El Gobierno del Estado ya estudia la propuesta navarra para que Francia retire a Franco la Legión de Honor, la máxima distinción que otorga la república vecina.

La iniciativa fue aprobada por el Parlamento de Navarra el pasado 18 de junio, cuando todos los grupos apoyaron una moción de Geroa Bai que instaba al Ejecutivo central a iniciar "cuantos trámites sean necesarios" para solicitar a Francia que retire al dictador los dos reconocimientos (primero como oficial y luego como comendador) concedidos en 1928 y 1930 por su papel en la Guerra del Rif y su quehacer al frente de la Academia Militar de Zaragoza.

La iniciativa estuvo inspirada por las denuncias que desde 2016 ha venido realizando Jean Ocaña, hijo de republicanos que se exiliaron en Francia en 1947. Precisamente, el pasado 15 de julio el gabinete de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática se puso en contacto con Ocaña para informarle de que el Gobierno ya tiene sobre la mesa las denuncias y la moción navarra, y que se encuentra estudiando el caso.

Jean Ocaña, el republicano que incomodaba a Macron

La vertiente navarra de la historia comienza el 20 de enero de 2020. Fue entonces cuando el parlamentario Mikel Asiain, de Geroa Bai, registró una moción sobre el tema. Asiain había leído que Ocaña disputaba una batalla judicial para que la gran cancillería de la Legión de Honor retirara las medallas concedidas a Franco y así limpiara "la mancha para la historia de Francia y España" que suponía reconocer los méritos de un dictador. Ocaña descubrió las condecoraciones de Franco en el libro Août 1936, un été impardonnable (Agosto de 1936, un verano imperdonable), del escritor Gilbert Grellet.

Entonces, escribió una carta a la institución francesa y también acudió al Tribunal Administrativo de París, pero ambas instancias rechazaron su petición. ¿La razón? La Legión de Honor -un reconocimiento para civiles y militares, que puede estar o no pensionado, que goza de mucho prestigio y con el que Francia ha condecorado de Napoleón a Miguel Induráin- no se le puede retirar a un muerto, porque no podría defenderse en el proceso de alegaciones.

Ocaña apeló a los valores republicanos y justificó que las acciones posteriores de Franco eran motivo suficiente para retirarle las insignias. Incluso invocó uno de los principios del código de la Legión de Honor, que establece que la mención se le puede retirar a un extranjero si este ha sido condenado por un tribunal francés por un delito grave. Algo que, huelga decirlo, no sucedió en el caso de Franco. Pero Ocaña vino a justificar que los delitos del dictador nunca fueron juzgados, ni por Francia ni por nadie, aunque se cometieran -y por docenas-. Nadie le escuchó y solo recibió el apoyo de las asociaciones memorialistas Caminar -que agrupa varias asociaciones francesas de amigos de la II República- y la Asociación para el Recuerdo del Exilio Republicano, Aseref. Le quedó la denuncia en varios medios de comunicación. Pero poco más.

Hasta ahora. La moción de Navarra, aprobada por unanimidad, ha dado un pequeño impulso a su reclamación, ya que el Parlamento puede hacer llegar sus mociones al Gobierno de España. Y así ha sucedido en este caso, en el que el texto pide expresamente al Estado que inicie los trámites necesarios para pedir a Francia que proceda a la retirada de las medallas. Aunque solo sea por el posicionamiento político, la iniciativa merece la pena, a juicio del parlamentario Mikel Asiain. "Si hubiese sido al revés, Francia hubiese removido cielo y tierra para que se corrigiera esa situación", reflexiona el promotor de la moción, que no sabe si tendrá recorrido, pero que se conforma con que España al menos se ponga en contacto con Francia.

"Si hubiese sido al revés, Francia hubiese movido cielo y tierra para retirar la medalla"

Promotor de la moción de Ocaña