Casi tres años que parecen un siglo. Desde que la joven madrileña denunciara una violación colectiva en la madrugada del 7 de julio de 2016 hasta la sentencia de ayer en el Supremo el caso de La Manada ha sacudido a la opinión pública que lo ha vivido en un triple carril (judicial, social y mediático) con cortocircuitos y en un triple plano geográfico: local, estatal y mundial. El ingrediente universal de género, la potencia de las redes sociales y el escenario global de San Fermín han hecho que este tema haya trascendido de Navarra a todo el Estado y de ahí, a medio mundo. El proceso y sus investigaciones han sido motivo de miles de artículos de prensa, portadas, tuits, carteles, pancartas, declaraciones, decisiones políticas y jurídicas en las que cada estamento ha vivido sus propias piedras de toque y crisis deontológicas. El fallo del Tribunal Supremo cierra en parte la brecha que se había abierto entre sociedad civil y judicatura y devuelve la dignidad a una fiesta y a un pueblo, el de Iruña, que junto a sus instituciones principales siempre se posicionó a favor de la víctima y contra la violencia de género en este largo periplo que termina a las puertas de una nueva edición de los Sanfermines que, para bien y para mal, han sido el epicentro de una dinámica global con diferentes protagonistas e hitos.

la calle

Una sociedad civil movilizada

Un símbolo de la lucha de las mujeres y por la igualdad de género

La Manada se ha convertido en un icono de la lucha contra la violencia machista y en favor de la libertad de las mujeres. Los colectivos feministas de Pamplona pero también de otras ciudades del Estado (con especial implicación de Sevilla, localidad natal de los violadores) y de otros países han situado en el eje de sus reivindicaciones la denuncia de este caso que por otra parte ha tenido secuelas o copias en otros lugares con una larga serie de Manadas al estilo del Me too. En unas ocasiones han sido movilizaciones espontáneas u organizadas ad hoc (sobre todo tras otros fallos judiciales previos muy cuestionados y en el transcurso de las propias fiestas) pero también han cobrado protagonismo en citas ya fijas como el 8-M o el 25-N (Día por la eliminación de la violencia contra la mujer) que justo en estos años han sido también multitudinarios dentro de su propia dinámica en la que La Manada ha sido un catalizador más. Pero no sólo los colectivos feministas. Sindicatos, peñas, ONGS, universidades... La causa de la chica violada en grupo en San Fermín, a la que algunos no creyeron, se convirtió en un leit motiv muy potente que ha traspasado todo tipo de fronteras generando un sentimiento de rabia, solidaridad y empatía muy amplio. El movimiento contrario, que también lo ha habido, se ha quedado reducido a algunos foros de internet y a determinadas siglas y nombres propios. La calle ha ido pasando por diferentes estados de ánimo, de la sorpresa a la indignación, de la rabia a la satisfacción... El caso de la violación de San Fermín ha sido una auténtica montaña rusa de emociones colectivas amplificadas por el efecto viral de las redes sociales y los altavoces mediáticos de casi medio mundo, especialmente a través de algunas cadenas televisivas y webs concretas.

Medios de comunicación

Héroes y villanos

Una amplia cobertura con déficits éticos

El caso de La manada ha sacado lo mejor y lo peor de los medios. Se trataba de un tema delicado en el que determinar las fronteras de la información y el morbo era tan fundamental como mantener la distancia y lidiar con la vetusta maquinaria judicial que alternaba hermetismos con insólitas fugas informativas. La prensa (y radio y televisión) local -como siempre- ha reivindicado su espacio propio en el panorama global de la comunicación mientras que determinadas cadenas, especialmente televisivas, convertían el caso en un gancho de audiencias, aunque también ha habido grandes ejemplos de profesionalidad, rigor y competencia a nivel estatal.

Judicatura

Leyes y juicios

Togados en el ojo del huracán

La otra profesión que no lo ha tenido fácil en este asunto ha sido la judicatura que también ha dado una de cal y otra de arena según fases y escalones. La ciudadanía se ha familiarizado con las distintas instancias (instrucción, salas, audiencias, TSJN, Supremo...) y roles (fiscalía, abogados, jueces, tribunales...) y sus diferentes estilos desde la discreción a imágenes de zona mixta futbolera. En un momento del trance la brecha entre sociedad y judicatura (con sus diferentes sensibilidades) fue enorme. La última sentencia ha suturado en parte esta herida lanzando de paso un reto al poder legislativo.

Clase política

Instituciones

Un ayuntamiento y un gobierno del cambio, claves para la sentencia

A diferencia de lo que ha sucedió con el ámbito judicial, la clase política y las instituciones han sintonizado con la corriente social e incluso ha ido por delante de ella. Tanto el Ayuntamiento de Iruña como el propio Gobierno de Navarra (y sus abogados) han perseverado desde el inicio de la causa en defensa de la víctima mientras que en general, todos los partidos y gobiernos (en los tiempos de Rajoy como en el de Sánchez), han estado a la altura de las circunstancias anunciando una actualización del Código Penal.