Carlos Guzmán Pérez (Pamplona, 30 de agosto de 1991) nació cuando la URSS estaba a punto de morir y se hizo comunista en una escuela de negocios. Son paradojas, si se quiere chascarrillos, alrededor de quien aspira a liderar Izquierda Unida de Navarra desde el sector más afín al Partido Comunista.

¿Qué necesita Izquierda Unida de Navarra?

-Recuperar la ilusión. En los últimos años hay cierto desánimo entre los afiliados y afiliadas. Ha habido malos resultados electorales, pero en el día a día interno ha calado la desilusión. Este proceso asambleario tiene que servir de revulsivo.

¿Qué puede aportar Carlos Guzmán?

-No me gusta personificar: soy la persona a la que le ha tocado estar en la foto, pero detrás hay un equipo enorme. Podemos aportar juventud, alegría e ilusión con gente como Rafa Martinena, Cristina Osés, o María Eugenia San Martín. Y también tenemos la experiencia de Juan Carlos Esparza, Maite Mola o Fernando Espinosa. Somos una candidatura heterogénea que ha sabido conjugar renovación y personas con experiencia.

¿Qué ha pasado en el partido para que no haya podido haber una candidatura conjunta?

-Ha habido malos resultados, pero la otra gran clave es la asamblea federal de Izquierda Unida. Hubo dos propuestas, la del compañero Alberto Garzón y la del compañero José Antonio García Rubio. A mi modo de ver, eran proyectos antagónicos. Aquí en Navarra se apoyó masivamente el proyecto Horizonte República de Alberto Garzón. Nuestra formación es plural y otros apoyaron la de García Rubio, pero creemos que ese 67% que en marzo apoyó a Garzón necesita que esa agenda se navarrice y esté encabezada por las personas que en Navarra, en marzo, apoyaron esa agenda de forma pública y notoria.

Se habla mucho del futuro y las posibles alianzas con Podemos y Batzarre. ¿Qué opina?

-Desde que surgió Podemos, Izquierda Unida ha dejado de ser la fuerza hegemónica en la izquierda a la izquierda del PSOE. Tenemos que recuperar esa vocación de suma que tuvimos en 1986, con Podemos, con Batzarre, con entidades sociales, y con todos los que quieran un modelo de desarrollo alternativo al sistema neoliberal.

¿Es una necesidad, es pragmatismo...?

-Es una convicción. El grueso del electorado de izquierdas no entendió por qué en 2019 no fuimos juntos a las elecciones. Ahora tenemos que dar una respuesta unitaria, la gente no puede sentirse huérfana de una propuesta unitaria otra vez.

I-E decidió no entrar en el Gobierno. ¿Fue un acierto o un error?

-No podíamos acceder al Gobierno por el batacazo que nos habíamos pegado, y porque teníamos que llevar a cabo una reflexión que se está haciendo, precisamente, en este proceso asambleario.

¿La opinión sería otra ahora, vistos los acontecimientos?

-Quizá fue un error no someter esa decisión al conjunto de los afiliados, algo que sí se hizo a nivel federal para entrar al Gobierno de España. Quizá es lo único que cambiaría de lo que se hizo.

¿No es una contradicción haber entrado en el Estado y no hacerlo en Navarra?

-Eran momentos distintos y propuestas distintas. En el caso del Estado, fue el conjunto de la afiliación la que tomó la decisión; en Navarra, fue la asamblea política y social, el órgano político entre asambleas. Yo creo que lejos de mostrar contradicciones, refleja la pluralidad de esta organización.

¿Le gusta el actual Gobierno de Navarra?

-La valoración global es positiva. A este Gobierno hay que reconocerle que le ha tocado lidiar con la peor crisis socio-económica-sanitaria en décadas. A partir de ahí, hay debes, claro: en fiscalidad, en progresividad...

¿Le ven futuro a la actual fórmula de Gobierno?

-Pensar que en Navarra puede haber un Gobierno monocolor es imposible. Nuestra vocación siempre ha sido la de intentar construir alternativas a la derecha. Gobiernos como este o como el anterior marcan la senda a recorrer.

¿Cree que desde dentro del Gobierno hubiesen tenido más fuerza para presionar y llevar la agenda por otro sitio?

-No lo tengo tan claro. Nuestro peso en ese Gobierno hubiese sido limitado, en algunos aspectos podríamos haber empujado más, pero a nivel parlamentario hubiésemos estado más capados. Es un futurible que no me atrevo a aventurar.

¿Qué ha pasado para que no se haya podido llegar a una candidatura unitaria?

-Se ha llevado a Navarra un debate que ya existió a nivel federal. Unos compañeros apoyaron a García Rubio y otros a Garzón. Pero al margen de eso hay que estar tranquilos y relajados, somos un movimiento plural, amplio. Que haya dos propuestas de documentos es enriquecedor. Gane quien gane, el proyecto de Izquierda Unida no está puesto en duda, y al día siguiente trabajaremos de forma unitaria y cohesionada por este proyecto.

Es asistente parlamentario de I-E, trabaja codo con codo con Marisa de Simón, que apoya a su rival.

-Es fruto natural de la riqueza política de nuestra organización. Yo creo que la imagen que tenemos todos los afiliados y afiliadas del trabajo de Marisa es inmejorable. De igual manera pasa con José Miguel Nuin. Ahora defendemos para esta asamblea proyectos distintos, pero hay que tomarlo con naturalidad. Pase lo que pase, trabajaremos todos por este proyecto.