pamplona - La tercera sesión del juicio por el crimen de Corralillos de septiembre de 2017 y que juzgan cinco hombres y cuatro mujeres como jurado popular estuvo presidida por los testimonios de los padres y amigos de la víctima, Daniel de la Fuente Velado, de 22 años. Estos pusieron de relevancia que el joven tenía ganas de vivir, transmitía energía positiva y negaron que hubiera sufrido problemas mentales. Así, resulta todavía más incomprensible que el joven irrumpiera en la furgoneta del peruano Luis Alberto Alarcón Aguirre, de 50 años, y comenzara a pegarle al grito de “soy El Elegido y vas a morir”. El acusado terminó por estrangularle con el cinturón del vehículo y ahora le piden entre 8 y 20 años de cárcel. También, el jurado deberá responder a si el procesado actuó en legítima defensa, si respondió proporcionadamente de una agresión ilegítima.

En esta composición de lugar, los allegados de Daniel compusieron de él un retrato de persona “vitalista, siempre con la sonrisa en la cara y que nunca se había mostrado agresivo ni violento. Al contrario, era una persona de talante dialogante, que jamás había tenido un problema ni una pelea. Y tampoco ha tenido nunca una enfermedad mental o un problema de este tipo”, reseñaron sus padres.

La defensa trata de combatir este perfil y, para ello, acudió a recordar el agitado fin de semana previo al crimen que tuvo Daniel. La víspera de perder la vida estuvo en Urgencias por un cuadro de ansiedad, relacionado con que no podía establecer contacto con su novia. Y la noche del domingo al lunes también salió de casa de madrugada por una discusión telefónica con su pareja que le hizo abandonar el piso a toda prisa tras recibir un whatssapp de su novia. Se trataba de un mensaje tranquilizador en el que la chica le decía que no se preocupara, pero al chico le entraron unas ganas bárbaras de poder escapar, incluso de marcharse entonces a Noruega, donde ella estudiaba. “Quería irse, airearse...”, recordaron sus padres. Le estuvieron buscando una hora hasta que apareció ya en parada, estrangulado, en Corralillos.

La defensa lanza la sombra también sobre si el chico era cabal y se encontraba en buenas facultades mentales, algo de lo que sospecha tanto por las letras de sus canciones, por los whattsapps que intercambiaba y porque era consumidor de porros de marihuana, que a su entender podía haber mezclado con los orfidales recetados para su ansiedad.

Sin embargo, los familiares y los amigos de Daniel que pasaron con él sus últimas horas de vida constataron que, al margen de esos dos episodios nocturnos, se comportó de manera normal y sin estridencias. “Estaba nervioso por lo de su chica, porque no podía hablar con ella, pero el sábado había ido a trabajar y había grabado por la tarde la última canción del grupo, el domingo acudió a ver a su hermano a un festival de rap. Incluso cuando se fue de casa la noche del crimen, salió con la mochila con la comida y el tabaco preparado por su madre y ese mismo lunes tenía una entrevista de trabajo en VW”, señalaron los testigos. “En la vida ha tenido problemas de salud mental”, confirmó la madre de Daniel en la Sala. Entonces, fue interrogada por la defensa acerca de si ella les comentó a los policías municipales que su hijo se encontraba mal psicológicamente y que pertenecía a una secta. Dichas frases se las expresó a los dos agentes que acudieron a su domicilio cuando Dani se marchó de casa esa noche. “Cuando se fue estaba normal y tranquilo. Fuimos detrás de él para acompañarle. Y yo les dije a los policías que estaba mal, pero no que pertenecía una secta, sino que había conocido a una chica que le hablaba del tema de los Iluminati”, declaró la madre. El padre afirmó que su hijo ese día no había consumido nada y negó que estuviera agresivo al irse de casa, algo que declaró en un primer instante.