- Medio mundo observa con admiración la gestión de la crisis del COVID-19 realizada por Angela Merkel. La pandemia ha paralizado el proceso de sucesión de la canciller, que cuenta con una aprobación del 83% de los alemanes. Emmanuel Macron deja atrás la caída en picado de las encuestas provocada por su gestión de los chalecos amarillos y en torno a la reforma de la pensión. Otros políticos por accidente como Giuseppe Conte también apuntan su liderazgo. Pero el de Pedro Sánchez desciende.

El presidente de Nicaragua anima a su pueblo a trabajar sin ninguna medida de distanciamiento social porque de lo contario “el país se moriría”. El de Estados Unidos ha llegado a sugerir la inyección de desinfectante para limpiar los pulmones. “Así es la vida”, ha señalado el mandatario de Brasil preguntado por el drástico aumento de fallecidos en su paús. Y -casi- nadie se fía de los datos e informaciones que da el líder de China, origen de la pandemia.

Ante esta falta de liderazgo mundial y solvencia para hacer frente a la crisis del siglo, muchos ciudadanos europeos han aplaudido la gestión de sus gobernantes. Angela Merkel ha contenido la propagación del virus con la detección precoz de casos y la realización de test masivos. La canciller se autoimpuso cuarentena voluntaria tras estar en contacto con un médico que dio positivo, apareció comprando botellas de vino en el supermercado de toda la vida y fue la primera en hablar con franqueza de la situación advirtiendo a sus ciudadanos de que “entre un 60 y un 70%” sufrirían la enfermedad.

Con ello, la popularidad de Merkel se ha disparado. Una encuesta de marzo llevada a cabo por Forschungsgruppe Wahlen señala una valoración positiva del 79% de su gestión. Otra más reciente publicada por la cadena ZDF muestra un apoyo del 83%. Merkel, que vislumbra su adiós de la política en poco más de un año, se iba apagando de forma silenciosa al frente del Bundestag. Pero la científica pragmática que lleva dentro ha salido con fuerza ante esta policrisis. De momento continuará liderando el país hasta las elecciones de 2021, mientras su relevo ha quedado en stand by. El congreso para reemplazar a Annegret Kramp-Karrenbauer como líder de la CDU y potencial próxima canciller estaba llamado a celebrarse el pasado 25 de abril, pero fue interrumpido por el COVID-19.

No peor le marchan las cosas a Emmanuel Macron. El inquilino del Elíseo afrontó la pandemia con sucesivas caídas de popularidad que comenzaron con las protestas de los chalecos amarillos y concluyeron con las huelgas generales por su polémica reforma de las pensiones. Poco antes de la irrupción de la pandemia, el mandatario galo contaba con un índice de aprobación del 29%. A finales de marzo, una encuesta de Harris señalaba que el 51% de los franceses confiaban en él, el mayor apoyo desde su llegada a la Presidencia en 2018. Con la evolución de la pandemia, Macron ha ido modulando su discurso. Empezó con la advertencia de que “estamos librando una guerra”, para pasar tras el pico del virus a un mensaje de unidad, solidaridad y resistencia del pueblo galo.

El tercer gran triunfante de la crisis es el italiano Giuseppe Conte. El profesor de Derecho reconvertido en político ha afrontado la que probablemente sea la situación más difícil de la UE. El país transalpino ha sido el más golpeado y el pionero en tomar medidas drásticas que se percibían con asombro en el resto de Europa. Después, la mayoría de países comunitarios siguieron sus pasos. La popularidad de Conte se disparó hasta un 71% en la mitad de la pandemia.

Por su parte, una encuesta de EenVandaag apunta a que el primer ministro holandés Mark Rutte escaló hasta el 68% de apoyo tras su discurso a la nación el 16 de marzo. Antes de la crisis, su popularidad navegaba entre el 25 y 45%. El neerlandés es uno de los que más se juega, pues su gestión será clave para las elecciones generales que La Haya celebra en unos meses. Peor, eso sí, perciben al premier en el exterior, especialmente en los países del sur. El presidente portugués llegó a tachar su falta de solidaridad europea como “mezquina”. En las últimas horas, se ha visto salpicado después de que una cámara lo pillase asegurando a un ciudadano que “no, no, no” dará dinero a españoles e italianos.

España es la excepción de los países más golpeados. La aprobación de la gestión de Pedro Sánchez es la única que desciende entre los grandes de la UE. Una encuesta de GESOP para El Periódico revela que el porcentaje de ciudadanos que valora bien al Ejecutivo ha pasado del 44% de finales de marzo al 30,3% de abril. La crispación política y la dureza de la oposición son también excepcionales con respecto a los grandes motores del bloque comunitario.