PAMPLONa - Dos mujeres, Fernanda Elizabeth J.D.S., de 40 años, y Daniela R.G., de apenas 20 años, fueron condenadas ayer en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra por tentativa de asesinato con la agravante de disfraz a 9 y 7 años de cárcel, respectivamente, después de que la primera trazara un plan para intentar quemar viva a su exnovia, plan que fue ejecutado por la segunda procesada, con la que compartía amistad. Entre ambas tendrán que indemnizar a la víctima, que pudo huir a tiempo y ponerse a salvo antes de que le prendieran fuego, con 24.000 euros por los días de pérdida de calidad de vida y por daños morales. Las dos procesadas, en prisión desde que sucedieron los hechos el 27 de junio de 2018, fueron condenadas a diez años de libertad vigilada y a la prohibición de comunicarse o de acercarse a menos de 500 metros a la víctima durante 10 y 5 años tras cumplir su pena. Las dos acusadas llegaron a una conformidad antes de que se iniciara el juicio, previsto para cuatro jornadas y en el que la Fiscalía les pedía 17 años de prisión y la acusación particular más de 20. Para alcanzar el acuerdo, a la primera procesada se le aplicaron las atenuantes de trastorno mental y de obcecación y a la segunda se le rebajó la pena por la atenuante cualificada de trastorno mental.

UNA PELUCA Y VISERA PARA DISFRAZARSE En los hechos probados que se dieron ayer por aceptados por las acusadas se recuerda que Elizabeth mantuvo una relación sentimental con la víctima desde octubre de 2015 hasta abril de 2018. La decisión de terminar la relación fue de la víctima, lo que no aceptó la procesada. Esta tenía una hija menor de edad que falleció en 2016 por ingesta de medicamentos (investigación judicial que se archivó) y, una vez que se produjo la ruptura, Elizabeth comenzó a culpar de la muerte de su hija a su exnovia. A su vez, ambas procesadas se conocieron en torno a 2016 en un centro de menores, donde se encontraba Daniela R.G.. Empezaron a partir de entonces una relación de amistad y Elizabeth le explicó a Daniela que creía que su novia podía estar implicada en la muerte de su hija. Así, debido a que Daniela también se identificaba con dicho problema, ya que su madre había sufrido un aborto del que culpaba a una tía suya, la colaboración entre ellas llegó a tal punto que culminó en un plan que pretendía ser mortal. El fiscal recuerda que Elizabeth propuso a Daniela matar a la víctima y decidió que lo haría ésta, rociando de gasolina a la chica y prendiéndole fuego, “siendo conscientes que este sistema causaría unos dolores exacerbados a la víctima”.

Aún cuando la relación entre Elizabeth y su novia concluyó en abril de 2018, en junio de ese mismo año estaban pasando una temporada juntas en casa de la procesada. Así, durante la tarde del 27 de junio, la acusada le preguntó a su ex a qué hora llegaría a casa y esta le dijo que lo haría sobre las 21.00 horas. Poco después, tras varias conversaciones telefónicas, las acusadas se encontraron en el parking de Corralillos para preparar la encerrona a la víctima cuando llegara a casa. Así, fueron a comprar una peluca, una visera y maquillaje para ocultar el rostro de Daniela y evitar así su identificación. En una estación de servicio adquirieron además una garrafa de gasolina. Una vez en casa, una procesada (Elizabeth) ayudó a la otra (Daniela) a disfrazarse y la ocultó en los trasteros de la vivienda, que se encuentran a la altura del portal. Cuando la víctima llegó al domicilio se dirigió al ascensor, allí salió Daniela y le preguntó si era vecina del portal y en qué piso vivía. Tras decirle la víctima que esas cuestiones no le importaban se dio la vuelta hacia el ascensor y, en ese momento, aprovechando que la víctima estaba de espaldas y no esperaba un ataque, Daniela sacó el bote que contenía la gasolina y le roció la cabeza. La chica se dio la vuelta y recibió la gasolina en la cara y pecho. Por ello, huyó por las escaleras pidiendo auxilio, siendo seguida por Daniela, quien portaba un mechero con la intención de prenderle fuego. La víctima llegó al segundo piso y pidió auxilio a gritos, hasta que una vecina le abrió la puerta de su casa. La joven sufre un trastorno de estrés postraumático y tardó 184 días en su curación. Padece distintas secuelas mentales a raíz de los hechos.

Atenuantes (que rebajan la pena) de trastorno mental y de obcecación. A la principal acusada se le aplican las atenuantes, lo que rebajan la pena hasta los 9 años, de trastorno mental y de obcecación, por estar obsesionada con que la víctima podía estar implicada en la muerte de una de sus hijas que falleció en 2016.