: “No hay elecciones buenas o malas; lo bueno o lo malo es lo que hagas con la elección”. Te la presto, Javi.