n medio de la peor crisis interna que vive UPN desde que perdió el Gobierno, un tuit del sábado por la tarde: "Las crisis siempre llevan mar de fondo. El que piense que en una organización se desencadenan por una sola acción, por muy severa que sea, está equivocado". ¿El autor del mensaje? Quien en 2019 pasó el testigo a Sayas y Adanero como diputado de UPN. Alejado de la primera línea de la política, Íñigo Alli no hizo sino expresar públicamente lo que la política navarra sospecha desde hace tiempo: que en UPN las cosas no van bien, y que era cuestión de tiempo que pasara algo. Lo que no se podía prever era que al brotar fuera a hacer tanto ruido. Este reportaje trata de aportar algunas claves para poner en contexto cómo llegó el partido regionalista a la votación que puede costarle un cisma interno.

El frío de la oposición

Siete años sin poder

Para entender la crisis hay que echar la vista atrás. Concretamente, hasta 2015. Aquel fue un año fatídico para UPN. La formación llegó a las elecciones forales exhausta, responsable de los recortes y acosada por los escándalos. Perdió todo el poder de golpe: el Gobierno de Navarra y un montón de alcaldías, entre ellas la de Pamplona. El partido que casi siempre había gobernado Navarra se marchó a la fría oposición, donde no se tiene mano en el boletín ni en el presupuesto. La sensación de derrota es total, cunde el desánimo y hay rabia por haber perdido. Hay más ira que reconstrucción, quizá el primer gran error de la presidencia de Esparza.

Navarra (no)Suma

La apuesta fallida

Tras una legislatura de oposición bronca y agresiva al Gobierno de Barkos, UPN plantea las forales de 2019 como la batalla final contra el nacionalismo. Arma la coalición Navarra Suma con toda la derecha. El ánimo es el de venga, que sí, que podemos volver al Gobierno. No sale bien. Recuperan ayuntamientos, pero los 20 escaños no son suficientes para volver al Gobierno de Navarra. Una dirección nueva en el PSN imprime otra estrategia política de pactos por la izquierda, y la derecha ya no puede invocar a las fuerzas socialistas que posibilitaron el agostazo. Hay desazón y Esparza trata por todos los medios de romper el Gobierno de PSN, Geroa Bai y Podemos, pero no puede. El partido ve muy largos otros cuatro años de oposición. Y eso hace mella.

Alerta en las primarias

Un debate sin abordar

Es prácticamente imposible mantener el partido en orden cuando no tienes mucho que ofrecer a los tuyos. En ese contexto surgió una candidatura alternativa a la de Esparza para las primarias de 2020. Sergio Sayas, que ya estaba en Madrid como diputado, da un paso adelante. No hay prácticamente diferencias políticas entre ambos, se trata de una cuestión de personas y liderazgo. Todo el desánimo que se venía arrastrando se torna en críticas a la gestión de Esparza. Se le ve como un dirigente hermético, atrincherado en un círculo de confianza y obsesionado con el control. Los resultados se entienden más como rechazo hacia Esparza que como apoyo a Sayas: el diputado obtiene el 41,71% de los votos, 735. No son pocos y cualquiera hubiera interpretado que algo pasa. Esparza no: se blinda en los órganos con gente de su confianza y deja en papel mojado las llamadas a la integración.

De Villava a Andosilla

Las tiranteces afloran

Lo cierto es que Navarra Suma empezó pronto a dar señales de falta de cohesión. Muchas veces, los postulados de PP y Ciudadanos -sobre el convenio, sobre autogobierno- dejaban en muy mal lugar a UPN, que se quedaba callado. Hasta ahí, normal. Lo que no era tan habitual era que los problemas empezaran a darse dentro de UPN. Villava y Andosilla. En ambos municipios hubo dimisiones en bloque de miembros de UPN que reconocen, por primera vez, tensiones con una dirección rígida y de difícil trato. Los ojos también se fijan en Alejandro Toquero -que no ha apoyado a Esparza en su purga de Sayas y Adanero-, que trata de mantener una voz propia desde la alcaldía de Tudela. Por cierto: en marzo de ese año ocurre algo que hoy nos suena mucho. Esparza pide a Ruth Goñi -que fue elegida en una plancha de Navarra Suma- su credencial de senadora tras haber roto con Ciudadanos.

Madrid no es Pamplona

El embrujo de las Cortes

En este cisma, la distancia ha sido por ambas partes. Esparza se ha atrincherado en la dirección, pero Sayas y Adanero han sucumbido al embrujo de Madrid, donde han gustado sus maneras. Sayas recibe palmaditas en la espalda y mensajes cariñosos por parte de PP y Vox, y el estilo llano y sin papeles de Adanero le ha convertido en poco menos que un fenómeno en las redes, donde tiene más de 80.000 seguidores y se han viralizado muchos de sus vídeos. La derecha de Madrid no es la de Navarra, y la experiencia les ha gustado.

El choque inevitable

Distintos intereses

Por tanto, UPN tiene un presidente bunkerizado, poco amigo de las voces internas y cuyo principal objetivo es volver a la presidencia del Gobierno al precio que sea. Por el otro lado, hay dos diputados que llevan dos años haciendo una oposición frontal a Sánchez arrastrados por la dinámica de PP y Vox, satisfechos con la imagen de azote del Gobierno que se han labrado en redes y reacios a acabar con su fama por la orden de un presidente que no da explicaciones y que dicta órdenes por teléfono mediante su secretaria general, Yolanda Ibáñez. Además, y vista la capacidad de integración de Esparza, Sayas sabía de su suerte dentro del partido desde que perdió las primarias. Más llamativo es el caso de Adanero, político hábil y hombre de partido, con ninguna cuenta pendiente con Esparza. En cualquier caso, y por los motivos que sean, ambos están ya en el mismo barco. Y les toca capear la marejada provocada por el mar de fondo.