Seis meses después de su estreno, Presupuestos a punto de ser aprobados con apoyo de EH Bildu. No es un mal balance en la todavía corta andadura de una nueva experiencia progresista en Navarra, tras el Gobierno de Barkos. El motor del nuevo Ejecutivo gira a buena marcha, aunque se detectan algunos ruidos aerodámicos y algún roce de bielas, que pueden deberse a desajustes subsanables, o si fuesen a más, penalizar el confort.

Hace medio año, en medio de la presión conservadora, la conformación del Gobierno fue un test de estrés para la cúpula del PSN, que mostró una determinación reconocida por propios y extraños, superando dudas y reticencias en Ferraz, y gestionó sin grandes dificultades la coyuntura electoral de noviembre, saldada con el abrazo entre Sánchez e Iglesias, un mal resultado del PP y el hundimiento de Ciudadanos. En definitiva, con sal en la herida de Navarra Suma.

Disueltos los iniciales entuertos, tocaba demostrar que la apuesta estratégica del PSN y Geroa Bai funcionaría en el día a día dentro de un Gobierno que al contrario que el anterior, no goza de mayoría absoluta. En otoño muchos ojos se posaron en Uxue Barkos, para ver cómo encaraba el reto de dejar la presidencia y reconvertirse en portavoz, asumiendo un cambio drástico de rol. En ese tránsito, que requería un reseteo nada sencillo, Barkos ha salido más que airosa. El liderazgo y el protagonismo del nuevo tiempo corresponde a la socialista María Chivite, que de acuerdo con la lógica democrática, debe gobernar desde su personalidad, convicción y estilo dentro del marco del acuerdo programático.

lIDERAZGO DE CHIVITE

Su faceta interna

Chivite ha mostrado un tesón nada desdeñable en su carrera política. Ese empeño, ahora como jefa del Gobierno, lo focaliza en "marcar objetivos y sacarlos adelante", tratando de liderar un Ejecutivo eficaz y cohesionado partiendo de la premisa de unicidad. "Esto es un equipo, independientemente de dónde provenga cada uno, y el equipo tiene que funcionar", apunta Chivite a este periódico. La líder del Ejecutivo procura imprimir cercanía a su relación con cada consejero, asume el peaje de ser más conocida por su mayor exposición pública, y las exigencias de una agenda intensa. Por eso, todos los miércoles, víspera de los plenos, aprovecha para despachar con los dos vicepresidentes: Javier Remírez y José María Aierdi a la hora del almuerzo. A "Javi", compañero de generación del partido, le conoce desde hace más veinte años. En cambio, a Aierdi le ha descubierto en estos meses. "Estoy encantada con José Mari, con el que me resulta muy fácil trabajar", remarca. La presidenta le califica de "persona sencilla, cercana y trabajadora" con la que se siente "muy identificada". No es un elogio baladí. La cohesión y la coordinación del Gobierno se basa en buena medida en el engranaje entre la presidenta y los vicepresidentes, y en su capacidad de amortiguación en terrenos bacheados.

