La defensa del medio ambiente parece, en nuestros días, algo imprescindible y lo es? en un principio. Ya el primer día de agosto del presente, el diario ABC incluía un artículo de opinión del incondicional Luis Ventoso: “Una pena que la noble causa del ecologismo se sirva aliñada con tics neomarxistas y pataleos contra el progreso”, podía leerse en dicho trabajo, que incluía ideas como ésta: “En ocasiones cae incluso en lo infantiloide, como con el culto papanatas que dedican los líderes universales a una niña sueca de 16 años, Greta Thumberg, que debería estar en el cole”. ¿Han avanzado algo, éste u otros colaboradores de ese medio, en cuestiones relativas con el respeto y la defensa del medio ambiente, a lo largo de las últimas semanas?

El martes 8, podía leerse en abc.es un trabajo de Gonzalo López Sánchez en el que su autor, haciendo referencia a la civilización maya, recordaba que, según los investigadores consultados, “incluso la civilización más orgullosa depende del sustento que pueda conseguir en la naturaleza”. Y artículos más sosegados que los que poblaban las páginas de los medios semanas atrás se multiplicaban en días como ese 8 de octubre, en el que El Confidencial también aportaba su trabajo elaborado en torno al presente del medio ambiente, a cargo de Eva Valle: “En definitiva -concluía-, una atmósfera limpia es, sin duda, una necesidad del planeta, y debemos trabajar en su consecución. Pero conseguir reducir las emisiones suficientemente requiere tener en cuenta sus implicaciones en el crecimiento y el desarrollo. No hacerlo, consolidaría las actuales diferencias de bienestar entre los países y llevaría al fracaso. La empresa requiere altura de miras, generosidad, evitar la demagogia y las medias verdades y contar con todas las tecnologías, recursos e investigación posibles”.

Posibles e imposibles Posibles, imposibles? Para algunos (y algunas), la defensa del medio ambiente no tiene futuro; para otros (y otras), se nos acaba el tiempo: el 10 de este mes, Diario Crítico todavía se hacía eco de multitudinarias manifestaciones `verdes´ que “recorrieron el viernes 27-S las calles de un centenar de ciudades en nuestro país con un mensaje claro: hay que tomar medidas inmediatas contra el calentamiento global porque no hay planeta B”. Finalizaba, tal trabajo, con una demanda mucho más significativa, pues “el Gobierno aprovechó la cita para aprobar en el Consejo de Ministros el Programa Nacional de Control de la Contaminación Atmosférica 2019-2022 para reforzar el sistema de seguimiento de emisiones y sus impactos en la salud y los ecosistemas”.

Y ese mismo medio recordaba, igualmente, que “las reivindicaciones ecologistas se escucharon en todos los rincones del planeta con especial atención al otro lado del océano” y que, “desde Montreal hasta Buenos Aires, pasando por Caracas, miles de jóvenes del continente americano acudieron al llamado de la joven activista sueca Greta Thunberg para manifestarse y exigir a los gobiernos del mundo acciones concretas contra el cambio climático”. Vuelta al punto de salida: la niña a la que, según Luis Ventoso, rinden estúpido homenaje líderes y lideresas de medio mundo sigue ocupando páginas y cabeceras de medio mundo.

¡Ah! El Salto estudia el alcance de dichas convocatorias en otro artículo del 5 de junio que todavía, dado su interés, puede leerse el 10 del presente. No te lo pierdas: Rodrigo Irurzun Martín de Aguilera es consciente de que, “desde hace décadas la comunidad científica y los grupos ecologistas vienen alertando sobre algunos de los problemas que ahora se están intensificando: contaminación, residuos, cambio climático, pérdida de biodiversidad o sequías. En el año 1972 el Club de Roma publicaba el informe Los Límites del Crecimiento, que había encargado al MIT unos meses antes, con la conclusión evidente de que es imposible incrementar de forma indefinida el consumo de recursos del planeta”. Pues bien: casi 50 años después, “todo sigue igual o peor”.

¡Ama Lurra maitia!