- Estados Unidos despertó ayer en un ambiente de tensa calma ante la posibilidad de que se celebren protestas en todo el país, pero con la esperanza de que el fuerte dispositivo de seguridad en Washington y en las capitales de los 50 estados evite nuevos episodios de violencia.

En medio de este ambiente, la investidura de Joe Biden el próximo miércoles se ha convertido en una de las pruebas de fuego más decisivas para la democracia estadounidense, con la tensión en cotas máximas ante una ceremonia cerrada al público y abarrotada de militares en lugar de las multitudes festivas de otros tiempos.

La ceremonia en la escalinata oeste del Capitolio, escenario hace menos de dos semanas del mortal asalto de los seguidores de Donald Trump, concentrará en pocos metros al nuevo presidente, senadores, donantes, empresarios y otros miembros del selecto grupo de los mandos de la nación más poderosa del mundo.

La inteligencia estadounidense no quiere repetir los errores del 6 de enero, después de que la Fiscalía haya recopilado pruebas de que algunos de los participantes del asalto buscaban "capturar y asesinar", al tiempo que se conocen detalles de como hasta propusieron ejecutar a un policía con su propia arma reglamentaria.

El FBI consideró en una circular enviada la semana pasada que el asalto al Capitolio ha envalentonado a grupos de "extremistas violentos domésticos" que consideran son la mayor amenaza "terrorista" para el país durante 2021 y se están tomando muy en serio el peligro en los días previos y durante la investidura del día 20. "La posibilidad de que se estén planeando actos de violencia en canales privados no se puede descontar y el FBI parece que se está tomando las amenazas muy en serio", indicó Daniel Jones, presidente de la organización independiente Advance Democracy.

La alerta roja cerrará el monumental National Mall, el Capitolio y algunos de los accesos a la ciudad de Washington durante la investidura, con lo que este acto, que normalmente es un evento de masas y de carácter festivo (aunque hace cuatro años hubo disturbios en la toma de posesión de Trump), se desarrollará en un ambiente enrarecido y militarizado.

Unos 25.000 soldados de la Guardia Nacional armados con fusiles, más del doble de las tropas desplegadas en Afganistán, Irak y Siria, patrullan Washington ante la posibilidad real de nuevos altercados e intentos de sabotear la investidura de Biden.

La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, ha pedido a sus conciudadanos que se queden en sus casas el miércoles y las autoridades federales, responsables de la zona monumental entre el Capitolio y la Casa Blanca, a donde Biden debería de llegar a pie, han advertido que cualquier intento de ingresar en zonas restringidas será respondido con la fuerza.

Durante sus cuatro años de presidencia, Trump ha dado coartada con mentiras como el robo de las elecciones por parte de los demócratas, a grupos extremistas y dos décadas después del 11-S ya no son las montañas de Tora Bora o la lucha contra extremistas islámicos donde se necesitan tropas, si no en la mismísima explanada del National Mall para hacer frente al terrorismo interno.

Los foros de extrema derecha de grupos como los Proud Boys o los Oath Keepers, arrinconados en las pocas redes sociales que les quedan, no dudan en calentar el ambiente previo a la investidura del miércoles. La semana pasada hicieron en Telegram una encuesta: ¿queréis una guerra total? El 75%, equivalente a varios miles de usuarios, contestó afirmativamente.

Varias convocatorias distribuidas en internet animan a simpatizantes de extrema derecha a concentrarse armados no solo en Washington, sino también frente a los capitolios de todos los estados del país, así como frente otro tipo de sedes administrativas, lo que mantiene a las autoridades alarmadas.

Los protagonistas. El 20 de enero, Joe Biden se convertirá en el presidente número 46 de EEUU. Lo hará flanqueado por su esposa, Jill Biden, y ante el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, y poco después de que preste juramento su vicepresidenta, Kamala Harris, que será la primera mujer en ocupar el segundo puesto de mayor rango político en el país.

La fecha. La Vigésima Enmienda de la Constitución, aprobada en 1933, adelantó al 20 de enero la ceremonia, en un intento por reducir el periodo de 'impasse' desde las elecciones. Así, los mandatos del presidente y del vicepresidente expiran a mediodía del 20 de enero, por lo que es entonces cuando deben celebrarse las ceremonias.

El texto. La Constitución recoge también en su articulado el texto que está obligado a recitar el futuro inquilino de la Casa Blanca: "Juro (o afirmo) solemnemente que ejerceré fielmente el cargo de presidente de EEUU y que haré todo lo posible para preservar, proteger y defender la Constitución".

El lugar. El Capitolio ha sido el escenario recurrente para las tomas de posesión de los presidentes de Estados Unidos. La pandemia ha marcado en esta ocasión los preparativos, pero la ausencia de reglas estrictas sobre la ceremonia permite que se puedan adaptar a las circunstancias.

Los invitados. Este 20 de enero, los congresistas solo podrán acudir con un invitado y no habrá público. Dos días después del asalto al Capitolio, Trump confirmó que no acudiría al acto, algo que sí hará sin embargo su vicepresidente, Mike Pence.

La seguridad. El asalto al Capitolio el 6 de enero ha puesto el foco en la seguridad de la ceremonia de investidura de Biden, catalogada como un Evento Nacional de Seguridad Especial. Varias agencias se han movilizado para establecer un perímetro de seguridad y más de 20.000 miembros de la Guardia Nacional vigilarán la ceremonia.

El espectáculo. Lady Gaga cantará el himno nacional durante la ceremonia, en la que también se ha previsto una actuación de Jennifer López. Por otra parte, el actor Tom Hanks presentará un especial de televisión que ofrecerá actuaciones y mensaje de apoyo en horario de máxima audiencia.

La mudanza. La victoria presidencial de Biden implica también su mudanza a la Casa Blanca, un edificio que George Washington ordenó construir en el siglo XIX y en el que han vivido todos los presidentes desde John Adams, en 1800.