l 6 de junio de 1984, el entonces senador del PNV Joseba Elosegi rescataba del Museo del Ejército español en Madrid la ikurriña del Batallón Itxarkundia, que se exhibía como un botín de guerra de las tropas franquistas. Elosegi nunca declaró dónde guardó el símbolo de la guerra recuperado del Ejército, pero, según describía en su blog el también exsenador jeltzale Iñaki Anasagasti, el capitán del batallón de gudaris al que perteneció la bandera incautada por las tropas de Franco era uno de sus íntimos amigos y, probablemente, se la restituyó a él por propia iniciativa.

Apenas cinco días después, en la celebración del Gudari Eguna en Andoain, y ante miles de personas, Elosegi afirmó que "no hemos robado la ikurriña, la hemos recuperado. No volverá donde estuvo prisionera durante cuarenta y tantos años". También dio a entender que la enseña estaba ya en Iparralde.

Aquel hecho quizá no tuvo una excesiva repercusión -los medios españoles trataron de pasar de puntillas-, pero sí sirve para comprender la personalidad de Joseba Elosegi, un hombre comprometido con la causa vasca y la ikurriña.

Catorce años antes del hecho acontecido en el Museo del Ejército se produjo otra acción, incluso más espectacular, de nuevo con Elosegi como protagonista. El 18 de septiembre de 1970, fecha inaugural del Campeonato del mundo de pelota, Elosegi acudió al frontón de Anoeta de Donostia y, tras rociarse el cuerpo con alcohol, se prendió fuego y se lanzó en llamas, desde una grada, ante la tribuna presidida por el dictador Franco, al grito de "gora Euskadi askatuta". Elosegi resultó gravemente herido y tras estar 20 días hospitalizado, ingresó en la cárcel de Carabanchel, donde permaneció hasta 1975.

En sus memorias, recopiladas bajo el título Quiero morir por algo, Elosegi explicaba el por qué de la acción del frontón donostiarra y lo que buscaba con ello. "No pretendí matar a Franco. Hombre ya caduco, cuyos partidarios lo sostenían a la fuerza de pie, para mantener el mito. Era mera figura decorativa", reconocía. Elosegi era sabedor de que la muerte podía ser su fatal sino, y aunque no la deseaba, era consciente de que su acción podía provocarla. Tampoco era su objetivo atentar contra Franco, sino devolverle aquello que era suyo. "Yo quería que Franco sintiera aquel fuego que provocó en Gernika para destruir la villa santa de los vascos. Aquel fuego que juraba había sido encendido por nosotros los gudaris para desacreditarnos ante el mundo. Y yo quería llevarle aquel fuego, porque era suyo€", aseguraba.

Joseba Elosegi Odriozola nació en Donostia el 6 de diciembre de 1915. Realizó estudios de profesorado mercantil en la capital guipuzcoana y de Bellas Artes en París. Como militante del PNV, fue capitán de gudaris del Batallón Saseta y comandante del ejército republicano en Catalunya.

Elosegi fue testigo excepcional del bombardeo de Gernika por parte de la Legión Cóndor en abril de 1937. Solo contaba 22 años y era el capitán de la compañía de gudaris que se encontraba acantonada en la villa foral. Vivió impactado esta experiencia de guerra cuya crueldad le marcó para siempre.

Fue hecho prisionero en Limpias y encarcelado en El Dueso (Santoña). Condenado a muerte y posteriormente trasladado a la cárcel de Larrinaga, allí fue canjeado el 20 de enero de 1938. De Hendaia, los gendarmes le llevaron a Barcelona. Se alistó en el ejército republicano, luchó en Segre y Ebro y fue teniente coronel. Tras la caída de Catalunya pasó a Francia en 1939. Residió en Sette e Iparralde donde le sorprendió la II Guerra Mundial. El Gobierno vasco le movilizó a la Francia ocupada para organizar servicios de inteligencia contra los nazis. Finalizado el conflicto, continuó colaborando en actos de la resistencia vasca al franquismo.

Elosegi se acomodó años después a los tiempos de paz, pero sin renunciar a defender sus ideales nacionalistas. Como buen hombre de acción llevó a cabo, mucho antes que su famosa hazaña a lo bonzo, otra actuación individual al menos igual de arriesgada. Fue el 18 de julio de 1946, en el décimo aniversario del comienzo de la guerra. El excapitán de gudaris lo celebró escalando la torre de la catedral donostiarra del Buen Pastor, en cuyo pararrayos colocó una enorme ikurriña.

Dos años después de rescatar la ikurriña del Museo del Ejército protagonizó otro incidente cuando dio la vuelta a un retrato del general Franco, que se encontraba junto al del rey Juan Carlos I, en la cámara de oficiales de la base naval de Rota, adonde acudió para presenciar, junto a otros parlamentarios, el desarrollo de unas maniobras.

Además, puso en evidencia al Senado después de que fuera aprobada la fórmula para que los parlamentarios jurasen o prometieran la Constitución. Cuando le llegó el turno, dijo: "Sí, prometo, siempre y cuando no se aplique la LOAPA". La mesa de la Cámara alta declaró no válida la fórmula.

En 1986, siguiendo al lehendakari Carlos Garaikoetxea, fue parte del surgimiento de una nueva formación, Eusko Alkartasuna, partido en el que militó activamente hasta su fallecimiento. Murió de un paro cardiaco el 5 de noviembre de 1990, a la edad de 74 años.

En una entrevista concedida a nuestro compañero Iban Gorriti, el exsenador Iñaki Anasagasti, amigo de Joseba Elosegi, con quien había compartido infinidad de vivencias, describía de esta manera al exgudari y exsenador: "Era un tipo cordial, listo, de respuestas ágiles y graciosas, con vida de clandestinidad dilatada. Fue un desobediente toda su vida".