entente entre vicepresidentes

Temperamento similar

Remírez y Aierdi son dos propulsores claves. Sus despachos, situados en la primera planta del Palacio de Navarra, son contiguos, pero la complicidad entre los vicepresidentes se debe sobre todo al carácter sosegado de ambos, y su sentido de del trabajo político. "Ha surgido una química", admite Javier Remírez, que además de la vicepresidencia y de una potente consejería, asumió la portavocía del Ejecutivo, donde transmite esa misma tranquilidad. El pasado miércoles, Remírez se encontraba de viaje en Madrid, y precisamente su portavoz sustituto fue José María Aierdi. El vicepresidente segundo participa de los almuerzos de los miércoles, "comidas rápidas y entre papeles" sin salir del Palacio, que sirven para "poner en común la valoración de la marcha del acuerdo" dentro del propio Ejecutivo, independientemente de las reuniones de los partidos. Para Aierdi, la apuesta de Geroa Bai "por ensanchar el centro progresista de Navarra es estratégica, no coyuntural". Así que admitiendo que el actual acuerdo parte de unas bases diferentes" a las de 2015, Aierdi cree que "no hubiera sido posible" sin lo sucedido en la anterior, como asiento de cambio. Ahora, además, reforzado por la conformación de un gobierno de coalición en el Estado. Todo ello genera que a pesar de "problemas puntuales, por posiciones políticas diferentes", vislumbrados especialmente en "la implantación del euskera" en Navarra, el ensanchamiento de la cuestión simbólica, y ciertas discrepancias con Educación, se reafirme el valor de lo alcanzado. "En términos globales, la cohesión que mantiene el Gobierno es importante", concluye el vicepresidente segundo, que habla de "buena relación personal" entre el equipo del Gobierno y una relación política que "también va permitiendo dar respuesta a problemas estructurales de esta Comunidad". Y cuando el pegamento entre el PSN, Geroa Bai y Podemos no agarra con toda la solidez, el tono y contenido de Navarra Suma suele contribuir a empastar al Ejecutivo. "Esta huida al monte de la derecha", según Aierdi, no deja alternativas, y conduce al acuerdo que ha asentado cinco años después una mayoría política progresista en Navarra. "Mientras sigan en ese juego, nos lo van a poner todavía más fácil", concluye Aierdi. Si bien su diagnóstico contrasta con un análisis más ambivalente en el seno de Geroa Bai, donde se critica una falta de diligencia del PSN en cuestiones organizativas y procedimentales. Preocupación a la que se suma la divergencia con algunas decisiones de los socialistas, y la contrariedad con actitudes renuentes al consenso dentro del Departamento de Educación. Todo ello no es óbice para que en el balance global se destaquen los "elementos más que positivos" en el trecho recorrido y se hable de una relación muy engrasada en el grueso de los departamentos.

de sarrollo económico

La perspectiva de Manu Ayerdi

El consejero de Desarrollo Económico y Empresarial es junto a Ana Ollo, un superviviente del Gobierno de Barkos. Y se muestra satisfecho con la cohesión interna que va alcanzando el Ejecutivo de Chivite. "El ensamblaje va razonablemente bien", resume, y alaba "la muy buena disposición de todos y todas y se genere un equipo, porque al final es la clave". Cuenta como anécdota que los consejos de Gobierno "son un poquito más rápidos que la legislatura pasada" y que a su término se abre un café distendido que sirve para ir "estrechando el contacto". El consejero recuerda que en esa "especie de gran trasatlántico que es la Administración" hay que procurar también el engranaje de los equipos directivos de los departamentos. Lo explica con ese sosiego tan suyo que parece ser al mismo tiempo una de las tonalidades predominantes del Ejecutivo. A su juicio, "lo que prima" tanto en este Gobierno como en el anterior es una "vocación de ser útiles", y cree positivo ese perfil "propositivo, pedagógico y explicativo". Ayerdi no es novel y sabe que la crítica, a menudo altisonante, les va a intentar desgastar. En ese clima, a menudo ingrato, recomienda "ser fiel y honesto con uno mismo, repetirse mucho para qué uno está aquí, cuál es el fin de asumir una responsabilidad como esta, concentrar tus energías en tratar de hacer cosas útiles, desde una mirada muy colaborativa" y receptiva, de cara a labrar un terreno de posibles aproximaciones. "Tratar de alejarse de la crítica política, dura y que no contribuya mucho a construir cuestiones útiles en el largo plazo, valorar mucho la crítica constructiva, siempre interesante y respetar mucho a todo el mundo, que es fundamental".

el factor podemos

Luchando por incidir

Eduardo Santos, consejero de Políticas Migratorias y Justicia, es consciente de la dificultad que comporta estar en un Gobierno donde Podemos es casi la excepción. "Obviamente no tienes otra opción que establecer alianzas políticas y relaciones personales, y abrirte. ¿Eso es un esfuerzo mayor que si yo estuviera con cuatro consejeros o consejeras de mi partido? Indudablemente sí", lo que requiere de "capacidad política, audacia y negociación". Al hilo de las posibles tensiones en el transcurso de la legislatura, Santos las engloba en la lógica del día a día, y en el hecho irrefutable de que "no todo se puede prever", pero sí afrontar con "metodología y diálogo". Y cree que su condición de secretario general de Podemos, además de la de consejero supone un "plus" en su peso político. El contexto en el Estado sopla a favor, tras la coalición entre el Partido Socialista y Unidas Podemos, que ha llevado al Consejo de Ministros a Iglesias, Montero y Garzón. "Eso respalda muchísimo la decisión que se tomó aquí", apunta Santos, que celebra esa nueva "sintonía en la cual no eres una nota discordante en el panorama general".