las vueltas que da la vida. En tiempos de Aznar el PP pidió a su entonces aliado navarro que prestara aquellos dos diputados -Del Burgo y Lapazarán- para que Coalición Canaria pudiera componer grupo parlamentario. Había que pagar ese precio (y algún otro relacionado con los aranceles de los plátanos) a cambio de futuros apoyos, y se pensó que la única posibilidad reglamentaria era hacerlo con cargo a quienes habían tenido presencia electoral con una marca distinta a la de Génova. Aquello supuso un precio severo. A Jaime Ignacio, cuya participación en el asunto fue esencialmente tratarlo con la lealtad y elegancia política con la que acostumbra, le endosaron en Pamplona la mácula de haber pertenecido por unas horas al Grupo Canario en el Congreso, y fue pasto de las tiras cómicas. Más aún, aquel momento supuso una de las primeras oportunidades para que Sanz murmurara, siquiera fuera sotto voce, contra ese PP que había mancillado la virtud de unos diputados que lo eran por UPN y que por entonces pertenecían orgullosos y con plenos derechos al Grupo Parlamentario Popular. La inquina comenzó a germinar, hasta que tiempo después llegó el mafioso Pepiño con una oferta para el propio Sanz que no se podía rechazar, pero esa es otra historia. El caso es que lo que entonces parecía ignominia hoy se presenta como espacio político natural: los dos diputados de UPN quieren componer con la representante canaria (y el de Teruel, y el de Revilla, y el de Asturias) grupo parlamentario propio. Las ventajas de operar como vasito de macedonia son muchas. Dispondrían de más tiempos y espacios para intervenir, más dinero, más despachos, huecos rutinarios en RTVE, más personal de apoyo, e incluso coche y conductor para desplazamientos. Como guinda, el día que venga de vista el emperador de Japón será invitado su portavoz a la cena oficial en el Palacio Real; yo no me pierdo la imagen de Letizia recibiendo la elegante reverencia de Sayas, que seguro supera la que le hizo a Mariano en el patio del Congreso el día de su última investidura. En tiempos de Aizpún se llamaba pacto del cachirulo a aquel espacio que UPN pugnaba por ocupar junto al Partido Aragonés y Unión Valenciana al margen de los grandes partidos nacionales. Al pretendido nuevo grupo parlamentario no lo quieren denominar con la referencia de ningún atuendo típico, sino España Plural. También se recuerda la respuesta que durante años daba Sanz a aquellos que decían que si algo era plural, era precisamente la Comunidad foral: “Navarra no es plural, Navarra es singular”, afirmaba con coraje el expresidente. Otros tiempos, misma desorientación.

Congreso regionalista en lontananza y, saltándose las costumbres tradicionales, ya se erigen dos candidatos a la presidencia aun sin haberse siquiera concretado una fecha para el cónclave. Esparza arrostra la imagen de la derrota y es imposible que ofrezca a los suyos más de lo que ya les ha dado, pero seguramente tendrá en su mente la imagen de un Rajoy cuya victoria llegó tras dos fracasos. En el otro lado culebrea Sayas, que estos días destapa sus intenciones ante quienes cree que le pueden ayudar en el asalto, con lo que no parece que la suya sea una candidatura táctica sólo para consolidar un espacio particular en Príncipe de Viana. El hoy diputado es probablemente el político más desagradable que hay en Navarra, y no es descartable que los suyos comentan el mismo error que otros partidos perpetraron antaño, preferir al que coleguea con la militancia en detrimento de quien podría liderar una parte mayor de la sociedad. Sería el final de UPN, pero eso ya parece importar muy poco a muy poca gente. Los regionalistas han pasado a ser un elemento más en el paisaje político navarro, en ningún caso un referencia interesante. No crecen, y por lo tanto decrecen. La prueba es la ausencia de un mensaje señalizador sobre las intenciones que tienen para el futuro con ese consorcio de intereses llamado Navarra Suma. No se ha escuchado idea alguna sobre si la plataforma tiene vocación de mera marca electoral o por el contrario puede llegar a ser un instrumento para la refundación del espacio político y social del centro derecha navarro. Pensar estratégicamente es complicado y excesivo para quienes están acostumbrados a desempeñar política de mesnadas. Lo fácil es dejar que el cansino presidente de la Cámara de Comercio te diga de vez en cuando lo que tienes que hacer.