pamplona - Con la transmisión de la memoria y la eclosión del movimiento ecologista de telón de fondo, Bertha Gaztelumendi (Irun, 1962), junto a Sabino Ormazabal, ha elaborado el documental Ez eskerrik asko! La ventana de Gladys, que se proyectará mañana en los cines Golem Baiona -a las 18.00 horas en euskera y a las 20.00 horas en castellano- en un encuentro organizado por la Dirección General de Paz y Convivencia del Gobierno de Navarra. El documental se remonta a las potentes movilizaciones que la lucha ecologista y antimilitarista llevó a cabo a finales de los 70 y principios de los 80, una lucha que tuvo sus frutos y consiguió frenar la proliferación de muchas centrales. Además, busca también reivindicar la memoria de la joven Gladys del Estal, asesinada por la Guardia Civil en una fiesta antinuclear en Tudela en 1979.

¿Qué nos vamos a encontrar en el documental?

-Nos remontamos a los años 70 y 80, cuando se crea el movimiento antinuclear. Entonces se proyectaban cinco centrales en Euskal Herria y nos hemos querido fijar en ese momento de resistencia que estaba conectado con el resto del mundo y que unió a gente de ideologías muy diferentes. Y por supuesto, en ese contexto, la muerte de Gladys, una militante ecologista de 23 años asesinada por la Guardia Civil en un acto festivo contra una central nuclear que el Gobierno había proyectado en la Ribera y contra el polígono de tiro de Bardenas. Son los dos ejes centrales.

Han pasado 40 años desde la muerte de Gladys y todavía hace falta reivindicar su memoria...

-Así es. Gladys no consta como víctima y tiene todo el derecho a serlo. Es algo que se reivindica todos los años en el aniversario de su muerte, el 3 de junio, cuando se le homenajea. La realidad es que no todas las víctimas han sido tratadas de la misma manera.

¿Cree que las nuevas generaciones son conscientes de lo que ocurrió?

-Una de las grandes motivaciones era esa, la transmisión de lo que pasó a los jóvenes, recordar como se hacían las cosas puede ser valioso. En aquel entonces salíamos de una dictadura y pensábamos que podíamos cambiar la sociedad y el mundo, así lo sentíamos.

Por otra parte, han buscado recordar los inicios del movimiento ecologista, que llegó a ser muy potente. Ahora parece que vuelve a resurgir y que es algo nuevo, pero la lucha viene de hace décadas...

-En aquel entonces no se sabía que era la ecología. Todo lo que es ahora el ecologismo nació con aquel movimiento. Además, estuvo muy ligado a la lucha antimilitarista. De hecho, en la fiesta en la que mataron a Gladys, la convocatoria era doble. Por un lado, contra el polígono de tiro de Bardenas y, por otro, el accidente nuclear de Harrisburg (EEUU) hizo que se fuese a Tudela, donde querían construir una central.

La realidad es que todavía hay centrales nucleares y el polígono de tiro sigue activo, pero ¿para qué sirvió aquel movimiento ecologista?

-Al fin y al cabo las centrales de Lemóniz, que estaba en construcción, y la de Tudela, proyectada, se lograron parar. El movimiento ecologista y la unión de fuerzas de miles de personas, Gladys entre ellas, no fueron en vano, lograron detener muchos de esos proyectos nocivos para las personas y para el medio ambiente.