Frente al discurso contrario a “reabrir heridas” y lejos de la motivación de “una venganza hoy imposible”, Affna, la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra, recordó ayer “desde la fuerza de la sangre” a sus 52 antepasados republicanos asesinados el 23 de agosto de 1936 en el corral de Valcaldera, en Cadreita. 83 años después, se reunieron, un aniversario más, para seguir reclamando “verdad justicia y reparación” en el solar de la antigua cárcel de Pamplona, primero, donde los llevaron tras secuestrarlos; y en el lugar donde los asesinaron, después. “A Mola ya lo tienen los suyos, lo mismo queremos nosotros, ni más ni menos”, sentenciaron.

Estas palabras que la asociación hizo suyas son las del matrimonio formado por Jesús María Arilla Pérez y María Teresa Casado Abad, nietos de los fusilados en Cadreita Evaristo Pérez Luquin, médico de Burguete, y Vicente Abad Vergara, músico de Rincón del Soto, respectivamente.

Arilla y Casado se conocieron en Madrid y, años más tarde, descubrieron la injusticia que había unido el camino de sus familias antes de su encuentro. Entonces, tomaron el testigo de memoria y búsqueda de los restos que iniciaron sus madres y, ahora, aseguran que sus hijos “ya han cogido el relevo”. En total, la de esta familia es una representación de tres generaciones que siguen esquivando las “trabas judiciales” del desamparo por parte de las instituciones que ayer denunció Jokin de Carlos Mina, presidente de Affna.

reunión con el gobierno central La asociación anunció que está llamada el próximo lunes a reunirse con el Gobierno central en funciones junto con otras organizaciones. En Madrid, adelantó de Carlos, exigirán “que sea el Estado el que se haga cargo de las exhumaciones y la memoria histórica.

“Nuestros familiares fueron asesinados por defender el estado de derecho y la democracia”, recordó el presidente de Affna. Por eso, ahora “esta democracia con los huesos de los muertos de cimientos tiene una deuda histórica con ellos”, concluyó.

A pesar de que sus restos no acabaron en una cuneta de Valcaldera, es lo mismo lo que la democracia le debe a Honorario Arteta, el único secuestrado en la cárcel de Pamplona que consiguió salvarse de camino al paredón corriendo malherido. Su nieto, Eneko Arteta, pidió “recuperar la memoria histórica igual que los países de nuestro entorno”, que “pasaron página después de haberla leído colectivamente”. Sobre el resto de los represaliados, Arteta observó que “los mataron, pero no tuvieron en cuenta que los muertos tenían vivos y, los vivos, memoria”.

ley de memoria histórica

Espacios del golpe del 36

Cárcel de Pamplona

La gestión de la memoria histórica por parte de otros estados resignifica espacios vinculados al fascismo como monumentos a las víctimas. Por ejemplo, en Alemania los campos de concentración fueron reconvertidos en memoriales a las víctimas del holocausto. Bien distinta es la situación en el Estado español, donde el Valle de los Caídos es el “símbolo macabro de nuestro holocausto particular”, apuntó Maite Rocafort, miembro de Affna. La demolición de la vieja cárcel de Pamplona y el actual “solar vacío”, no en vano, supone “una venda y una losa” representativa del “olvido”, lamentó Arteta. Affna propuso en 2017 reconstruir la antigua puerta y, aunque esto fue aprobado en pleno, todavía no se ha llevado a cabo.

Sin embargo, Jokin de Carlos no dudó a la hora de citar a las personas presentes antes del próximo aniversario de la matanza de Valcaldera, para, espera, poder inaugurar el espacio memorístico oficial de la cárcel de Pamplona en relación con 1936. Un memorial que levante la losa, un memorial que cicatrice la herida.

homenaje en el corral donde fueron asesinados. Tras el acto en el solar de la vieja cárcel de Pamplona, las personas asistentes se trasladaron hasta Valcaldera, en Cadreita, para recordar a los fusilados a través del mismo recorrido que hicieron cuando fueron engañados por las autoridades golpistas con una falsa promesa de libertad. Allí fueron fusilados y allí es donde los homenajes reescriben su historia cada año. Foto: Affna

Salen de la cárcel de Pamplona el 23 de agosto de 1936. El 23 de agosto por la tarde fueron “puestos en libertad” de la cárcel de Pamplona 53 presos republicanos. Eso les dijeron, pero fueron introducidos en autobuses y conducidos a Valcaldera, una corraliza de Cadreita, donde fueron asesinados. Habían ingresado en prisión en julio y agosto, tal y como refleja la relación de pagos que la Diputación Foral hacía por la manutención de presos y que obra en el Archivo de Navarra.

Encarcelados en julio del 36. El 19 de julio ingresaron en la cárcel Santiago Cayuela Medina, Román Ibero Ugalde, Jesús Otermin Navarro, Victorino Olite García, Antonio Epila Dirason, Jose Olaverri Iriarte, Bienvenido Martínez Atienza y José Bellón Crespan; 20 de julio, Mariano Húder Carlosena, Antonio Ibarrola Díaz, Francisco Leoz Beroiz, Aniceto Pajares Martínez y José Nespereida González; día 21, José Zapatero Barea, Ángel Martínez Larrayoz, Ramón Yánez Medina y Constantino Eguía Olaechea; día 22, Octavio López Jiménez. El 23 de julio, Ramón Húder Ansa, Emilio Caballero Hernández y José Rueda Pérez de Larraya. El día 24, Juan Urruzalqui Andueza; día 25, Honorino Arteta Echarri; día 27, José Robredo González, Vitorino el RíoTabar y Jesús Lambertini Solchaga. El día 28, Luis Árdanaz Valencia; día 30, Amadeo Urla Aranburu, Miguel Escobar Pérez, José Alcalá Gorriz, Eugenio Lategui Santamaria, Vitorino Muñarriz Tabar y Román Alcalá Gorriz; 31 de julio: Felipe Fuertes Amigot, Miguel Cristóbal Arrondo y Evaristo Pérez Luquin.

Encarcelados en agosto del 36. El 1 de agosto Santiago Jaurrieta Irurzun y Santiago Guembe Redín; día 2, Natalio Cayuela Medina; día 4, Abel Sanz Cartagena y José Ródenas Martínez; día 5, Constantino Preciados Trevijano y Justo Preciados Trevijano; día 6, Juan de Diego García Ganuza y Juan Cruz Osinaga Ibañez; día 8, Luis Moreno Vela; día 10, Arturo Fraile Ezquerro; día 11, Benito Vallejo Hernández, Ildefonso Zalbardo López y Pablo Galbete Escuer; día 12, Melchor Eric Alemán y Vicente Abad Vergara, y día 14, Löjerdo Walter Pier.