La protagonista de una de las fotos nominada al World Press Photo 2020, Ewa, es una niña armenia con síndrome de resignación -estado catatónico en el que caen muchos refugiados-, que hoy sigue batallando por lograr asilo en Polonia y recuperar su vida, explicó a Efe el fotoperiodista polaco Tomek Kaczor.

"La gente todavía no sabe mucho sobre el Síndrome de Resignación. En Suecia se reportaron muchos casos y en los campos de refugiados, los niños sufren esta enfermedad por el trauma, el estrés, los papeleos y entrevistas, pero también debido a la atmósfera xenófoba y antimigrante que está en aumento en Europa", lamenta.

No es la primera niña que conoce Kaczor con este síndrome. Poco antes del caso de Ewa, Suecia deportó a otra chica a Polonia en el mismo estado, pero se recuperó y marchó poco después a otro país.

"La familia de Ewa todavía está con su procedimiento de protección internacional en Polonia. Huyeron en 2018 de Armenia. Se les negó el asilo, apelaron y ahora están de nuevo esperando. Ojalá esta foto ayude a hacer entender que los niños deben ser los primeros en ser protegidos contra el trauma", detalla este fotógrafo, que capturó la imagen en un centro de refugiados de Polonia el año pasado.

La fotografía fue bautizada como "Despertar" (Awakening, en inglés) y cuando Kaczor se enteró de que estaba nominada al World Press Photo como "Mejor Foto" del año, el galardón más esperado por los fotoperiodistas, lo primero que se preguntó fue si Ewa y su familia estaban "preparados" para toda la atención que acarrearía la nominación.

Cuando Kazcor iba a hacer la foto que podría ser la imagen del año, "trataba de ser delicado y no estresar a la familia con la cámara, pero en un momento se vio el gesto de protección entre los padres y Ewa", las manos que aparecen sobre sus hombros en la fotografía, y como en todo niño con síndrome de resignación, "es realmente importante hacer que se sienta seguro" en el momento.

"Les pedí que no cambiaran de posición e hice el primer plano. En casa, decidí que esta será mi elección final para la foto. Creo que se pueden leer en ella diferentes cosas: la fuerza de Ewa, pero también ese algo oscuro y traumático que le sucedió. También puedo ver su fuerza como familia", rememora.

La pareja de este fotoperiodista, Dorota Borodaj, fue quien escribió la historia para la que se tomó este retrato en la primavera de 2019.

La imagen fue capturada, por causalidad, el Día Mundial del Niño en 2019, y desde entonces, la salud de Ewa mejoró, "fue a la escuela, aprendió polaco y trata de vivir su vida con la mayor normalidad posible", pero sin asilo.

Ewa y sus padres abandonaron Armenia por razones políticas. Cruzaron la frontera con Polonia como primera parada en la UE y, ya con visados polacos, se fueron a Suecia, que era donde querían solicitar la protección internacional, pero como la legislación exige, en estos casos, solicitar el asilo en el primer país al que se llega, fue deportada de vuelta a Polonia.

"Durante todos esos procedimientos en Suecia, la entrevista con los servicios de inmigración y un nivel extremadamente alto de estrés, ella comenzó a "darse por vencida": dejó de comer, beber, hablar y levantarse de la cama, hasta que terminó en este estado catatónico. Su familia no entendía nada porque desconocían la existencia de este síndrome", explica.

Pero los médicos sí lo conocían, porque a partir del año 2000 les llegaron muchos casos como el de Ewa y "sabían qué hacer por los niños, aunque les fuera difícil explicar" este síndrome: hay que calmar a la familia, tratar de mantener el ritmo del día, hablar con el niño, alimentarlo con comida especial a través del tubo nasal, darle masajes y cambiarle de posición, pero sin usar ningún medicamento.

Tras ocho meses en este estado, comenzó a "volver" a la vida y cuando Kaczor la conoció "estaba todavía débil, pero completamente consciente", recuperando su amor por los idiomas, el dibujo y las matemáticas y esperando que su situación legal se resuelva para volver a ser la niña que la emigración forzada trató de impedir.