PAMPLONA - Se estima que en la Comunidad Foral más de 115.000 toneladas de alimentos terminan en la basura anualmente. De ellos, el 42% se desperdician en los hogares, lo que supone unos 75 kg anuales de media por persona. El Banco de Alimentos de Navarra (BAN), con su labor, evita anualmente el desperdicio de una media de 3.000 toneladas de comida perfectamente consumibles, y que, si no se distribuyeran, irían a la basura. Esto supone también que una media de 1.550.000 metros cúbicos de CO2 (12 .000 toneladas de CO2) no vayan a la atmósfera, según las cifras dadas ayer por Joaquín Fernández Eraso, presidente de la Fundación Banco de Alimentos de Navarra.

La fundación, que el próximo año cumplirá su 25 aniversario, ha formado parte de la organización de las actividades que se celebran en la I Semana contra el desperdicio alimentario en Navarra, que comenzó el sábado y finalizará el domingo 29, y está organizada y promovida por el Gobierno de Navarra junto a otras organizaciones y entidades. La campaña se llama ¿Comida o basura? Tú decides y tiene por lema Yo no echo. Aprovecho.

“En la última asamblea que tuvimos en junio se detectó que la imagen del Banco de Alimentos estaba más prestigiada por la lucha contra el desperdicio que por dar alimentos a las personas, que también es importante”, señaló Fernández, quien indicó que seguirán trabajando este aspecto para acabar con el hambre, combatir el cambio climático y conseguir una sociedad más justa e igualitaria.

Uno de los problemas, como valoró, es que muchas veces “se compra sin tener en cuenta las necesidades, entonces luego se tira y eso perjudica al medio ambiente”, Para evitar esto, uno de los objetivos principales es la concienciación, un aspecto que “ha cogido auge en estos últimos años cuando se ha empezado a hablar del cambio climático”.

Participación de los centros El Banco de Alimentos de Navarra colaboró durante el curso 2018-2019 con 25 centros escolares y más de 3.000 alumnos, según comentó el presidente de la organización. En la jornada de ayer, los alumnos de tres de estos centros, María Inmaculada (FP), Santa Catalina y Jesuitas, mostraron los proyectos que han llevado a cabo durante el año y los conocimientos adquiridos en relación con el desperdicio alimentario. “Vivirlo en primera persona nos sensibilizó más. Nuestra experiencia fue muy buena y esperamos que esto se haga en más centros”, expresó una alumna de María Inmaculada.