- El Gobierno Sánchez se ha tomado un respiro para coger impulso ante un otoño que se vislumbra intenso con la negociación de los Presupuestos de 2022, tirante con su socio de coalición a consecuencia de cuestiones como la Monarquía o la ley de vivienda y muy enconado con la oposición conservadora. Sánchez ha puesto rumbo a La Mareta (Lanzarote) para descansar unas semanas antes de la próxima reunión de su gabinete, previsiblemente a finales de agosto. Una reunión que marcará el inicio del nuevo curso político y que seguirá condicionado por la pandemia de la covid y sus consecuencias económicas. Es precisamente en los Presupuestos y en los fondos de la Unión Europea donde el Gobierno fía la recuperación del país, que, de momento, parece ir encarrilándose por los últimos datos. En empleo, con una caída histórica del paro en julio, aunque aún muy lejos de la meta, y en crecimiento, con unas previsiones de Bruselas para España del 6,3% para 2022.

Aunque Pablo Casado no podrá confrontar mucho con el Gobierno leyendo estos datos, sí tiene lista su artillería para las grandes cuestiones, empezando por las cuentas públicas sin perspectiva de diálogo ni de acuerdo. Continuará con la crisis catalana, ya que la mesa del diálogo se celebrará en septiembre y para Casado este foro no es más que una nueva rendición de Sánchez ante el separatismo. Habrá también choques a cuenta de la ley de Memoria Democrática y por los fondos europeos, entre acusaciones de incapacidad para ejecutarlos o dudas sobre el destino que se les va a dar. Y luego aparte está la cruzada por la renovación pendiente de los órganos constitucionales, entre ellos el Consejo General del Poder Judicial, que el PP se niega a negociar.

De Vox puede esperarse una nueva moción de censura contra Sánchez, pero sobre todo lo que busca Abascal es reactivar su proyecto con un acto multitudinario en octubre bajo el lema España en pie. Ciudadanos ha vuelto a situarse en este bloque de conflicto frontal con el Gobierno, sobre todo debido a Catalunya, tras el paréntesis de los acuerdos sobre los estados de alarma, y todo apunta a que ni entrará en la negociación presupuestaria con el convencimiento de que Sánchez ya ha elegido a sus apoyos independentistas y separatistas para todo el viaje legislativo.

La relación del presidente con sus socios de Podemos parecía haberse relajado un poco después de que Pablo Iglesias dejara el Ejecutivo y la política, aunque la autorización del Gobierno de una OPA parcial de Naturgy a un fondo australiano o la ampliación del aeropuerto de El Prat han suscitado las críticas de la parte morada del Ejecutivo. Además, la nueva secretaria general del partido y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, ha vuelto a la carga con el rey emérito y su marcha a Abu Dabi.

En todo caso, las fricciones que enfrentan a los dos partidos pueden subir mucho de tono durante la negociación presupuestaria aunque ahora el peso de los morados en la coalición de Gobierno recaiga en Yolanda Díaz, con un talante más sosegado pero también consciente de que la OPA de Naturgy y la ampliación del Prat pueden no ser entendidas por su electorado.

Es probable que haya encontronazos entre ambas partes, sobre todo por la reforma laboral y la regulación de los alquileres, comprometidos en el pacto de gobierno, y también roces por la subida del salario mínimo interprofesional o la exigida reforma fiscal de Podemos. Con sus socios de investidura, en concreto con ERC, los socialistas han mejorado el clima tras el indulto a los presos del procés o el traspaso a la Generalitat de 56 competencias.