Las calles de Tafalla amanecieron ayer algo más optimistas. El intenso trabajo de los grupos vecinales de voluntarios y las brigadas técnicas habían apartado el día anterior los centímetros de barro que cubrían el asfalto y lo ocultaban a la vista de los centenares de personas que paseaban entre sus edificios. Aun así se mantenía un catastrófico retrato de la ciudad, una imagen que se aleja de la habitual alegría de la ciudad en pleno verano y que confirma la difícil vuelta a la normalidad.

El río se tragó los negocios y las viviendas de la calle Martínez de Espronceda, dejando a sus propietarios a merced de las compañías de seguros y con la mirada puesta en una reconstrucción que se prevé complicada. Los vecinos y los comerciantes lo saben, se ven en mitad de un arduo trabajo de reparación. La imagen de ayer todavía impresionaba a los ciudadanos que veían como, más de 24 horas después de la inundación, los coches se amontonaban unos encima de otros y se mantenían encajados en los escaparates de las bajeras y comercios.

Las dos últimas noches en Tafalla han sido breves en el descanso e intensas en el esfuerzo. Los afectados se mantenían en la calle, donde el calor presionaba ayer, limpiando los establecimientos arrasados. La ciudad ha volcado sus esfuerzos en recuperar la normalidad y así se pudo ver durante la jornada de ayer.

A media mañana uno de los bares que se encuentra alejado de la zona de la catástrofe y que no se vio afectado por el desbordamiento del Cidacos, repartió almuerzo entre los tafalleses que se amontonaban en Martínez de Espronceda levantando escombros y apartando el fango con las escobas. Una de las vecinas, propietaria de la Ferretería Arvaca, celebraba el gesto mientras comía enfangada en barro.

“Los vecinos de la comarca se han volcado, aquí han venido hasta personas de Larraga ofreciendo su ayuda y poniéndose manos a la obra”, sonríe. Un torbellino de solidaridad que se reflejaba ayer en el constante apoyo de las brigadas de voluntarios dispuestos a brindar su tiempo. A las nueve de la mañana de ayer se convocó en la plaza de Navarra a los ciudadanos dispuestos a colaborar para organizar las cuadrillas y disponerlas al completo en las zonas afectadas. “Traed palas, escobas, carretillas, guantes, toda ayuda es bien recibida”, rezaba la convocatoria. Y así fue, esa misma mañana los equipos voluntarios salían a trabajar por la ciudad.

auzolan “Auzolan es una palabra que siempre ha significado mucho en Tafalla pero ahora ha cobrado más sentido que nunca”, confesó ayer Jesús Arrizubieta, el alcalde de la localidad. En los dos últimos días se ha notado en la ciudad la compenetración entre los vecinos que ceden su tiempo a los afectados por la fuerza del agua. Trabajo vecinal, ese está siendo el centro de la actuación.

En la calle plaza Cortes, perpendicular a Martínez de Espronceda, los trabajos de las grúas y la limpieza comunitaria no cesa. Sin embargo, la imagen difiere de la del día anterior, cuando los restos de los muebles se mezclaban con el lodo y el agua.

Una de las zonas que todavía se mantenía aquejada es en la que confluyen la avenida de Sangüesa, el paseo de las Ruedas y Ereta, con bajos y subterráneos que aún guardan varios centímetros de agua en su interior. Muebles Sola, un establecimiento situado en el paseo de las Ruedas, en el mismo paso del río y a escasos metros del puente, desde el lunes derruido, estaba destrozado por la acumulación de agua. El comercio cuenta con tres plantas subterráneas que almacenaron el agua que cabía y que se acumuló hasta que las labores de la Policía Foral y los Bomberos pudieron sacar gran parte con bombas de agua. Aun así, la planta más baja todavía ayer acumulaba agua en su interior.

La Zona Norte de Tafalla también ha recobrado la normalidad tras limpiar y adecentar la carretera de la avenida de Pamplona pese a que aún se amontonaban ayer los tractores en el río. En el paso del Cidacos, a la altura del número 23 de la mencionada avenida, los vehículos todavía eran visibles.

trabajo en equipo En el paseo de las Ruedas se edifica un bloque de viviendas que vieron el agua pasar por su calle y los coches flotar en el paso desde Martínez de Espronceda hasta el otro lado del puente del Cidacos. En el bajo de ese edificio, a pie de calle, hay una vivienda que sufrió un importante impacto el pasado lunes.

No había nada que salvar en su interior, los muebles, los electrodomésticos y los objetos personales se convirtieron en inservibles tras el golpe del agua. Los vecinos que viven en ese bloque de casas se han encargado de ser la ayuda indispensable para la familia que ha perdido todo lo que tenía en su interior. Durante la mañana de ayer montaron un dispositivo en el que, formando una fila, sacaban los objetos que se encontraban en su interior. En la fotografía inferior de la siguiente página se puede ver a los vecinos en comunión para ayudar a sus compañeros del bloque de edificios. Auzolan una vez más en Tafalla.