pamplona - Decenas de personas se acercaron ayer hasta el término de los Tres Cruces de Ibero, con motivo de la inauguración de un monolito en memoria de los allí asesinados en el año 36. Un acto, organizado por el colectivo Zurbau y el Ayuntamiento de la Cendea de Olza, en el que se reivindicó también “nuevos tiempos” para la “recuperación de la memoria histórica, la verdad y la justicia”, gracias al “compromiso” del nuevo Gobierno foral.

La Cendea de Olza fue uno de los escenarios durante la Guerra Civil en el que se produjeron múltiples crímenes, “hasta 60 asesinatos”, según la documentación existente, que fueron repartidos por varios pueblos del Valle tales como Arazuri, Ororbia, Lizasoain e Ibero. En estos localidades hay “localizadas varias fosas, algunas exhumadas y otras pendientes de ello”, explicaron miembros del colectivo Zurbao, a los familiares y amigos, vecinos del Valle y de otras poblaciones navarras allí presentes.

Es la de Ibero la más importantes por el número de asesinatos cometidos en el alto de las Tres Cruces. Allí, se han llevado a cabo diversas exhumaciones: en el año 75, 78 (se encontraron restos de 21 personas, vecinos de Larraga) y la última el pasado mes de diciembre, en la cual colaboraron el Gobierno de Navarra junto a la sociedad Aranzadi, quien asegura que “aún quedarían restos de más de 15 personas”. En este último caso, fueron los restos de 7 personas las que se encontraron durante las exhumaciones, de los cuales una de ellas ha sido identificada como Victor Martirena, vecino de Uharte-Arakil, según informó ayer el alcalde de Cendea de Olza, Moisés Garjón Villanueva.

Igualmente, Garjón además de “denunciar que no se haya hecho antes este reconocimiento”, aseguró que “la responsabilidad histórica estará presente hasta que no quede ninguna fosa por levantar, ningún asesinato por aclarar, ni ningún asesinado por dignificar”. Soraya Zufia, familiar de los asesinados Pedro y Tobías Zufia, y Ana García, sobrina del también fusilado José Munárriz, hablaron en nombre de los vecinos de Larraga, la población navarra con más personas fallecidas en la fosa de Ibero: “Son asesinatos por los que nadie ha sido juzgado y menos condenado, más bien los asesinos han sido colocados en puestos relevantes y nos han impuesto sus relatos y mentiras. Todos sabemos en los pueblos los nombres de los asesinos”.

Asimismo, declararon que “el régimen genocida de Franco sigue impune y los asesinos descansan en el monumento que levantaron en el centro de Pamplona”, hechos de los que culparon a los “gobiernos que han estado durante 80 años en el poder” y de los cuales los “políticos han renegado de los suyos”. Finalmente, aprovechando la presencia de la consejera Ana Ollo, que acudió al acto como representante del Gobierno foral, pidieron al Ejecutivo que “ se moje de verdad y sea consecuente con el clamor de la memoria democrática a la que tenemos derecho”.

Ante esta petición, Ana Ollo afirmó que “a estos trabajo se ha llegado muy tarde” así como “el compromiso del Gobierno de Navarra en trabajar y apoyar” estas labores de recuperación de la memoria histórica y exhumaciones, que “han sido posibles hasta ahora gracias a las familias, asociaciones y entidades sociales”.

el nuevo símbolo Se trata de una piedra cedida por la localidad de Larraga que ha acompañado a muchos de los asesinados en Ibero “en su vida diaria de duro trabajo en el campo” y quienes tenían “constancia de ella, al verla en su pueblo, sin imaginarse que 80 años más tarde sería la piedra” que denuncia y reivindica su fallecimiento.

Manolo García Niebla, el autor del monolito, quien ha esculpido la piedra de forma altruista, manifestó que este símbolo trata de “dar testimonio de lo que aquí ocurrió hace 80 años” y también “contribuir para que la verdad, justicia y reparación sean una realidad y no como para algunos, que parece ser una plataforma propagandística y electoral”. El monolito fue destapado por descendientes de los fusilados Vicente del Río, Rufino Macaya y Ochoa junto a la hermana de Maravillas Lamberto, Josefina. Fue así un conmovedor acto, que contó con varias actuaciones musicales y de dantzaris, para no olvidar a los que fueron víctimas del horror del 36.

En Asiain. Félix Luri Amigot (Azagra); Miguel Iribarren Goñi (Zuazu); Joaquín Ruiz Martín (Villava) y Vicente Michel Díaz (Iruña).

En Lizasoain. Vitorino Garde Musgo; Agustín Urdiciain Sesma; Gregorio Valls Resa y Gerardo Vicario Musgo (Mélida).

En Ororbia. Jose Diez de Arizaleta El Río (Burlada); Juan Bozal Uriz (Caparroso); Félix Herranz Iglesias y Isidro Mencos Rosain (Iruña); Tomas Salinas Beorlegui (Leoz) y Esteban Muñoz Oset (Villava).

En Ibero. Silverio Astiz Ezkurdia; Silverio Astiz Lakunza y Víctor Martiarena Irañeta (Uharte-Arakil); Eugenio Chocarro Elio y Abdón De Luis Lasterra (Berbinzana); Mariano Aldave Molinet; Clemente Reta Viguria y Emilio Reta Lopez (Gares); Jose Garmendia Iriondo (Ondarroa); Gregorio Angulo Martinena; Anselmo Iturria Elizalde y Pedro Iturria Elizalde (Ibero); Tiburcio Osacar Echalecu; Cruz Osinaga Ibañez; Jose Roa García y Miguel Marín Goñi, Jesús Irigaray Santos, Fermín Castillo Sánchez y Juan Ilundain Viscarret (Iruña); Manuel Andia Zufia y Miguel Ardanaz Pita; Isidoro Gabari Fadrique; Jesús García García; Martín García Mañeru; Victorino Hernández Macaya; Felix Leuza Legorburu; Rufino Macaya Andia; Félix Morales Acevedo; Jesús Nieto Suescun; Amado Ochoa Hierro; Félix Jesús Ochoa Hierro; Francisco Rodríguez Suescun; Babil Rodríguez Suescun; Félix Sotes Sada; Sebastián Suescun Corera; Domingo Vidarte Fernández; Lorenzo Vidarte Urriza; Pedro y Tobías Zufia Zufia (Larraga); Jesús Astrain Aget; Teodoro Jaurrieta Beaumont; Rogelio Astrain Aget; Rafael Ros Gosas; Pedro Lategui Santamaria y Benjamín Zabalegui Vallejo (Obanos).

Asesinados fuera del valle. Julian Sarasa (Arazuri); Francisco Velaza Fernández y Sixto Alonso Burgui (Ibero); Francisco Luis Marco Saldise (Lizasoain).