PAMPLONA - La fiesta de Sortzen se celebra cada año para apoyar la nueva escuela pública en euskera y, por eso, las miradas al cielo en pleno mes de mayo en Pamplona se suceden los días previos. Estas eran aún más nerviosas en las jornadas previas a la edición que tuvo lugar ayer en el parque de la Taconera de Pamplona, ya que el año pasado un intenso chaparrón provocó que los conciertos de la tarde acabaran antes de tiempo. Ayer, la lluvia no impidió que, finalmente, cientos de personas pudieran disfrutar de una nueva edición.

La cosa se puso fea al principio: La profesora de la UPNA Nora Salbotx se preparó para tomar la palabra en el escenario habilitado para la ocasión, pero el micrófono no funcionaba por el temporal. Aitziber Lizeaga, miembro de Sortzen, admitió que se planteó la posibilidad de suspender los actos programados.

La situación recordó al suceso del pasado año, mucho menos dramático por el momento en el que se produjo el incidente; es decir, al final del día. En 2018, la propia organización tuvo que detener el último de los conciertos por posibles problemas si se mojaban los equipos de música. El público, sin embargo, no tenía ganas de irse a casa y había aguantado firme durante el diluvio. Ayer la ciudadanía volvió a demostrar su compromiso con la educación pública en euskera y no faltó a la cita, igual que no lo hicieron los chubasqueros, los paraguas y las botas para el barro.

Así se acercó ayer a la Taconera José Ángel Jiménez. No sabe euskera, pero ve positivo que “en los últimos cuatro años haya crecido la oferta de la escuela pública de modelo D”. “Espero que se mantenga”, sentenció.

Belén Ruiz, por su parte, decidió poner remedio a no saber manejarse en esa lengua: “Estudio en el euskaltegi Zubiondo (Uharte) porque no tuve la oportunidad de aprender euskera en la escuela”, lamentó.

Por eso, Nagore Nieto, madre de dos mellizos de cinco años que van a Hegoalde ikastola y de otro futuro alumno del mismo centro, tiene claro que “la única manera para que las futuras generaciones hablen euskera es enseñándoles en clase”.

Su opinión coincidió completamente con la de Marian Moya, que asegura sentirse orgullosa de que sus hijos de 5 años estén aprendiendo euskera en las aulas de la escuela pública de Ansoáin. “No tuve ninguna duda al inscribirlos en el modelo D y creo que la educación que reciben en la escuela pública es de calidad”, afirmó.

La satisfacción de Moya por el modelo lingüístico de la educación que reciben sus hijos se puede ver reflejada en dos antiguos alumnos como Aritz Franziskorena, de 30 años, y Garazi Mendioroz, de 28. El primero cree que, aunque su generación “no haya vivido las dificultades” de épocas pasadas para el idioma, los jóvenes saben que “hay que seguir apoyando la escuela pública en euskera”.

Mendioroz, no en vano, considera que es peligroso no defender aquello que se ha logrado. Opina que esta edición de la fiesta de Sortzen tiene un significado especial por la cercanía de las próximas elecciones, donde “está en juego reafirmar el apoyo a la escuela pública en euskera o retroceder sobre lo construido en los últimos cuatro años”, declaró en la cola para coger tickets de pago en el recinto de Sortzen. Al otro lado se encontraba Unai Hidalgo, que se prestó voluntario para estar en barra y opina que “después de muchos años duros y con prohibiciones para el euskera, es un momento idóneo para seguir difundiéndolo a través de la educación”.

Los agentes de ese proceso y, en gran medida, los que mantienen el éxito de la celebración de Sortzen son los jóvenes, que van por la tarde a disfrutar de los conciertos. Olaia Castillo y Hegoa Zaratiegi, estudiantes de primero de bachiller en el instituto Iturrama, lo hacen todos los años “para ayudar a los ikastetxes”, sin importar “el mal tiempo” o que, como ayer, estén de exámenes. Tampoco faltaron Oier Goñi y Beñat Durán, alumnos de primero de la ESO de Iturrama e Iparralde que quisieron “reivindicar la educación en euskera”.

REPRESENTACIÓN DEL GOBIERNO A la fiesta de Sortzen, además, acudió la Consejera de Educación del Gobierno de Navarra, María Solana, y el vicepresidente del Parlamento de Navarra, Unai Hualde. Solana destacó que “el Gobierno de Navarra apoya la escuela pública vasca de calidad” y reiteró su “compromiso firme y sin fisuras con el cumplimiento de la ley y el fomento de nuestra lengua”, aunque admitió que “todavía queda mucho por hacer”.

A los voluntarios de Sortzen solo les queda mirar al cielo las fechas previas al gran día del año que viene, con la garantía de que, como ayer, el concierto y su multitud acallen el chaparrón, por muy fea que se ponga la cosa.