ESTELLA-LIZARRA. La denuncia que interpuso ante la Guardia Civil la semana pasada, afirma, tiene como únicos objetivos destapar la verdad, ayudar a posibles víctimas y servirle de terapia para superar el trauma.

¿Qué le ocurrió?

Fui alumno del Colegio del Puy y desde 1962 hasta 1968 sufrí abusos físicos por parte del entonces director, José San Julián Luna.

¿Cómo eran esos abusos?

Te subía al estrado y te hacía sentarte a su lado, delante de la clase. Mientras hablaba con otros o daba la clase te metía la mano izquierda por debajo del pantalón, en aquellos años llevábamos pantalones cortos, y empezaba a tocarte por los testículos, por el pene, se recreaba y después detrás te tocaba las nalgas hasta el ano.

¿Eran muy recurrentes?

Sí, sí. Era constante. No voy a decir a diario pero si cada semana teníamos una clase de Francés y otra de Religión, que eran sus asignaturas, pues dos veces por semana, fácil.

¿Cuándo se plantó usted?

Llevaba sufriendo los abusos desde los 6 años y cuando tenía 12 empecé a ser consciente y empecé a rechazarlo. Entonces comenzaron las palizas y los suspensos. En cuarto de Bachiller con 14 años en junio suspendí cuatro y en septiembre también. Así que me preparé en una academia para examinarme en enero por libre en el instituto de la Plaza de la Cruz en Pamplona. Esperando para entrar a hacer el examen me lo encontré allí, hablando con la directora del centro. Me acerqué y le dije que iba bien preparado y a ver si también iba a suspender y que en ese caso se preparase. Lo cierto es que aprobé. Yo era muy tímido y tenía muchos complejos, estos hechos hicieron que esos complejos aumentasen. Aquel día se me revolvió todo cuando lo vi pero no sé de dónde saqué fuerzas y aprobé. Después me puse a trabajar y dos años más tarde puse 400 kilómetros de por medio.

¿Cómo era el día a día en el colegio?, ¿iban asustados?

Por supuesto. Aquello era la dictadura, era peor que la mili porque en la mili no nos pegaban y aquí sí. Aparte de los abusos sexuales nos daba cada tortazo que nos tiraba al suelo. Este cura nos cogía de las patillas y nos levantaba hasta que te quedabas sobre la punta de los dedos. Después te pegaba y, al suelo.

¿Usted vio cómo abusaba de otros compañeros?

Sí, había más. No sabría decir cuántos, porque recuerdas más lo tuyo que lo de los demás, podemos ser decenas o incluso algún centenar, no lo sé. Era profesor de francés y de religión por lo que daba clases en varios cursos y a varias edades, con lo cual tenía acceso a muchos alumnos del centro.

¿Qué falló para que esto ocurriera durante tantos años y que nadie hiciera nada?

La única justificación posible es la impunidad que tenían por la época en la que vivíamos porque entonces el alcalde, el secretario, la Guardia Civil y el cura tenían todo el poder. Él fue fundador del colegio, primer director y puso dinero. A mí la pena que me ha quedado es que mis padres fallecieron sin saber nada. En su día no se lo dije porque eran muy religiosos y en aquellos tiempos no podías bajar a casa diciendo que te habían pegado o te habían metido mano en el colegio. Era impensable.

¿Por qué lo ha denunciado ahora?

Me cambiaron de psicóloga, con la que llevaba en tratamiento varios años, y la nueva tras leerse el historial me preguntó por este tema. Le dije que lo llevaba muy mal porque están saliendo casos en todo el mundo y recordaba lo mío como si fuera ayer. Me dijo a ver si me había planteado denunciarlo y me lo sugirió como terapia y casi como un bien social porque ha habido muchos afectados en Estella y comarca, y también de otros sitios, porque en el Obeki, en el internado, había niños de fuera.

¿Sabe si los abusos eran extensibles al internado?

En primera persona no lo sé pero siempre se decía que sí. Se cuenta que una vez los alumnos mayores le pillaron abusando de los pequeños y que le dieron una paliza. Eso me contaron.

¿Qué busca teniendo en cuenta que José San Julián ya falleció y el delito habría prescrito?

Sólo busco que la sociedad de Estella tome conciencia del poder que tenía la Iglesia y que se sepa lo que ocurrió durante tantos años en El Puy, sin que nadie hiciese nada. También quiero descargarme la mochila, que la he llevado toda la vida y que guardo recuerdos que están tan vivos, que me parece que eran ayer. Quiero remover conciencias, que mi testimonio ayude a otros, que denuncien y que se sepa lo que ocurrió.

¿Se encuentra mejor ahora que lo ha hecho público?

Muchísimo mejor. Me he quitado mucho peso de esa mochila.

¿Qué le gustaría que hiciera el Arzobispado?, ¿se ha puesto en contacto con usted?

No he tenido noticia de ellos. Me gustaría una reparación en forma de disculpa porque legalmente no se puede hacer nada. Un periodista me ha preguntado que si me ofreciesen algo, si lo aceptaría. Por supuesto que no, no es lo que busco, en absoluto.

¿Cuál es su siguiente paso?

Conozco a otras tres personas que tienen intención de denunciar. Queremos crear una asociación de víctimas y me quiero poner en contacto con los chicos que sufrieron los abusos en Puente la Reina.