- B.A. Zare es un joven peruano que salió de su país hace 14 años y que tras pasar por varias ciudades recayó en Pamplona hace dos. Está estudiando Integración Social en la Escuela de Educadores, grado que compagina con su trabajo dentro de la plataforma SOS Racismo. Es un joven de convicciones firmes que tiene un discurso contundente contra la racialización de las personas y, como él dice, de la “categorización” que el sistema hace de las personas dependiendo de su procedencia, nivel adquisitivo o clase social. Unas convicciones que las ha ido forjando, en parte, por las experiencias que le ha tocado vivir: “He estado en varias ciudades y cada vez que me he mudado me he encontrado con situaciones de discriminación por ser migrante. Por ejemplo, aquí en Pamplona, al llamar por teléfono buscando pisos de alquiler me han llegado a preguntar: ¿pero tú eres europeo?”.

Pese a que ha vivido más años en España que en Perú y por ello también tiene la nacionalidad española, se ha topado con muchas trabas a la hora de acceder a una vivienda, algo que, recuerda, “es un derecho fundamental para todas las personas, que parece que se nos olvida”. “A veces he ido a mirar un piso y después me han llamado diciendo que ya se lo han alquilado a otro. La discriminación es muy fuerte”, señala B.A. Zare.

Otro aspecto que dificulta el acceso a una vivienda es el precio de los alquileres: “Lo ideal es poder pagar una vivienda con el 30% de los ingresos, pero eso hoy en día es imposible. Además, si no tienes ingresos ¿cómo lo cubres? porque hay mucha gente que no tiene trabajo. Al final se nos condena a vivir en la clandestinidad y se inferioriza a algunas personas dependiendo de dónde vengan y de la clase social que sean”.

El joven no entiende cómo es tan complicado acceder a un derecho básico como es la vivienda y las trabas añadidas a las que se tienen que enfrentar, sobre todo, las personas en riesgo de exclusión: “Que a una persona migrante en una inmobiliaria le pidan un aval para entrar en un alquiler es directamente vetarle. Es imposible que alguien pueda ofrecer un aval cuando acaba de llegar porque no tiene ni un estatus ni una red social detrás”.

B.A. Zare vivió en Madrid un tiempo, donde sigue residiendo su madre. Recuerda como ella tenía que trabajar en tres empleos distintos para poder pagar el alquiler de la casa en la que vivían. “Al final te buscas la vida pero eso genera mucho estrés y una peor calidad de vida”, apunta. Ahora vive en Iturrama en un piso que comparte con otras dos personas y entre las tres pagan 1.200 euros de alquiler. “Mi madre me sigue ayudando en lo que puede, porque sino a mí no me daría. Estoy buscando otro piso para mudarme, pero no encuentro cosas más baratas”, reconoce.

“Lo ideal es pagar una vivienda con el 30% de los ingresos, pero eso hoy en día es imposible”

Vecino de Iturrama