Un ciudadano medio con unos ingresos anuales de 20.000 euros aporta casi 5.000 euros en impuestos (4.940 euros), de los que prácticamente un tercio va directamente a financiar la sanidad.

La proporción es similar en rentas superiores, aunque su contribución vía impuestos crece de forma exponencial. De esta forma, quienes ingresan 30.000 euros, estarían aportando 8.700 euros al año; quienes ganan 50.000 pagarían 17.700 euros en impuestos, mientras que para una renta de 80.000 euros, serían casi 33.000 euros.

Se trata de una aportación aproximada extraída de la calculadora de impuestos de la propia Hacienda Foral, y va más allá de la declaración de la renta. Incluye, por ejemplo, lo que cada contribuyente habría aportado a través del pago del IVA o de los impuestos especiales a lo largo del año. Se estima para ello que todos los ingresos de cada contribuyente provienen del trabajo, que tienen un consumo medio de gasolina, alcohol y tabaco; ahorran el 10% de sus ingresos; y se les aplica una deducción media en el IRPF.

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Se trata por ello de un calculo aproximado de carácter orientativo, por lo que conviene interpretar los datos con prudencia. A fin de cuentas, no todos los ciudadanos tienen el mismo comportamiento. Además, mientras las rentas bajas gastan prácticamente todos sus ingresos -la capacidad de ahorro de un salario mínimo es mucho menor-, las rentas altas pueden destinar buena parte de sus ingresos a inversiones de mayor rentabilidad.

En cualquier caso, la calculadora es una buena herramienta para tener una referencia de cuánto aporta la ciudadanía navarra a sostenimiento de las arcas de la Hacienda Foral y, en especial, a qué se destinan después los impuestos recaudados. De esta forma, y tomando como referencia una renta de 30.000 euros brutos anuales, 8.700 irán destinados al pago de impuestos. De ellos, 2.460 serían para la sanidad, y de ellos la mitad (1.345) a la atención especializada. Otros 360 para financiar su centro de salud y 308 para pagar medicamentos.

El segundo gran bloque al que se destinan los impuestos es a financiar otras administraciones. Sobre todo el Estado. De esos 8.700 euros, 1.000 son para sufragar los servicios del Gobierno central. Otros 500 son para los ayuntamientos.

La educación es el otro gran servicio público que se financia con impuestos. Casi el 20% de lo recaudado se destina a este fin, unos 1.600 euros en el caso de una renta de 30.000 euros. De ellos 1.000 para servicios generales y salarios del profesorado, y en torno a 150 para la educación universitaria. Por su parte, en el ámbito de la atención social, en torno a 340 euros irían para las ayudas a la dependencia y casi 300 para las ayudas a las familias con menos recursos.

A modo de referencia, y siguiendo el mismo ejemplo, unos 240 euros serían para construir y conservar las carreteras, 230 para completar las pensiones mínimas, y 120 para seguridad ciudadana y Policía Foral.