Alas 16.45 horas de la tarde el muelle de Donostia acogía a un montón de gente para presenciar el abordaje pirata. Hasta el monte Urgull se encontraba lleno de personal esperando a que empezara la fiesta, pero el tiempo jugaba al despiste. Aunque a veces se asomaba el sol, el viento soplaba fuerte levantando oleaje. Pero eso no parecía ser ningún problema para la multitud de piratas, ya que se paseaban hasta la rampa del muelle felices con sus complementos para el abordaje. Algunos incluso cantaban la canción Sardina bat, bi sardina de camino al agua mientras lucían banderas con calavera de pirata.

El ambiente era muy colorido, había colchonetas de todos los colores y tampoco faltaban las que están de moda en los últimos años: flamencos y unicornios. Aunque por la mañana muchas cuadrillas utilizaran palets y bidones para preparar sus balsas, otros directamente se decantaron por navegar en sus flotadores acompañados con un remo. Incluso una cuadrilla de unas ocho personas utilizó una piscina hinchable para trasladarse hasta La Concha.

En los grupos no faltaban complementos para animar la fiesta. Unos lucían collares con flores hawaianas, otros utilizaban manguitos para flotar si se caían... Las ikurriñas y las banderas piratas ondeaban en el aire y algunos utilizaban las pistolas de agua para refrescase aún más.

Las cuadrillas se prepararon detrás de las vallas de seguridad para esperar a que dieran la señal para comenzar por el megáfono. Cuando se dio el pistoletazo de salida, los corsarios más avanzados entraron a la rampa del muelle corriendo en busca de sus balsas. Los que iban por detrás entraron más despacio en general, aunque hubo de todo. A las 17.00 horas lanzaron el txupinazo pirata y arrancó la fiesta. Las cuadrillas empezaron a remar hacia la playa de La Concha motivándose entre ellos, entre risas y gritos.

a los gabarrones Aunque algunos comenzaron el abordaje, otros prefirieron salir más tarde. A las 17.15 horas la gente todavía continuaba entrando al agua con sus barcas para abordar la playa. La música acompañaba el ambiente y los organizadores recomendaban que se remara hacia los gabarrones para que todo saliera correctamente a pesar del fuerte oleaje. Algunos alcanzaron a la playa enseguida y otros tardaron en salir del muelle tratando de mantener el orden a la hora de remar.

Poco a poco, la playa fue acogiendo a los navegantes, que remaron contra viento y marea para disfrutar de la experiencia.

El ambiente estaba asegurado ayer en Donostia entre tantos piratas que se animaron a participar en la fiesta.