Difícilmente olvidará la noche del 19 de diciembre del 2019 la familia Arriada Elizalde, del caserío Larraldeko Borda de Arizkun. Un zarpazo del viento se llevó, por completo, el tejado de su hogar.

Si la semana pasada el fuerte viento azotó con fuerza la zona de Baztan, causando varias incidencias en diversos puntos, la noche del jueves rachas de viento de más de 100 kilómetros por hora volvieron a azotar el valle. Si bien desde la Dirección de Protección Civil habían avisado que la zona estaría en alerta naranja por fuertes rachas de viento, nadie imaginaría el destrozo que iba a realizar el viento. Como ya ocurrió la pasada semana, el viento derribó bastantes árboles en diferentes puntos del valle de Baztan, pero, sin duda, el caserío Larraldeko Borda de Arizkun fue uno de los lugares que ayer fue más golpeado por el fuerte viento, ya que el tejado fue arrancado de cuajo, una cubierta muy nueva, pues en agosto hizo un año desde que se renovó.

Mari Jose Elizalde Elizalde (hija del txistulari, grande entre los grandes, Mauricio Elizalde) habita en él con uno de sus hijos, Jexux. El jueves, otros dos hijos también se encontraban en el hogar, pues habían ido a cenar y se habían quedado a dormir, "con mucho miedo", comentaba ayer uno de ellos, Joxe Mari Arriada. A última hora de la tarde el viento empezó a azotar el valle, así como el propio caserío. A las 21.30 horas se quedaron sin electricidad.

El propio Joxe Mari auguró algún desastre antes de llegar a sus casa. Llegó a la vivienda hacia las 23.00 horas, tras salir de trabajar, y antes de llegar al caserío tuvo que dejar a un lado su vehículo y continuar andando hasta el domicilio, debido a un árbol caído que impedía el tránsito. Al llegar a casa, su miedo fue a más, según cuenta. "Se notaba que algo iba a pasar, el viento atacaba con tal fuerza que parecía que la casa entera se movía, parecía un terremoto".

El viento no cesaba y hacia las 1.30 horas sucedió el desastre. "fueron como dos zarpazos, primero se llevó medio tejado, y a los cinco segundos, la otra mitad salió volando, limpia", comentó impotente Joxe Mari. Inmediatamente avisó a su madre de que tenían que irse. Cogieron unas cuantas cosas, "las más importantes", y se bajaron al pueblo, "por suerte ama tiene un piso, y fuimos allí". Pero la desgracia no terminó ahí, ya que hacia las 4.00 horas de la madrugada empezó a llover, "con el daño añadido que eso supone para el caserío sin tejado". Tras la fatal noche, la familia estaba ayer compungida, sobre todo, Mari Jose, destrozada, viendo su hogar huérfano de techo.

SOLIDARIDAD Con la pena dentro del cuerpo, pero sin tiempo para las lamentaciones, la familia se puso manos a la obra a las pocas horas del desastre. Volvieron a Larraldeko Borda a sacar todo lo que podían y a comenzar a reconstruir su hogar. Decenas de vecinos mostraron su solidaridad con la familia, acercándose a arrimar el hombro, en un improvisado auzolan. La familia se mostraba "muy agradecida a toda esa gente que ha acudido a ayudarnos".

Para entonces ya habían dado parte a su compañía aseguradora, pero no había tiempo que perder para intentar minimizar los daños. "Estos días son malos, llueve, viene el invierno, y el caserío está sin tejado, hay que hacer algo ya", decía Joxe Mari. Por ello, ya habían organizado todo para "hoy mismo comenzar, por nuestra cuenta, a hacer los trabajos que podamos, para, por lo menos, amortiguar el daño añadido que pueda causar la lluvia".