san sebastián - La Ertzaintza detuvo a primera hora de la tarde de ayer a una menor residente en una localidad navarra vinculada con el hallazgo al mediodía de una bebé muerta en Arrasate. La recién nacida, que aún tenía restos de placenta, había sido hallada junto a un vehículo aparcado en la calle Galicia del barrio Santa Marina, donde fue localizada por un viandante en torno al mediodía. La jueza de guardia ordenó el levantamiento del cadáver poco antes de las 15.30 horas, hora aproximada en la que la Ertzaintza arrestó a una mujer de 17 años, que fue trasladada a un centro hospitalario, donde según fuentes policiales, permanecía bajo custodia a última hora de ayer.

La chica pasaba el fin de semana en casa de su abuela. Fuentes relacionadas con el caso han informado de que la menor vive con su familia en una localidad navarra, aunque visitaba frecuentemente a su abuela, que reside en la calle Galicia, la misma en la que se encontró al bebé.

Una vez confirmado el fallecimiento de la recién nacida, el objetivo principal era determinar la identidad de la madre. Las primeras indagaciones giraron en torno a mujeres del entorno que pudieran estar embarazadas, aunque la Ertzaintza no descartaba ninguna hipótesis.

Fue un vecino quien, tras ver sangre en el suelo, localizó el bebé con vida en torno al mediodía y dio aviso a las emergencias, que se acercaron hasta la calle Galicia y acordonaron el correspondiente perímetro. El equipo de la DYA que se desplazó hasta el lugar del suceso solo pudo confirmar el fallecimiento de la bebé.

El hallazgo había tenido lugar a escasos 50 metros de uno de los centros de la ikastola Arizmendi, en la calle Galicia, en el barrio Santa Marina de la villa cerrajera. Se trata de una calle de un único sentido de circulación, con terraplén y acera a un lado, y pequeños bloques de viviendas de tres pisos al otro. El aparcamiento en línea está pegado a las casas -antes de un paso de cebra elevado- es donde estaba aparcado el Ford Focus rojo junto al que apareció la bebé. Los servicios médicos no pudieron más que confirmar el fallecimiento.

búsqueda de pruebas Acordonada la zona, los agentes de la Unidad de Policía Científica de la Ertzaintza procedieron a buscar pruebas que pudieran ayudar a esclarecer lo ocurrido, para lo que también interrogaron a vecinos de diversos portales de esa misma calle Galicia.

Fueron pocos los vecinos que se enteraron en un primer instante de lo que ocurrió y apenas hubo valoraciones ante una noticia que generó conmoción en la medida que se supo con el paso de las horas. Algunos se asomaron a las ventanas de sus domicilios, aunque se volvieron con rapidez. En la calle, un manto de silencio roto por los objetivos de las cámaras fotográficas de los informadores que se habían acercado hasta Arrasate.

Según el relato que un vecino hizo a Goiena, el primer sobresalto llegó al ver a agentes de la Ertzaintza por el barrio una tranquila mañana de domingo, tras lo que empezó a conocer lo sucedido. “La Er-tzaintza debe de estar investigando huellas dactilares y han preguntado en distintos portales de la zona”, señaló. A las 15.28 horas, la jueza de guardia ordenó el levantamiento del cadáver, que fue trasladado al Instituto de Patología Forense de Donostia. La investigación se encuentra a expensas de los resultados del examen forense y de la declaración de la menor de 17 años que a última hora de ayer permanecía en un centro hospitalario bajo custodia policial.

en 2016 otro bebé logró sobrevivir

Contenedor. El caso de la bebé encontrada ayer en Arrasate recordó a otro episodio similar que ocurrió en 2016 en Donostia, cuando una mujer de 28 años arrojó a su bebé -que logró sobrevivir- a un contenedor de basura de la Parte Vieja. Aquella niña nació en la noche del 21 de noviembre de 2016 en el piso de la anciana de 94 años que su madre cuidaba. Entre las 22.00 horas y las 1.00 horas del día 22 la mujer deambuló por las calles con su recién nacida, hasta que la arrojó al contenedor.

“Sabía que moriría”. En la vista oral que tuvo lugar en diciembre de 2018, la mujer, de origen nicaragüense, se mostró arrepentida y entre lágrimas pidió perdón por lo que hizo, aseguró que se había visto “superada totalmente por la situación” y arrojó su hija al contenedor a pesar de que era consciente de que “si no la encontraba nadie”, la niña moriría como consecuencia de la hipotermia.