Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2021 comprometen 169 millones de inversión para Navarra. Es la cifra definitiva después de que el proyecto, el primero del Gobierno de Sánchez, haya visto la luz tras meses de complicadas negociaciones políticas para un Ejecutivo central en minoría, que ha negociado enmienda a enmienda con sus potenciales socios y que ha tenido en todo momento un ojo puesto en Europa, pendiente de qué llegaría en forma de fondos de recuperación.

Y, tras la entrada en vigor de los Presupuestos el pasado 1 de enero, la consigna para Navarra queda de la siguiente manera: a los 100 millones que ya preveía el anteproyecto; se suman 61 millones preasignados de uno de los fondos europeos; y 8,1 millones de euros en enmiendas de socios prioritarios como PNV y Geroa Bai -que ha apalabrado con el Estado dos compromisos para vivienda y la conexión de Lodosa con la AP-68- y aliados ocasionales como EH Bildu. En esas cifras se queda lo presupuestado directamente para Navarra, porque el proyecto también contempla otras inversiones que se hacen en otros territorios, pero que afectan a Navarra, como los 15,6 millones para la A-21 en Huesca y que influye en las conexiones forales por carretera.

En cualquier caso, una cifra mucho mayor que la última que adjudicó el Estado a Navarra, que para las Cuentas de 2018 -las de Montoro que han sobrevivido hasta ahora- planteó en su proyecto 56 millones, el dato más bajo después de la inversión que hizo para La Rioja. Habrá que ver qué termina por ejecutarse en este 2021 cogido por alfileres por la evolución de la pandemia, pero la aprobación de los Presupuestos ya es un éxito político. En tiempos de inestabilidad y minorías, el Gobierno de Sánchez ha sido lo suficientemente hábil como para sacar sus Cuentas adelante, frente a una derecha que se ha quedado en el pataleo infructuoso. Ahí también se ha quedado UPN, cuyos dos diputados ni han pinchado ni han cortado en un año en el que Sánchez estaba necesitadísimo de votos. Una demostración más de la irrelevancia política creciente de la derecha navarra en Madrid, que no es sino el reflejo de lo que le pasa en la Comunidad Foral desde que perdieron el gobierno en 2015.

Merece la pena intentar desglosar el dinero para Navarra. El anteproyecto ya planteaba 100 millones. De ellos, 88,02 para inversiones reales, de los que 62 son directamente para las obras del Tren de Alta Velocidad (TAV). No es la única inversión en el tren, porque 8,5 millones se destinarán a financiar servicios ferroviarios declarados de obligación de servicio público en Navarra. Para el recrecimiento de Yesa, lo que en el Estado se contabiliza dentro del Pacto del Agua, se destinan 9,5 millones, y otros 1,6 para obras y actuaciones en presas. Y los 12 millones que completan los 100 son para obras en la N-121-A y su progresiva transformación a una vía 2+1.

Más difícil es concretar a qué se destinarán los 61 millones preasignados para Navarra de los fondos europeos. El Gobierno de España solo especifica que corresponden al Mecanismo de Recuperación y Resiliencia Europeo, y que sobre todo se destinarán a políticas medioambientales y de vivienda. Las enmiendas sí que están claras. Hay tres de PNV: un millón para poner en marcha un laboratorio de almacenamiento de energía en el Cener; 830.000 € para ajustes contables en los ejercicios de 2019, 2020 y 2021; y 300.000 € para el proyecto museológico y museográfico del Castillo de Amaiur y Valle del Baztan. Y dos de EH Bildu: tres millones para la N-121-A y otros tres para un plan de reactivación económica en los Pirineos Orientales de Navarra. Lo que queda por cuantificar es el compromiso, apalabrado por Geroa Bai y su senador autonómico, Koldo Martínez, para un centro de industrialización y robótica de la construcción y para el impulso definitivo a la conexión de Lodosa con la AP-68 dirección Bilbao.