La Plaza del Ayuntamiento retumbó este domigo por Palestina. El cohete, en forma de abrazo solidario, sacudió las almas de los presentes en un multitudinario Chupinazo que dio comienzo a las fiestas más internacionales.
Las primeras gotas de vino sobrevolaron la plaza del ayuntamiento hacia las 10.30 horas. Los balones de plástico y los globos formaban parte de la diversión de los primeros allegados que, a la espera del cohete, disfrutaban de buena compañía. Las camisetas blancas se teñían poco a poco de color violeta y los vasos se iban vaciando conforme pasaban los minutos. Algunos cánticos fiesteros, otros reivindicativos en contra del genocidio de Israel sobre Palestina, hacían resonar la plaza casi una hora antes del chupinazo.
Asimismo, el famoso cántico de “Alcohol, alcohol, alcohol” fue parte de la banda sonora durante la espera al cohete, dispuestos a disfrutar del día 6 como si no hubiera un mañana. Así, en varios momentos, hubo cánticos en contra del presidente Pedro Sánchez cuyo liderazgo político en los últimos meses se ha visto empañado por los casos de corrupción de Cerdán-Koldo-Ábalos.
Nervios a flor de piel
Hacia las 11 horas, la plaza comenzaba a estar abarrotada, no llena, pero con mucha gente a la espera. Todo es celebración, cualquier cosa vale para cantar y abrazarse con el de al lado. La espera no se hace larga mientras saltas, bebes y ríes con las amistades. Las primeras banderas ya ondean larga plaza. Perú, La Rioja, Málaga, y por supuesto, Palestina y Navarra, coloreaban la plaza.
A las 11.30 horas, una gran bandera a favor de los presos ondeaba en la plaza. Una camiseta que reza “todos somos Palestina”, justo debajo del ayuntamiento, daba sentido al inicio de las fiestas, en un contexto en el que Yala Palestina, asociación encargada de lanzar el chupinazo, ha vestido de colores rojo, negro, verde y blanco el cielo de Iruña. Las ikurriñas y la bandera navarra no fueron menos en la plaza, haciendo ver a la gente de fuera donde habían venido a pasarlo bien. Las camisetas, para esa hora, ya estaban completamente moradas, y el blanco, desaparecido. Las bebidas que no se beben, se lanzan, y viceversa. El nerviosismo aumenta y cada vez falta menos.
Y llegó la euforia
A pocos minutos de las 12, las avalanchas comenzaron a ser habituales. De aquí para allá, los presentes sostenían como podían sus vasos mientras cantaban a pleno pulmón. Los últimos rezagados, que querían entrar a la plaza como sea, revolvieron a bandazos al personal entre cánticos y fiesta.
Y entonces llegó el momento. 11.59h. Pañuelos al aire. “¡Gora San Fermin! “¡Free Palestina!”: Yala Palestina lanzó el chupinazo ante el estruendo y el griterío de la plaza. Segundos después la fiesta estaba asegurada. El Riau riau, cánticos de Osasuna, “Palestina askatu”… Todos saltando y cantando juntos.
La gente cantaba esperando a los gaiteros, txistularis y a La Pamplonesa. El momento de mayor locura de la mañana llegó con las primeras notas de las gaitas que entonaron el Ánimo Pues. Los balcones y establecimeintos parecían saltar junto a los presentes al ritmo de la tradicional canción. Todas las voces presentes en la plaza se hicieron una durante unos minutos, como si miles de coros se hubieran puesto de acuerdo para cantar a la vez. El estruendo fue tremendo. Las paredes y el suele temblaban como si de un terremoto se tratase. Y volvió a volar el vino, la sangría, el tinto de verano... Incluso varios individuos nadaron sobre las manos de los presentes mientras cantaban.
Reivindicaciones laborales
El Chupinazo de Pamplona se convierte en un escaparate codiciado para plasmar reivindicaciones por su repercusión mundial. Más de 450 periodistas de 13 diferentes países, pertenecientes a 135 medios de comunicación fueron acreditados otro año más para cubrir los Sanfermines, y colectivos aprovechan esa presencia internacional para alzar la voz ante sus peticiones.
Como ejemplo, desde el balcón del Ayuntamiento se abogó por una Palestina libre y por la paralización del genocio que padece su población por parte del estado de Israel. Y ya en la plaza, un grupo de personas logró desplegar cuatro pancartas alusivas al cierre de la planta de BSH-Bosch en Esquíroz, un conflicto laboral que comenzó en diciembre del año pasado.
Todas ellas hacían alusión a la situación que viven los trabajadores de la empresa y reivindicaban que la planta de Esquíroz no detuviera su actividad, con varios mensajes de desprecio hacia el grupo germano Bosch y su director en Europa, Christian Prenzel.