pamplona - De los más de 6.000 partos al año -datos de 2017, último del que tiene constancia la Sociedad Española de Fertilidad- que se producen en el Estado, más de 200 tienen lugar en Navarra en los tres centros que realizan este tipo de tratamientos.

El primero es la Unidad de Reproducción Asistida del Complejo Hospitalario que, según datos de su director, Jesús Zabaleta, cuenta con “unos 200 o 300” partos al año después de tratamientos con esperma de donantes “y unos 10” en el caso de óvulos de donantes.

La gran diferencia entre las cifras tiene una clara explicación, y es que el primer tratamiento se aplica a mujeres cuya pareja no tiene un semen fértil, parejas homosexuales de mujeres y mujeres que desean ser madres solteras. Estos dos últimos grupos, que cuentan con el proceso gratuito desde hace dos años, se consideran una gran parte de las demandantes de esperma.

Los grupos solicitantes del primer procedimiento son mucho más numerosos que en el caso del segundo, que solo se aplica a las mujeres que, con prescripción médica, quieran ser madres pero tengan síntomas de menopausia antes de los 35 años.

En ambos casos los tratamientos son gratuitos y se realizan con gametos comprados a bancos de otras ciudades, ya que Navarra no cuenta con uno propio. “Adquirimos esperma de Granada y Galicia y óvulos de Barcelona y Valencia”, detalla Zabaleta.

Quien sí que durante una época recibían a donantes fue el Estudio Médico Navarro, donde las mujeres interesadas podían donar óvulos durante un tiempo.

Sin embargo, y tal y como afirma uno de los ginecólogos del centro, Antonio Laiz, “solo un 20% de las interesadas” terminaban haciéndolo, ya que es un proceso largo y “riguroso”.

En la dificultad de éste reside la diferencia de compensaciones económicas: 50 euros para los hombres y 1.000 para las mujeres, aproximadamente, lo que hace que los perfiles de ambos donantes cambien mucho. Mientras los hombres lo hacen por una cuestión meramente económica, las mujeres sí que lo hacen de forma más altruista.

Sin embargo, la decisión de eliminar el anonimato podría espantar a muchos de esos donantes, aunque no es algo que le preocupe especialmente a Laiz. “Disminuirá bastante el número, pero todo llega y hay que acostumbrarse. Es una mentalidad sajona y la iremos aceptando”, asume, admitiendo que “nunca” ha visto un caso de un hijo que quiera conocer a su progenitor, algo que en Navarra sería mucho más fácil encontrar al ser una comunidad pequeña. De hecho, ya se toman medidas por ello. “De un mismo donante puede haber seis embarazos, pero no hacemos más de tres porque Pamplona es muy pequeña”, asegura Laiz. - J.V.C.