En lo que va de 2019, los bomberos de Auritz han llevado a cabo 84 intervenciones en el primer tramo del camino de Santiago francés, desde Donibane Garazi hasta Orreaga. La media superior a un operativo cada tres días da buena cuenta del respeto que merece una de las dos etapas de montaña que más complicaciones presentan por el desnivel, junto con la que va de Rabal del Camino a Molinaseca (León), de los 728 kilómetros que separan Saint-Jean-Pied-de-Port de la capital coruñesa. La llanura de las 31 etapas restantes pueden llevar a algunos peregrinos a confiarse por desconocimiento del lugar; por eso, la pregunta que los encargados de los rescates se hacen ante una emergencia es si ha sido a causa de la imprudencia. El domingo, los bomberos de Burguete rescataron a 20 peregrinos irlandeses entre los que se encontraban cuatro personas ciegas, a 1.430 metros de altitud, a 10ºC y con una intensa niebla. Todo podría parecer indicar una evidente imprudencia por parte de los caminantes; sin embargo, a veces el azar también juega un papel importante y José Romero, bombero del parque de Burguete que acudió a socorrerles afirmó que aunque “se les fue de las manos”, “no se puede calificar de imprudencia”. ¿Por qué?

La veintena de caminantes salió a las 8.00 horas guiado por Donal O’Sullivan y Juan Rodríguez, dueños de la empresa Camino by The Way, que aunque también es una expresión que significa ‘por cierto’, curiosamente vendría al dedillo para explicar cómo se quedaron los peregrinos: ‘por el camino’. Se trata de una empresa fundada en 2008 con sede en el sur de Irlanda, de donde es O’Sullivan, y dedicada a coordinar viajes con fines benéficos por el camino de Santiago y la vía Francigena (en Italia). En este caso, una asociación irlandesa equivalente a la ONCE contrató sus servicios para caminar con la intención de recaudar dinero para financiar servicios de perros guía para personas ciegas, motivo por el que había cuatro invidentes en el grupo.

Este factor hizo que Rodríguez tuviera bien calculados los tiempos, y a las 11.00 su grupo se encontraba descansando en el albergue de Orisson, desde donde estimaba que les costaría unas tres horas llegar hasta Lepoeder. Ese era el tiempo en el que las previsiones anunciaron un cambio climatológico, por lo que podrían afrontar la subida sin problemas y hacer la bajada, más sencilla, a pesar del notable descenso de temperatura.

La primera parte se cumplió, sin embargo, hacia las 15.00 horas, la repentina y cerrada niebla sorprendió a los experimentados guías y a sus clientes, que llevaban ropa más o menos adecuada para caminar, pero no para, ante la imposibilidad de continuar con seguridad, permanecer quietos con “una sensación térmica de unos 3ºC”, estimó Romero. Entonces, O’Sullivan y Rodríguez llamaron a cuatro taxis que solo pudieron acercarse a cinco kilómetros de su ubicación. Durante tres cuartos de hora estuvieron decidiendo si bajar hasta ellos por una pendiente de 20º o llamar al 112 y resignarse a esperar con hipotermia.

Finalmente, decidieron avisar a SOS Navarra desde uno de los tres puntos donde hay posibilidad de hacer llamadas de emergencia a través de una señal de radio durante los dos kilómetros sin cobertura de la etapa. Rodríguez, agradecido a la “increíble eficacia” de los bomberos de Burguete, explicó lo que ocurrió a continuación: “En diez minutos llegaron en un vehículo pequeño para informarnos de que en cinco minutos llegaría un todoterreno, y así fue”. En el primer viaje, se trasladó a los más débiles mientras el resto caminaban para calentarse y, tras el segundo viaje y en menos de una hora, todos estaban en Orreaga. “Los bomberos de Burguete son gente solidaria y que cree en el servicio público”, concluyó Rodríguez.

De todos modos, conviene recordar las tres claves para, al margen de la suerte, garantizar al máximo posible la seguridad individual de la persona que se aventura en la montaña: planificar, equiparse y actuar con cautela, aconsejó Romero. Prevengan, by the way.