- El Gobierno británico encajó ayer un chaparrón de críticas y fortísimas presiones para que el primer ministro, Boris Johnson, dé explicaciones por una fiesta celebrada en los jardines de Downing Street en mayo de 2020, cuando el resto del país se atenía a las restricciones por la pandemia.

La última revelación difundida por la prensa, que apunta a que al menos cuarenta personas disfrutaron de un encuentro social con comida y bebida en el patio de la sede del Ejecutivo y residencia oficial de Johnson en pleno confinamiento, indignó a la sociedad y dio munición a los partidos de la oposición.

Scotland Yard ya ha abierto una investigación policial y también hay otra interna dirigida por la alta funcionaria británica Sue Gray, para esclarecer la celebración de una serie de presuntos festejos en Downing Street durante meses de confinamiento.

Esta pesquisa examinará también el último evento conocido, al que presuntamente se invitó a más de un centenar de empleados gubernamentales, en una convocatoria por correo electrónico enviada por el propio secretario de Johnson, Martin Reynolds, quien pese a la polémica continúa gozando de la “confianza” del líder conservador, según aseguró un portavoz.

Son varios los testigos que han revelado a la cadena BBC que Johnson y su esposa, Carrie, figuraron entre los asistentes al acto, aunque hasta la fecha el premier evitó confirmar este extremo. En una acalorada sesión celebrada ayer en la Cámara de los Comunes, el secretario de Estado Michael Ellis, que compareció en representación de Johnson, encajó como pudo el chaparrón y pidió disculpas por la “angustia” ocasionada por las alegaciones.

No obstante, rehusó responder a preguntas concretas sobre la fiesta en cuestión, argumentando que “sería inapropiado hacer comentarios mientras no haya concluido la investigación interna”. “Es increíblemente decepcionante pero no sorprendente que el primer ministro no esté aquí pese a que no tiene pendiente ningún acto oficial. Habla por sí mismo”, afirmó la número dos del Laborismo, Angela Rayner.

En el principal grupo opositor fueron varios los políticos que han lamentado que el incidente haya ocasionado “un daño incalculable a la confianza ciudadana en las medidas sanitarias”.

Keir Starmer, su líder, dirigió en su cuenta de Twitter un contundente mensaje a Johnson: “Sus aberraciones y distracciones son absurdas. No solo tenía constancia de las fiestas celebradas en Downing Street, asistió a ellas. Deje de mentir a los británicos. Es hora de confesar finalmente”.

Apenas una hora antes de que el encuentro de marras comenzara ese 20 de mayo de 2020, Oliver Dowden -hoy presidente del Partido Conservador-, recordaba a la ciudadanía que podían “pasar tiempo en el exterior y hacer ejercicio con la frecuencia que deseen y quedar con otra persona no conviviente en un lugar público exterior, siempre que hubiera dos metros de distancia”.

Conservadores. Boris Johnson podría afrontar una rebelión masiva dentro de su propio partido si no pone fin en Inglaterra a todas las restricciones del covid-19 para el próximo día 26, según advirtió el influyente diputado tory Mark Harper al diario Financial Times. El parlamentario conservador, presidente del llamado Grupo Tory de Recuperación del covid, muy escéptico con los confinamientos, considera que el jefe del Ejecutivo debe terminar con todas las normas restrictivas y no volver a aplicarlas. Si Johnson optara por extenderlas a finales de este mes, Harper anticipó que el premier se arriesga a comprometer su liderazgo dentro del Partido Conservador.