Hoy, a las 13:30 horas, la Plaza de los Fueros se ha llenado de color y tradición con la participación de 14 grupos de danza de la Comarca de Pamplona, en el marco de la 48ª edición del evento organizado por Nafarroako Dantzarien Biltzarra. Los grupos Amaiur, Ardantzeta, Basakaitz, DanTXaldi, Duguna, Eluntze, Harizti, Iruña Taldea, Larratz, Mikelats, Muthiko Alaiak, Oberena, Ortzadar y Txori Zuri han unido sus fuerzas para interpretar el Agintariena y las danzas de Otsagabia y Lapurdi. El espectáculo ha culminado con unas emotivas danzas colectivas en las que muchos espectadores se han unido a los dantzaris para disfrutar de los Jauzis y la Era. La celebración ha estado acompañada por el animado ritmo de los músicos de Oberena y Karrikadantzako Musikariak.
Un público comprometido
Apenas ha terminado el Chupinazo, la Plaza de los Fueros ha comenzado a llenarse de público, convirtiéndose en un animado punto de encuentro para quienes desean inaugurar las fiestas desde la tradición y el folklore. Personas de todas las edades se han congregado en torno al escenario y el césped que rodean la plaza, en una escena llena de colores: camisetas rosas, empapadas de vino, delatan a los jóvenes que llegan directamente del Chupinazo, mientras que el blanco impoluto de quienes prefieren una celebración más serena —mayores y familias— marca el otro tono de la mañana. El sol aprieta con fuerza, pero no frena el entusiasmo de los asistentes, que comienzan a ocupar sus sitios media hora antes del inicio del espectáculo.
Algunos buscan refugio bajo la sombra de los árboles; otros agitan abanicos sin pausa o se acercan a las fuentes para refrescarse.“Llevo más de 30 años viniendo y siempre me emociono”, cuenta Carmen, una espectadora habitual. “Me parece precioso que las fiestas comiencen reivindicando nuestra cultura”. Ibon, un dantzari de Amaiur, comparte la misma emoción por el evento:“Llevamos tres o cuatro años viniendo a bailar y siempre que venimos se nos pone la carne de gallina, por estar aquí todos los grupos juntos, es una de las actuaciones más esperadas del año”.
Dantzaris con los nervios a flor de piel
Mientras tanto, los músicos ensayan animadamente unas jotas que resuenan por la plaza, creando un ambiente festivo que anticipa lo que está por venir. Bajo uno de los característicos túneles de la Plaza de los Fueros, los dantzaris ultiman los detalles: se ajustan el vestuario, repasan posiciones y charlan entre risas para calmar los nervios previos al espectáculo. Maider, una joven bailarina del grupo Ardantzeta, asegura que, pese a los nervios, este momento se ha convertido en todo un ritual: “Cada año desayunamos juntos, bailamos y luego compartimos una comida de grupo que ya es una tradición en sí misma”.
Josune, una jóven dantzari de Oberena que ondeará la bandera en solitario para dar inicio a la actuación, comparte sus impresiones antes de que dé comienzo el espectáculo: “estoy nerviosa porque nunca he ondeado y como somos muchos grupos, nos toca cada quince años, además, la última vez que ondeó una chica sola, fue hace diez años.” También declara que se siente muy ilusionada por empezar los Sanfermines bailando justo después del Chupinazo.
'Agintariena' y danzas de Otsagabia y Lapurdi
El espectáculo da comienzo con Agintariena, el saludo a la bandera. Los grupos, colocados en distintas filas alrededor de la plaza, se dirigen hacia el centro y se inclinan ante la bandera que Josune ondea elegantemente. El público se incorpora y aplaude emocionado.
Después se da paso al ciclo de Otsagabia. Los dantzaris, en grupos de ocho personas, se dirigen a sus posiciones bailando con gracia y haciendo sonar alegremente los cascabeles y castañuelas, guiados por la figura enmascarada del “bobo”. Después comienzan las danzas de palos — Enperadorea, Dantza y Modorro —una de pañuelos, una jota y terminan con un pasacalles. Al termina, los dantzaris rinden homenaje a Juan Pedro Aramendia, un dantzari de 77 años proveniente de Sangüesa, que ha bailado como bobo, guiando y animando los pasos de su grupo.
Aunque los 14 grupos provienen de distintos lugares de Iruñerria y no suelen tener ensayos conjuntos, bailan completamente coordinados, ejecutando los pasos al unísono, como si se tratara de un solo grupo. El público aplaude efusivamente y no son pocos los irrintzis que se escuchan.
Tras la danza de Otsagabia, seis de los grupos sorprenden al público con una breve y divertida representación cómica: un barbero mata a su cliente, pero logra revivirlo, y ambos acaban compartiendo una copa de vino entre risas y aplausos.
Mientras tanto, los dantzaris reaparecen con nuevos atuendos: colores claros, faldas con vuelo y sombreros decorados con flores, que aportan un aire festivo y primaveral al conjunto. Bailan en semicírculos y luego en parejas, creando composiciones coreográficas complejas y llenas de color. Llama la atención la naturalidad con la que algunos grupos rompen con las convenciones de género tradicionales: en varias formaciones, hombres visten trajes femeninos y mujeres, atuendos masculinos.
Noa, dantzari del grupo Amaiur, lleva puesto el traje tradicional masculino. Explica que, en los últimos años, los grupos están haciendo un esfuerzo consciente por ser más inclusivos y romper con los roles de género en la danza: “Hoy en día no hay ningún problema en que una persona con vulva vista de hombre o al revés. El género no se tiene en cuenta: al fin y al cabo todos sabemos los mismos pasos, todos somos dantzaris”.
Bailes multitudinarios
El espectáculo culmina con un momento cargado de emoción y participación popular: cientos de espectadores bajan a la plaza para unirse a los dantzaris en la interpretación de los tradicionales Jauzis y la Era. Esta vez, los bailarines no están en formación, sino repartidos entre el público, rodeados de familiares y amigos, compartiendo la danza de forma cercana y festiva. Como broche final, todos los participantes alzan sus pañuelos rojos al aire, mientras una sinfonía de aplausos y vítores envuelve la plaza, marcando un arranque de fiestas vibrante y profundamente arraigado en la tradición.