pamplona - Navarra es la comunidad autónoma más afectada por el éxodo de personas tituladas universitarias, según un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona. Entre los años 2013 y 2017, mientras se vieron obligadas a salir del territorio foral para buscar un trabajo ad hoc un 56,6% de las personas jóvenes cualificadas con una titulación universitaria superior, el informe dice que solo llegó a territorio foral un 41,6% de población con la misma formación. Madrid y Catalunya se erigen como las grandes beneficiadas de esta diáspora migratoria que, consecuentemente, conlleva una fuga de cerebros. Una fuga, no obstante, que contrasta con los datos que maneja el Gobierno de Navarra para la Estrategia NEXT (facilitar el retorno de los jóvenes) ya que las motivaciones del éxodo no obedecen siempre a cuestiones laborales.

El estudio realizado por el Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) sobre Descapitalización educativa y segunda oleada de despoblación publicado este pasado mes de julio en la revista Perspectives Demográfiques, no obstante, concluye, entre otras cosas, que la migración de estudiantes cualificados “se debe a la falta de oportunidades en los lugares de origen”. Dice también el estudio, en otro orden de cosas, que el éxodo poblacional ya no es solo un problema que afecte al medio rural.

Ciudades, como Madrid y Barcelona principalmente, se han convertido en los destinos de referencia de la mayoría de las personas de entre 25 y 39 años que cuentan con formación universitaria. Se trata de una foto fija en los últimos años del desequilibrio territorial entre comunidades autónomas. “La despoblación ya no es un fenómeno exclusivo del medio rural, sino que se extiende a los ámbitos urbanos de las comunidades autónomas secularmente expulsoras. Castilla y León es la región más afectada, con pérdidas migratorias anuales por movilidad de larga distancia -interregional y exterior del -13,4 entre los jóvenes de las capitales de provincia, -9,25% en los restantes municipios urbanos y -9,63? en el medio rural. Al panorama migratorio deficitario hay que añadir el elevado nivel de cualificación de los emigrantes: el 53,8% de los jóvenes que se marchan tienen estudios universitarios y solamente el 36,7% de los que llegan desde otras partes de España”, indica el estudio.

El artículo publicado en Perspectives Demografiques analiza los movimientos migratorios de la población de entre 25 y 39 años utilizando para ello la Estadística de Variaciones Residenciales (EVR) y la Encuesta de Población Activa (EPA).

Según los datos de la EVR, entre 2013 y 2017 hubo 776.345 movimientos migratorios de larga distancia protagonizados por población nacida en España de 25 y 39 años, un flujo medio anual de 155.269 migraciones, el 80,7% dentro de los límites nacionales y un 19,3% con origen o destino hacia el extranjero.

El informe señala que un 38,7% de los movimientos interregionales, 48.505, llegan o parten de la Comunidad de Madrid, con 29.320 entradas al año, 19.185 salidas y un flujo neto positivo de 10.135 jóvenes, el más elevado de todo el conjunto estatal. El 35% de los inmigrantes, cerca de diez mil, provienen de Castilla-La Mancha y Castilla y León. Extremadura, Galicia, Asturias, Cantabria, Andalucía, la Comunidad Valenciana, Canarias y Cataluña también tienen contingentes emigratorios destacados hacia Madrid, pero en las tres últimas no suponen pérdidas relativas significativas.

Cataluña, lejos del poder de atracción de Madrid, es el segundo centro receptor, con 10.443 emigrantes al año, 13.654 inmigrantes y un saldo positivo de 3.211 jóvenes, cuyos flujos de entrada provienen mayoritariamente de Andalucía, la Comunidad Valenciana y, en menor medida, de Baleares, Madrid y Aragón. Cataluña registra cierto superávit respecto Andalucía y la Comunidad Valenciana, pero el balance entre emigrantes e inmigrantes queda equilibrado con las otras tres comunidades autónomas.

Las Islas Baleares también tienen un saldo neto significativo y se nutren principalmente de población procedente de las regiones mediterráneas, con una marcada rotación migratoria derivada de la estacionalidad turística. Los restantes flujos interregionales son poco relevantes.

fuga de cerebros La emigración del talento local tiene consecuencias negativas para el desarrollo endógeno y alimenta los procesos de acumulación en las áreas receptoras, que se benefician del capital humano importado, subraya el estudio.

Según los datos de la EPA para el periodo 2013-2017 hay selectividad emigratoria positiva en los movimientos interregionales de los jóvenes españoles, medida a partir del porcentaje de población con estudios universitarios, en todas las comunidades autónomas, salvo en Cataluña y Madrid.

Es decir, los autóctonos de 25 a 39 años que han emigrado tienen un nivel educativo superior respecto a sus homólogos que permanecen en la región de nacimiento. Castilla y León, Galicia, Asturias, Navarra, Castilla-La Mancha, Cantabria y la Comunidad Valenciana son las comunidades con una selectividad emigratoria más marcada: entre el 45% y el 55% de los jóvenes que se marchan tienen estudios universitarios, frente al 30-35% de los sedentarios, precisa el estudio catalán.

El estudio. El estudio realizado por el Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) sobre Descapitalización educativa y segunda oleada de despoblación ha sido publicado este julio en la revista ‘Perspectives Demográfiques’.

Movimientos migratorios. Entre 2013 y 2017 hubo 776.345 movimientos migratorios de larga distancia protagonizados por población nacida en España de 25 y 39 años, un flujo medio anual de 155.269 migraciones, el 80,7% dentro de los límites nacionales y un 19,3% con origen o destino hacia el extranjero.

56,6%

Es el porcentaje de universitarios titulados que salió de Navarra entre 2013 y 2017, mientras que recibió la llegada de un 41,6%, según el estudio de la UAB.