Poder vivir y estudiar en el extranjero con todos los gastos pagados; conocer una cultura diferente y aprender idiomas; hacer nuevas amistades y crecer como persona... Iris, Goretti, Nicole, Irantzu, Igor y Leire se dieron cuenta de que no podían dejar escapar ese avión con destino a Canadá y Estados Unidos. Sabían que era una oportunidad, quizá la única, de poder vivir una experiencia vital irrepetible e inolvidable así que el pasado septiembre se pusieron manos a la obra con el papeleo y presentaron la solicitud al Programa de Becas de la Fundación Amancio Ortega. A finales de enero recibieron la gran noticia: estaban entre los elegidos. Su sueño se había cumplido.

El reto no era fácil ya que en el proceso de selección participaron más de 9.000 estudiantes de 4º de ESO de todas las autonomías y las becas ofertadas eran 600 (pero cien estaban reservadas a jóvenes gallegos). “Durante todo el proceso tuve claro que la posibilidad de que fuera una de las elegidas era remota. De hecho, cuando salieron los resultados definitivos estaba tan nerviosa que busqué mi nombre en la lista y no me vi. Fueron mis padres quienes me confirmaron que estaba dentro. Me costó asimilarlo, es una sensación imposible de expresar con palabras”, afirma Iris Delgado Barrionuevo, alumna del IES Navarro Villoslada de Pamplona y que cursará 1º de Bachillerato en Nueva Escocia (Canadá).

El proceso de selección duró unos cuatro meses. Los candidatos debían cumplir unos requisitos académicos mínimos: al menos una nota media en 3º de ESO de 7 y una nota mínima en la asignatura de Inglés de 8. “La primera fase consistió en un examen escrito, comprensión lectora y auditiva. Una vez pasada esta prueba hacían media con el expediente académico de los 3 últimos años, la declaración de la renta y la nota de esos exámenes”, explicó Irantzu Ortega Martiartu, alumna de Argia ikastola (Fontellas), que cursará la beca en EEUU. A mediados de diciembre salió una primera lista con los 1.800 estudiantes que habían sido seleccionados para pasar a la siguiente fase. “Tuvimos que hacer una exposición oral de un tema elegido por nosotros (en mi caso fue el deporte) durante 3 minutos y después nos hicieron una entrevista. Todo por Skype”, recuerda Igor Santamaría Azcona, de 15 años y alumno del colegio La Compasión-Escolapios. El 28 de enero se publicó la lista definitiva y unos días después les comunicaron el país que les había tocado. “Tuve mucha suerte porque quería Canadá. Desde este día comenzaron los grupos de WhatsApp y empecé a conocer a las personas con las que compartiré un año de mi vida”, afirma Goretti Barriola Artieda, que estudia en el IES Zizur BHI. “Recuerdo que estaba en el instituto y me metí en la web. Me quedé en estado de shock, miré a mi amiga y le dije: Estoy en la lista. Ella se emocionó y yo no podía creerlo. Siento que estoy perteneciendo a algo muy grande y aún me cuesta creerlo”, reconoce Nicole Lucía Oré Cuenca, nacida en Lima (Perú) y alumna del IES Navarro Villoslada. “Tuve muchas dudas de ser elegida porque éramos miles de candidatos. Me siento muy contenta y afortunada”, asegura Leire Remírez de Ganuza Jiménez, del colegio Amor de Dios-Regina Pacis de Burlada.

1º de Bachillerato

Diez meses sin recibir visitas ni volver a Iruña

Estos seis estudiantes (la fundación seleccionó a siete pero este periódico no pudo contactar con el séptimo) son conscientes de que van a vivir una experiencia inolvidable. Ninguno conoce Canadá ni EEUU y tampoco han participado en intercambios en el extranjero (salvo Iris que vivió con una familia en Irlanda y este año hará un intercambio con Alemania).

Goretti, Igor, Iris y Leire estudiarán en Canadá (tienen asignado destino) mientras que Irantzu y Nicole sólo saben que vivirán en EEUU. La estancia tiene una duración de unos diez meses (un curso escolar) y durante este tiempo no pueden recibir visitas de familia y amigos ni tampoco volver a Pamplona. Estar tanto tiempo lejos de su casa, sin familia y amigos, es uno de sus miedos. “Será duro estar sin mis amigos y familia, sobre todo en Navidad”, reconoce Goretti. Lo nuevo y lo desconocido es lo que más teme Nicole, “pero precisamente ese miedo hace que quiera superarlo y tengo ganas de ir”. A Leire y a Igor lo que más les preocupa es no adaptarse a la familia de acogida o no entender al profesorado. “Seguro que echaré de menos a la gente que dejo en España pero sólo estaré fuera 10 meses que se pasarán volando porque la experiencia lo compensa”, asegura con optimismo Iris.

Y es que todos ven el lado bueno de la experiencia. “Me pareció una oportunidad que no podía dejar pasar, me sentía capacitada y sé que va a ser una experiencia única e inigualable”, asegura esta estudiante del IES Navarro Villoslada. Su compañera de instituto Nicole vio en la beca una “oportunidad” de experimentar algo nuevo. “Me atrae mucho conocer personas nuevas y su cultura, y también me apetece practicar inglés con personas nativas”, añade. Vivir en un “entorno distinto al mío”, y estudiar en el extranjero es el motivo que le llevó a Leire a presentarse mientras que Goretti e Irantzu consideran que es una oportunidad para “descubrir otra cultura y otra sociedad, mejorar el inglés y crecer como persona”. Unos aspectos a los que también se refiere Igor, quien confía en que “aprenderé a no depender de nadie y a valerme por mí mismo”.

Estudios universitarios

Apuestan por Medicina y carreras de Ciencias

Aunque aún ven lejos su entrada en la Universidad, todos estos estudiantes tienen claro que su futuro está en las ciencias o las ingenierías. “No tengo nada decidido aunque siempre me han gustado las carreras de ciencias”, coinciden en afirmar Leire e Igor. Este último añade: “No sé si iré por la rama de ingeniería o de salud porque me gusta la Biología. ¡Aún queda mucho tiempo!”.

Goretti tiene claro que le gustaría estudiar Medicina: “Tendré que esforzarme mucho pero seguro que merece la pena”. Irantzu también apuesta por Medicina o Genética y a Iris le atraen los grados relacionados con la Biología o la Medicina. Nicole, sin embargo, quiere ser ingeniera. “Quiero aportar mi granito de arena diseñando inventos para poder desarrollar una economía circular. Cambiar la manera de producción y los productos finales para ayudar a reducir la contaminación y la pobreza”.