- Más allá de la incógnita demoscópica, tanto por su candidatura como por lo incierto del índice de participación, el efecto Illa ha metido en el congelador el deshielo del conflicto catalán.

La estrategia de Pedro Sánchez para propulsar hacia la Generalitat al ministro de Sanidad, que dejará su cargo el jueves en plena tercera ola, se antoja como el mejor pegamento para el independentismo, a tortas por su liderazgo, y puede entorpecer toda aspiración de tender puentes, principalmente con Esquerra, socio de investidura en Madrid.

Los republicanos denuncian una operación de Estado que a lo largo de la última semana se desgranó por capítulos: desde la intervención de los tribunales para mantener la fecha electoral del 14-F y suspender cautelarmente el decreto del Govern que las posponía al 30 de mayo, hasta la encuesta del CIS de Tezanos que impulsaba en cabeza al PSC con intención de mover estados de ánimo, pasando por la actitud de Moncloa de desdeñar los datos epidemiológicos en Catalunya.

La campaña arrancará el próximo viernes después de que Sánchez levantara el telón el pasado sábado desde Barcelona en un Comité Federal del partido que no fue más que una palanca en favor de Illa. Nada hace prever que el 8 de febrero el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) vaya a dar marcha atrás, con todo el operativo en marcha, después de haberse apoyado en un presunto “intenso interés público” para votar cuanto antes. Sobre todo el que destilan los dirigentes socialistas.

El retraso de los comicios trastocaría los planes del Gobierno español en varias vertientes: paralizaría la remodelación de su Gabinete para dar entrada a Miquel Iceta en Política Territorial, frenaría en seco el acuerdo con el PP para renovar el Poder Judicial y, a su vez, la reforma del Código Penal y la posibilidad de dar pie a los indultos a los presos soberanistas, que sin embargo reclaman una ley de amnistía.

Salvador Illa puede vencer, pero también lo hizo Inés Arrimadas (Ciudadanos) hace tres años y resultó estéril, y es que la posibilidad de un tripartito en Catalunya que apueste por la transversalidad parece alejarse, y más si ERC queda incluso por detrás de JxCat. “El proyecto de acercamiento y diálogo habrá fracasado en las urnas”, reconocen en las filas republicanas, que tendrían difícil sostener las correas de transmisión en Madrid poco después de haber validado los Presupuestos.

El independentismo encara al ministro como una especie de baza orquestada por Moncloa amparándose en la Fiscalía y los jueces, una suerte de 155 encubierto más propio de la intervención española que derivó en elecciones en 2017 tras el referéndum del 1-O y la declaración unilateral, que desembocó en exilios, cárcel y condenas por sedición.

“La fecha es lo de menos”, se ha curado en salud Sánchez, la misma que los expertos ponen en cuestión pese a que desde el Govern se afanan estos días por recomponer el operativo que permita acudir a votar con seguridad a más de cinco millones de ciudadanos. “Queremos la participación más alta posible”, proclama Pere Aragonès, que rechaza establecer un porcentaje mínimo de participación para considerar legítimos los resultados, algo que considera que sería “temerario”.

El líder de ERC censura que los magistrados defiendan razones de oportunidad política y no tanto la cuestión jurídica para aferrarse al 14-F. “El presidente Pedro Sánchez habló el día antes de que el tribunal se pronunciara y dijo claramente que las elecciones no se pueden mover”, afeó.

Desde JxCat, Carles Puigdemont llamó ayer a la movilización contra un artículo 155 vigente “que no se ha marchado nunca”: “Si votáis, ganamos”, dijo. Y contrapuso: “O ella -en alusión a la candidata Laura Borràs-, o Illa”.

La portavoz de Junts en el Congreso, Borràs, que habló del “defecto Illa”, advirtió a Madrid: “Los tribunales pueden señalar cuándo serán las elecciones pero los ciudadanos decidirán quién las ganará”.

Con la mesa de diálogo bilateral durmiendo el sueño de los justos, el Ejecutivo de Sánchez quiere “pasar página” al procés cuanto antes y a saber qué sería de esa herramienta de la que solo se celebró una reunión, justo antes de la pandemia, de ahí el interés en no desacelerar los tiempos electorales, no sea que además el contador sanitario a cuenta del covid-19 terminara de desgastar el rédito de Illa en escaños.

Las cábalas posteriores a que se abran las urnas son impredecibles aunque los bloques sean habas contadas. Por el momento, lo único plausible es que el conflicto se ha retorcido.

“Centrado y moderado”. La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, propuso ayer al PSC un Govern de coalición “sensato y moderado” tras las elecciones catalanas del 14 de febrero con un ejecutivo liderado por su formación, a la que las encuestas pronostican la mitad de escaños que a los socialistas. Arrimadas, que lanzó esta oferta a los medios desde Sabadell (Barcelona) junto al candidato de Ciudadanos a la Generalitat, Carlos Carrizosa, apeló a la “concentración del voto constitucionalista” en Cs para evitar que el PSC opte por formar un tripartito junto a ERC y los comunes. “El gobierno más centrado y mejor que se puede hacer después de las próximas elecciones es un gobierno de Cs y de PSC”, aseveró Arrimadas, antes de opinar que “el independentismo está desmovilizado” y advertir que “la única manera de resucitar el procés es que el Partido Socialista pueda elegir un tripartito”.

“Sánchez habló un día antes de que lo hiciera el tribunal y dijo que no se movían las elecciones”

Vicepresident de la Generalitat

“Hay que movilizarse frente a un 155 que nunca se ha marchado; si votáis, ganamos”

Expresident de la Generalitat