PAMPLONa - Aingeru Zudaire Borge, que ejerce la acusación particular y reclama 5 años de cárcel por lesiones para un policía nacional, dijo ayer bien a las claras en la primera jornada del juicio para que se haga Justicia por su caso que el motivo de la pérdida de su visión del ojo derecho, en el marco de una huelga general en septiembre de 2012, se debió a un tiro que recibió “de modo directo y recto. No tengo duda de que fue una pelota. No fue un lanzamiento de rebote, diferido (los protocolos de uso de material antidisturbio subrayan que las pelotas de caucho deben lanzarse proyectadas hacia el suelo para que pierdan energía en el transcurso del lanzamiento). Yo estaba de pie en el paseo Sarasate, junto a las jardineras, y el impacto que recibí procedía de los agentes que estaban junto al edificio de Correos. Tuvo que venir de ahí y vino recto. Fue una secuencia rápida. Había habido incidentes, era una situación tensa, pero no violenta, y en ese momento los agentes retrocedían. La gente les gritaba, pero yo no vi que ahí se les lanzara nada. Y entonces, en ese repliegue, fue cuando escucho un disparo. Eso me alertó, porque hasta entonces no veía peligro, la cosa estaba tranquila. Y de seguido, tenía dos o tres filas de gente delante, y veo que una pelota pasa un palmo por encima de una persona que tenía delante. Ahí encendí todas mis alarmas y solo me dispuse a huir. No iba a seguir en un sitio donde estaba en peligro mi vida y mi integridad. Y cuando me giro para irme de allí es cuando recibo el pelotazo. No puedo reconocer al policía, ni veo a un agente que me apunte a la cara. Si el impacto llega a ser frontal, llevaría parche de por vida o estaría muerto. Y mi ojo cambia la trayectoria del disparo. A partir de ahí no veo nada. Solo recuerdo el ojo hinchado y un dolor enorme”. A partir de ahí, un amigo le sacó del lugar, le acercó hasta la Plaza del Castillo, donde reclamaron una ambulancia y fue evacuado de allí de urgencia.

Zudaire respondió así a preguntas de la fiscal, que realizó un interrogatorio vehemente y agresivo, inadecuado para quien se dirige al fin y al cabo a un joven que perdió la visión de su ojo derecho y es víctima de un hecho trágico y desgraciado.

En un testimonio honesto, Zudaire se disculpó ante el tribunal y las partes intervinientes por haber variado en su nueva declaración el lugar donde recuerda que él estaba ubicado y aquel desde el que supuestamente le habían disparado. En lugar del cruce de Sarasate con la calle García Castañón, que fue donde ubicó a los agentes en una reconstrucción de hechos en instrucción, ayer Zudaire reconoció que los policías estaban más retrasados, hacia el Parlamento (calle del Vínculo), y que su posición por tanto también era más adelantada. “Creo que es un error comprensible, porque tenía mucho estrés, no sabía que iba a pasar con mi ojo cuando denuncié y me confundí al situar el lugar”. Este relato es compatible con las imágenes grabadas por Ateak ireki del momento de los incidentes y en las que se observan al menos media docena de disparos (que los jefes policiales identifican como salvas de pólvora, “es imposible que dispararan un pelotazo a esa distancia) lanzados por agentes que se repliegan por ese lugar. En las imágenes, los policías tienen el arma apuntada en línea recta desde el hombro, pero los responsables policiales manifestaron que al menos dos de esos disparos eran salvas, “porque sale humo blanco de la bocacha. Del pelotazo no sale humo”. El amigo que ayudó a Zudaire cuando resultó herido corroboró su versión: “Al verle que se tapaba la cara, solo me decía: Sácame de aquí, me han dado un pelotazo en el ojo”, recordó de entonces.

UNA VIDA QUE CAMBIÓ DE CUAJO

Estrés postraumático. Aingeru Zudaire recordó ayer las consecuencias que ha sufrido después de los hechos. En cuanto a las heridas, ha sufrido ya tres operaciones en el ojo. “No veo nada en el derecho. Tengo una visión entre el 0,01 y el 0,05%. Solo veo negro. Me falta otra operación para corregir el estrabismo. Soy fotofóbico, necesito gafas de sol, y sufro estrés postraumático. Además, tuve que dejar a lo que me dedicaba. Antes era artista, malabarista, hacía deporte, me estaba sacando el carnet de conducir y no puedo seguir haciendo nada de eso. Ahora trabajo en una fábrica, que no es la ilusión de mi vida pero me da de comer. Y sigo padeciendo las consecuencias de todo aquello porque al principio tenía mucha ansiedad, apenas salía de casa, y cuando empecé a salir, todo me daba miedo: oír soplar el viento, un balonazo de un niño..., cualquier cosa me hacía temer que se iba a repetir”, declaró ayer Zudaire.