san sebastián - Se cumplen dos meses de la sentencia del procés

-Bueno, tirando? La sentencia me cayó encima como una roca y me dejó medio tonta. He tenido que ir reaccionando. Es duro ver luego el panorama, afrontar esta condena y a partir de aquí ver las opciones que da la Ley Penitenciaria para que esto sea más o menos llevable y dibujar el futuro.

¿Qué tal se encuentra al señor Forn?

-Es una persona con capacidad de mirar hacia adelante e ilusionarse por el futuro, y con capacidad de luchar contra el derrotismo. Él está bien. Claro, la última polémica sobre la progresión de grado, en vísperas de Navidad, etc, le deja a uno tocado, pero dibuja con ilusión su futuro. Es muy consciente de que su etapa política ha finalizado, lo tiene clarísimo, y está ilusionado en sus proyectos futuros. Su compromiso y lucha por el país seguirá de otra manera, desde otra vertiente, y piensa en su proyecto profesional, una salida. Acaba de publicar un libro que hemos presentado hace 15 días?

¿En estos meses qué es lo que más le ha reconfortado y dolido?

-Lo que más ha dolido es darme cuenta de que cae el último puente, la última oportunidad que tenía España de ver lo que aquí pasó y pasa. Nosotros, muy en el fondo, veíamos el juicio como una oportunidad, por eso batallamos el juicio, la defensa y quisimos esta oportunidad para que más o menos se nos escuchara y se buscara la verdad. No ha servido. Queda la sensación de que era un teatro y de que España tenía la intención de romper los puentes: nos quiere sumisos, humillados y súbditos. No va a haber más oportunidades, es mi sensación. Mi marido siempre dice que oportunidades siempre hay, que se pueden construir y que el diálogo es la vía, pero mi sensación es que hay una desafección total y de que a partir de la sentencia los caminos son muy, muy, muy difíciles, porque esa sentencia no pretendía más que vengar. La encuentro muy humillante.

¿Y lo bueno?

-La gente ha respondido, sigue ahí, hablamos de un país creativo en sus reivindicaciones y ha visto lo que nunca va a aceptar: una manera de funcionar del Estado heredado de unos tiempos que la gente no quiere. Los jóvenes han tomado el relevo de la causa, porque al final este país será lo que quiera ser.

Usted también es activista por los derechos humanos. ¿Qué ha sido lo más flagrante de estos dos años desde octubre de 2017?

-La poca vergüenza. Sabíamos que la Transición fue una manera de hacer las cosas más o menos confortables, de que el sistema aguantara, pero estaba ahí debajo, con ese imperialismo de Estado que desprecia, que bajo el concepto de unidad quiere una uniformidad inexistente. Pensaba que tras tantos años de supuesta democracia tendrían un mínimo de vergüenza y habría unos mínimos para cubrir el expediente, pero ni eso. Abusan del poder sin escrúpulo y ni se les suben los colores. Sorprende.

Habla de puentes rotos. ¿Ve en las conversaciones de investidura una oportunidad o llega demasiado tarde?

-Cuando me entrevistan intento ser un poco prudente, porque siempre hay que ver oportunidades, pero soy escéptica, que es mi opinión personal y no tiene por qué ser la de mi marido. Soy tremendamente escéptica, aunque no quiero despreciar la política porque es la mejor herramienta para solucionar estos problemas y hacer entre todos una sociedad confortable de la que nos sintamos todos parte. Hay que confiar en la política a pesar de que nos defraude. Soy muy escéptica.

¿Un posible indulto es una solución o una trampa porque supone asumir un delito?

-Me interesan los debates que no sean estériles. Ellos no van a pedir perdón por algo que no han hecho ni bajar la cabeza, porque están repitiendo que salen más determinados en su compromiso que antes. Supongo que la política tiene que buscar maneras de desencallar esto. Hay que ser coherente con lo políticamente asumible. Ellos no van a renunciar a sus principios ni la causa va a renunciar a lo que empezó.

¿Cómo afronta la conferencia de esta tarde?

-La solidaridad vasca me ha confortado enormemente y me ha hecho reflexionar en muchas ocasiones. El País Vasco ha tenido muchos momentos, momentos muy duros, y que a posteriori ha habido vulneraciones de derechos de escándalo. Nosotros al final nos hemos mantenido en nuestro pequeño confort de territorio y quizá no hemos expresado tanto la solidaridad como la que estoy recibiendo yo desde allí. Siempre que he tenido llamadas para acudir, aunque mi vida es complicada porque me supone tener que dejar el trabajo y demás, intento responderlas, porque hay un tema más allá de la autodeterminación, que es un tema de derechos y respeto de pueblos y personas. Ahí sí nos podemos encontrar, hacer muchísimo camino juntos. Justo este miércoles en Barcelona hay un acto coincidiendo con un partido de fútbol (el Barcelona-Real Madrid) y tengo todo mi entorno supermovilizado. Les extraña incluso que me vaya, pero me comprometí y lo tengo claro. Estaré en Donostia porque es un acto que pretende dar luz y abrir ojos, buscando complicidades con lo que aquí se empezó y ver si tiene más recorrido, para ver si en ese recorrido hay complicidades y recorrer caminos juntos en defensa de libertades y derechos.