- Javier Esparza (Navarra Suma) intentó evitar el debate sobre una alternativa ferroviaria tirando de la política de hechos consumados. “Este es un debate (el propuesto por I-E, sobre alternativas de trazado) superado”, dijo, con voz tranquila.

Además, se preocupó de destacar que las obras se están haciendo poco menos que gracias a él y a su acuerdo con Rajoy. Ese acuerdo que Esparza dijo que había puesto 3.000 millones de inversión en “bandeja de plata”, y de los que no se han visto más que migajas. Desde 2012, el Estado, encargado de pagar la obra, solo ha invertido 112 millones e los más de 2.500 que precisaría la obra. A ese ritmo, el tren no sería realidad hasta dentro de 191 años.

Esparza, además, pidió dos cosas: que se ejecute hasta el último euro de los 62 millones presupuestados por el Estado y que la conexión con la CAV sea por Ezkio, la opción que más ha gustado a la derecha constructora.

Por el PSN, Ramón Alzórriz criticó que Esparza exija que se invierta hasta el último euro para el TAP, cuando su partido votó en contra de los Presupuestos Generales del Estado que consignan esas partidas.

Desde Geroa Bai, María Solana insistió en la necesidad de que Navarra suscriba un convenio para desarrollar la obra con el Estado. Es una fórmula que ya se hizo en el pasado, y que duró hasta que el Estado la rompió por petición de UPN para dañar al Ejecutivo de Barkos. “Lo que hizo UPN fue un acuerdo extragubernamental”, sostuvo para restar importancia a lo que hizo Esparza.

Desde EH Bildu, Adolfo Araiz pidió a Chivite que no venda humo y no prometa imposibles, porque las mercancías no van a viajar a alta velocidad. “En todo caso de Pamplona a Castejón, pero después el trazado no es de alta velocidad y usted lo sabe, no engañemos a la ciudadanía”, reflexionó para a continuación enlazar con que, si la alta velocidad solo va a ser para pasajeros, para “ahorrarse veinte minuto para ir a Madrid” igual no es necesario una inversión semejante.