eibar - La gasolinera Kantoi, ubicada en la avenida Otaola de Eibar (junto al nuevo hospital comarcal), fue a primera hora de la mañana de ayer el escenario de un dramático suceso que a punto estuvo de acabar con la vida de un joven de origen magrebí, que intentó suicidarse quemándose a lo bonzo.

Afortunadamente, la rápida intervención del trabajador de la gasolinera, de dos clientes y de unos agentes de la Policía Municipal que en ese momento pasaban por allí, evitó el trágico desenlace; si bien el joven tuvo que ser trasladado en ambulancia al Hospital de Cruces para ser tratado de las graves quemaduras sufridas.

El reloj marcaba en torno a las 8.15 horas cuando “un chaval de veintipocos años” se presentó en la gasolinera montado en una bicicleta y, tras aparcar su vehículo, se acercó hasta el mostrador que atendía Enrique.

Este trabajador, que lleva 31 años como empleado de Kantoi, pensó inicialmente que el joven “vendría a comprar algunas chucherías”, si bien lo que le pidió fue “un bidón de gasolina para el coche que, según dijo, se le había quedado sin combustible”, explica a este periódico.

Así, el operario de la gasolinera le preguntó por la cantidad de gasolina que quería adquirir, a lo que el joven respondió que “con cinco litros de gasolina sin plomo tenía suficiente”. A partir de ahí, Enrique procedió a llenar el bidón de gasolina y se lo entregó al joven, que le pagó el importe correspondiente y salió a la calle mientras el empleado de la gasolinera seguía con su labor junto a la caja registradora.

Sin embargo, Enrique levantó la mirada y, para su sorpresa, vio cómo en el exterior del establecimiento, “junto a los surtidores”, el joven cliente abría el bidón de gasolina que acababa de adquirir y se lo echaba por encima de la cabeza. En ese momento, explica sin quitarse el susto del cuerpo, “salí corriendo y gritándole a ver si estaba loco”.

Con un empujón, Enrique consiguió que el bidón de gasolina se le cayera al joven de las manos “aunque para entonces igual ya se había echado unos dos litros encima”. Por su parte, el chaval cogió la bicicleta que había aparcado y se aproximó raudo hacia la salida de la gasolinera más próxima al hospital comarcal.

El propio Enrique le siguió hasta allí, al mismo tiempo que hizo indicaciones a una patrulla de la Policía Municipal que circulaba por la Avenida Otaola para que se detuviera en el lugar. Los agentes pararon a tiempo y se aproximaron al joven “dándole el alto y pidiéndole que desistiera en sus intenciones”, pero fue en balde “porque el chaval sacó un mechero y se prendió fuego allí mismo”.

Ante esa situación, el propio Enrique, los agentes de la Policía Municipal de Eibar y dos clientes que salían de la gasolinera después de haber disfrutado de su café matinal intentaron apagar las llamas. Para ello, echaron mano “de un extintor de la gasolinera y de unas mantas que tenemos dentro”. De esa forma consiguieron evitar la muerte del joven, aunque sufrió heridas de gravedad y tuvo que ser trasladado a la unidad de graves quemados del Hospital de Cruces.

Reincidente Fuentes de la Policía Municipal eibarresa reconocieron a NOTICIAS DE GIPUZKOA que la de ayer “no era la primera vez” que el protagonista del triste suceso había intentado quitarse la vida.

De hecho, aseguran que “hace apenas unos días intentó cortarse las venas”, por lo que no acababan de entender “cómo una persona en semejante situación está en la calle y no en un centro en el que pueda recibir el tratamiento adecuado”.