Hablando de sociedades plurales, centramos el foco en la Comunidad Foral, con un elemento de pluralidad añadido.

En Navarra el cruce de sentimientos de identidad nacional complica todavía más las cosas.

-Yo le matizo. Eso es una complejidad, pero no tiene por qué ser una complicación en sí mismo, esa es la diferencia un poquito sutil. Cuantas más identidades hay y conviven dentro de un mismo espacio, la gestión es más compleja, pero los humanos somos seres complejos, lo complejo es lo que está tejido junto y es más rico. A veces lo hacemos complicado, porque queremos quizá imponer una única visión sobre las otras. Me parecen muy cortas de miras todas estas ideas más o menos fundamentalistas o integristas que quieren imponer su única visión del mundo, de la identidad o de la concepción nacional. Creo que hay que tener una mirada más abierta y plural, asumir esa complejidad, y no hacer que esta se convierta en complicación como hacemos en muchas ocasiones, a veces también porque puede dar réditos electorales. En el terreno político también sabemos que se juega con las identidades muchas veces para obtener réditos.

El Gobierno de Navarra está a punto de implementar un Plan de Convivencia y un observatorio de derechos humanos.

-Los planes sobre derechos humanos me parecen importantes y necesarios, y por supuesto, un observatorio también. Soy profesora de máster de derechos humanos, pero a veces el concepto está teñido de buenismo político, todo el mundo se llena la boca de hablar de ellos y de su bondad.

Y hay que ser coherentes entre discurso y praxis.

-Claro, y saber de qué estamos hablando. ¿Hablamos de aspiraciones éticas, de valores, de libertades? El término derechos humanos es muy amplio. Y detrás hay historia, movimientos sociales, procesos de lucha por la dignidad del ser humano... Me parece importantísimo que se haga un plan de derechos humanos, porque hay que hacer un seguimiento constante de la implementación de los derechos humanos. Al tener derechos nos estamos empoderando y estableciendo límites a cualquier abuso de poder. Por ejemplo al poder económico a la hora de trabajar.

Y todo eso articula una convivencia más justa.

-Claro, todo eso contribuye. Un eje central de la convivencia es la puesta en marcha de derechos y libertades para todos. Los derechos no son solamente para unos pocos.