donostia - Los agentes de la Guardia Civil y la Policía Local de Benifaió (Valencia) que participaron en el rescate de Izar, la hija de la expresa de ETA Sara Majarenas, explicaron ante el juez cómo tuvieron que agujerear una puerta blindada para llegar a la niña, que estaba malherida y prácticamente desangrada.

La sección primera de la Audiencia de Valencia celebró ayer la primera sesión del juicio a un hombre de 52 años, excompañero sentimental de Majarenas, que atacó con un cuchillo a la menor, de 2 años y 10 meses, mientras su madre cumplía condena en la cárcel de Picassent en enero de 2017 y que se enfrenta a una condena de 30 años por tentativa de asesinato y lesiones psíquicas.

El procesado, que está en libertad tras haber cumplido dos años de prisión provisional, conoció a Majarenas en el mencionado centro penitenciario cuando cumplía condena por narcotráfico.

Según el relato del Ministerio Público, el acusado discutía telefónicamente con Majarenas y en el transcurso de la llamada cogió dos cuchillos de cocina y se dirigió hacia la menor, que pasaba el fin de semana con él y jugaba en otra habitación.

Sin mediar palabra alguna con ella, le asestó dos puñaladas, una en la espalda y otra en el costado izquierdo, y continuó con la conversación para indicarle a la madre: “Se está muriendo”.

El acusado se entregó en la comisaría de la Policía Local de Benifaió, aunque antes llamó al padre de Majarenas para informarle sobre lo que había hecho y decirle que ese era su “regalo de cumpleaños”.

Tras detenerle, los agentes le preguntaron cuál era su domicilio y le pidieron las llaves; el procesado les dio la dirección pero respondió que no tenía llaves, pese a haber dejado cerrada la vivienda, según el relato de los diferentes policías que fueron citados como testigos.

En cuestión de minutos, según aseguraron, un policía local y un guardia civil se personaron en el domicilio con una maza para tratar de derribar la puerta, pero no lo lograron.

Tampoco pudieron hacerlo mediante el método del resbalón, que consiste en deslizar un plástico por el canto de la puerta, dado que estaba cerrada por dentro.

Finalmente, pudieron abrir un hueco en la parte superior derecha de la puerta y doblar la plancha metálica con la que estaba rellena lo suficiente como para que un policía local, el más enjuto, se deslizase en el interior y sacase a la menor para que los médicos la pudiesen atender.

“Estaba fría y muy blanca, empezó a llorar cuando la sacábamos, antes no la oímos”, relató un guardia civil.

Otro de los agentes añadió, sobre cómo se halló la escena del crimen, que la niña fue atacada mientras estaba en el sofá, tapada con una manta y viendo “dibujos animados en el ordenador”. “Lo sé porque cuando llegué moví el ratón y se encendió de nuevo”, recordó.

Pese a los ruidos que hicieron los agentes, hasta que lograron derribar la puerta, un amigo del acusado -exconvicto- estuvo durmiendo en otra de las habitaciones de la casa sin enterarse de nada, y solo despertó cuando los guardias civiles entraron en su habitación.

En su declaración ante el juez, el acusado admitió los hechos y aseguró sentirse arrepentido, si bien insistió en que la familia de Majarenas le presionaba porque no le querían cerca. Su abogado consideró exagerada la acusación por intento de asesinato, que a su juicio debería ser modificada por la de lesiones.

También intervino en el juicio la madre de la víctima, Sara Majarenas, quien explicó que notó a su compañero “soberbio y amenazante” las últimas veces que le vio, y que eso le preocupaba porque “en tres meses -a partir de los 3 años- la niña debía salir de prisión para ir a vivir con él”.

El presidente de la sala consideró improcedentes todas las preguntas formuladas por el abogado de la defensa en las que se mencionó el pasado terrorista de la madre o cualquier otro vínculo con organizaciones políticas. - Efe