pamplona - El eterno problema acerca de la convivencia entre osos, ganaderos y vecinos continúa latente, tal y como se pudo observar ayer en la jornada La presencia del oso pardo en el Pirineo navarro, organizada por el Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente y celebrada en Baluarte, a donde acudieron un centenar de asistentes. Esta reunión aglutinó a expertos, sindicatos y entidades para “hablar del oso desde una perspectiva amplia, plural, pausada y constructiva”, según palabras de la consejera Itziar Gómez, que abrió el acto indicando que el objetivo del Gobierno es “defender en la Unión Europea las nuevas Política Agraria Común (PAC) y Política de Desarrollo Rural (PDR)”, junto con la cofinanciación de medidas que puedan “compatibilizar la presencia del oso con la ganadería extensiva, a la vez que se contribuye al cuidado del entorno y a mantener vivas las zonas rurales”. Gómez también advirtió que la Unión Europea “va a exigir el cumplimiento de la conservación de esta especie prioritaria y protegida”, por lo que no va a quedar más remedio que entenderse con Sorita y Claverina, las dos osas soltadas por Francia y con la que habrá que compartir territorio, aunque esto no convenza a todos los agentes del sector implicados.

Las posiciones estuvieron claras desde el principio. Por un lado se encuentra el Departamento, que en este año ha puesto en marcha un Plan con diferentes medidas como la contratación de pastores para apoyar a los ganaderos, la colocación de vallados eléctricos y la geolocalización de los rebaños. Asimismo, en 2020 se ampliarán con más, algunas en fase de estudio y otras ya anunciadas, como los collares antidepredadores -que ahuyentan mediante destellos y ultrasonidos- así como cercados virtuales, que se activan cuando un animal marcado por transmisor lo traspasa, y se envía un mensaje de texto a un número de teléfono programado. Sin embargo, lo enquistado de la situación durante los anteriores años y la inacción de gobiernos previos hace que la desconfianza de ganaderos y vecinos no sea proclive al avance de la situación, situándose éstos enfrente de las decisiones del Ejecutivo.

Por un lado, los ganaderos denuncian falta de seguridad ante los ataques, además de que, cuando estos se producen, existe muy poca agilidad en la burocracia de unas indemnizaciones que, a su juicio, son escasas. Con ellos están los vecinos, especialmente los del Valle del Roncal, quienes ven que tienen que lidiar con unos animales que la sociedad ve con buenos ojos por ser una especie que forme parte de la biodiversidad navarra, pero cuyos ataques no sufren la mayoría de la población y sí ellos, que encima cuentan con poca capacidad de decisión en lo referente a este asunto.

A lo largo del día de ayer, expertos como José Vicente López Bao, de la Universidad de Oviedo, explicaron que “el interés público” por el oso “es notable”, y las actitudes hacia ellos “son positivas”, por lo que la idea de la convivencia “está legitimizada”. López Bao también expuso que, basados en decenas de encuestas a ganaderos asturianos, los problemas de la ganadería extensiva de montaña no son los ataques de osos sino otros como “la falta de relevo generacional o la baja rentabilidad”.

Otro experto, en este caso Guillermo Palomero, de la Fundación Oso Pardo, explicó la situación de la Cordillera Cantábrica, donde hay “350 osos” y la convivencia “es posible”, además de ser “un activo económico constatable y visible vinculado sobre todo al ecoturismo”. Sin embargo, su exposición no contentó a todos y y levantó el desagrado de uno de los ganaderos presentes, quien no estuvo de acuerdo con sus conclusiones y retrató perfectamente las dos posturas enfrentadas acerca de esta problemática.