pamplona - Los médicos forenses confirmaron ayer en la tercera sesión del juicio que la víctima, Wilson Yanza, murió por estrangulamiento mediante la llave mata león, es decir, desde la espalda y utilizando la doblez del brazo para oprimir su cuello y ocluirle la vía respiratoria. Los forenses concluyeron así que “no cabe otra causa que no sea la homicida”.

Asimismo, apuntaron que sería complicado que Yanza hubiera sido estrangulado por alguien más bajo de estatura -medía 1,62 cm- ya que es necesario “emplear una fuerza intensa y continuada en el cuello entre 2 y 5 minutos”. Del mismo modo calificaron como “altamente improbable” que el ataque se produjera con ambos, víctima y agresor, sentados. Explicaron también que “a los 5 o 10 segundos de no llegar oxígeno al cerebro la víctima se desmaya sin tener ninguna posibilidad de defenderse”. Además, “si se deja de ejercer tal fuerza después de haber quedado la víctima inconsciente, ésta se recuperaría casi inmediatamente”. Por lo tanto, la muerte solo se produce si se insiste en la acción de asfixia.

Las pruebas expuestas por los peritos desacreditan así la segunda versión de los sobrinos, que insinúan que fue Irene de Fátima, mujer de Yanza, quien lo pudo estrangular con una toalla húmeda (dicha toalla nunca se encontró). Los forenses echan por tierra esta teoría ya que en la autopsia no se encontraron heridas con surcos -como los que producirían una cuerda, ropa o cincha- compatibles con esa versión.

ACUSADA CONSUMIDORA El informe psicológico de la viuda, que lleva años en tratamiento psiquiátrico, muestra que sufre cuadros de ansiedad, “agravados por el consumo de alcohol y drogas”. Aun así, determinaron que esta afección “no tendría relación con los hechos” y entienden que “no había motivos para sufrir un periodo amnésico” como el que Irene describe para acreditar que apenas recuerda nada de esa noche. Tampoco vieron en ella una dependencia emocional, y sí económica, de Yanza. - J.L.